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"La columna a la izquierda" por Francisco Pérez Terrón

"La columna a la izquierda" por Francisco Pérez Terrón

Lo que significan las palabras

Hace unos días, uno de los líderes de “Podemos”, Pablo Iglesias, en una comparecencia ante la prensa, afirmó que  ETA  tenía, entre otras, una explicación política. Un día después, algún zafio, publicó en El País un artículo en el que interpretaba esta afirmación como una justificación de ETA. (No recuerdo el nombre del autor, pero me da lo mismo. Lo he calificado de zafio, con mucha benevolencia, porque hay que ser muy zafio para confundir el significado de explicación y el de justificación. 

 No pretendo asumir el papel de defensor de Pablo Iglesias; él se basta y se sobra para hacerlo, pero quiero romper una lanza a favor del origen político de ETA.  “Euskadi y sus libertades” nace como reacción a un Estado totalitario, que se impuso por el terror y se perpetuaba por el mismo procedimiento.

Cuando hablamos de ETA no es decente considerarla  como la misma organización desde su origen hasta nuestros días. No es posible analizar en detalle las diferentes fases por las que ha pasado ni las diferentes cúpulas que la han dirigido. Eso sería imposible en el marco de un artículo; pero sí que podemos diferenciar las dos etapas fundamentales.  La 1ª) durante la Dictadura y la 2ª) durante el Estado de derecho. 

Durante la primera etapa, ETA era una organización que luchaba, con todo el derecho del mundo, por la libertad de su pueblo y por las libertades en general. El método elegido era uno de los posibles, en un estado de terror como fue el franquismo. Un estado sin la más mínima legitimidad, que ejercía el poder por la fuerza de las armas.  Contra este siniestro Estado,  ETA , por el contrario. gozaba de toda la legitimidad, como movimiento resistente, como luchadores por la libertad y como héroes que ponían en riesgo  sus vidas por la liberación de su pueblo.

El primer atentado reivindicado por ETA fue el de Melitón Manzanas, comisario jefe de la brigada político-social de Guipuzcoa, en agosto de 1968.

Melitón Manzanas era un torturador, asesino, violador y colaborador de la Gestapo.  Por todo ello, muy premiado por el régimen fascista.  De las propias manos del siniestro policía, sufrieron torturas y humillaciones, varios centenares de españoles sindicalistas, nacionalistas, miembros del PSOE y del PCE. Entre ellos, el Presidente del Partido Socialista, Ramón Rubial, el jefe de las anarquistas vascos, Auspicio Ruiz, el escritor Luis Martín Santos, Enrique Múgica, cuando era militante del PCE, Xabier Apaolaza, del PNV, el abogado Ramón Rekalde, Julen Madariaga, y tantos otros.  El atentado fue una ejecución llevada acabo por ETA, en nombre  de la justicia popular.  

Respecto a la voladura del coche del Presidente del Gobierno, Carrero Blanco

Nadie podrá negar su carácter político. El solo hecho de atentar contra el jefe de Gobierno de una dictadura, tiene carácter político. ¿Acaso no se denomina así al intento fallido contra Hitler? Carrero Blanco era el militar fuerte, designado por Franco para perpetuar la dictadura. Otra situación muy distinta se hubiera presentado ante las cortes, durante la transición, si Carrero Blanco hubiera mantenido la jefatura del último Gobierno del franquismo.  El origen político, pues, de ETA, es más que explicable. 

Hasta sus últimos días, el régimen franquista se mantuvo matando. Todavía recuerdo con angustia la tarde-noche del 2 de Marzo del 74, que pasamos junto a los teletipos de la agencia Tas, en Paris, unos cuantos periodistas y amigos, hasta que saltó la noticia del implacable agarrotamiento de Salvador Puig Antich. Un asesinato por el que habían intercedido, sin excepción, todos los mandatarios de nuestro entorno, incluido el Papa. La pantomima del juicio se había celebrado ante un Consejo de Guerra, aunque el reo era civil. Un detalle más del caracter bélico de la dictadura, hasta su último día.

Joan Miró, pintó un cuadro, durante estas trágicas  horas, que muestra una línea negra sobre un fondo blanco, “como un hilo que alguien corta porque tiene toda la fuerza y nada de piedad”, declaró el pintor.

Puig Antich tenía 25 años, era miembro del Movimiento Ibérico de Liberación y estaba concienciado por la muerte de Enrique Ruano a manos de la policía, durante un interrogatorio en la Dirección General de Seguridad, en 1869. 

Desgraciadamente, la segunda etapa de ETA, a partir de la constitución de un Estado de Derecho, no se la puede considerar de la misma manera. Pese a las deficiencias que podamos denunciar en nuestra Constitución, los cauces para enmendar las posibles desviaciones están trazados por vías pacíficas y no tiene cabida ni justificación posible el empleo del terror ni ninguna acción armada. 

España está mal gobernada; tiene una constitución defectuosa que es necesario reformar; estamos en manos de los poderes económicos porque la legislación se ha hecho para favorecerlos; la lucha para corregir todas las deficiencias nos la hacen muy difícil desde las instancias de los que disfrutan de los privilegios del poder. Todo esto es así; pero la manera de cambiarlo no es la violencia, porque ya hay cauces trazados. Me hago cargo de que una vez desatado el ambiente y las motivaciones de la lucha armada, se hace muy difícil apagarla como quien da una vuelta al interruptor; pero es necesario aceptar que se han abierto unas nuevas condiciones.  La segunda etapa de ETA, después del Estado de Derecho, es condenable sin paliativos. 

En su origen y durante todo el tiempo que duró la dictadura, “Euskadi y sus libertades” fue una organización política, pese a quien pese. ¿O es que solo era político el terror que bendecían con agua bendita? 

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