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La reforma de la OCM del azúcar podría provocar el cierre de la última cooperativa de caña de azúcar del litoral granadino

La reforma de la OCM del azúcar podría provocar el cierre de la última cooperativa de caña de azúcar del litoral granadino Según la única cooperativa dedicada a la caña de azúcar existente en nuestro litoral, si finalmente se implanta la reforma de la OCM del azúcar defendida por la Comisión Europea la desaparición de la empresa se haría realidad en poco tiempo. La reforma reivindica un libre mercado que beneficia sobremanera a las grandes empresas consumidoras de azúcar y a los principales países exportadores del mund Brasil, Australia y Tailandia.

“La anunciada reforma es la puntilla que nos faltaba para acelerar el proceso de desaparición, pues la explotación de caña de azúcar y remolacha era ya un tema en recesión” señala Alejandro Espinosa, gerente de la cooperativa “Productores de Caña de Azúcar y Remolacha del Litoral Granadino”, empresa asociada a la Federación Andaluza de Empresas Cooperativas Agrarias (FAECA-Granada). El borrador de la reforma a la que aún le restan las negociaciones que se deberán celebrar en octubre contempla la reducción paulatina de los precios –en torno a un 40% aseguran algunos- y el descenso de las cuotas de producción. Espinosa entiende que “este último aspecto supone finiquitar el principio de solidaridad entre los países miembros de la UE. Ayuda también a ello la posibilidad recogida en el documento de trasvasar cuotas de producción de un país a otro”.

La cooperativa situada en Motril está dedicada exclusivamente a la producción de azúcar blanca y morena y de otros productos derivados de la caña de azúcar y la remolacha como melasas, alcoholes y mieles. “Con estas características es la única que queda en toda Europa” puntualiza su gerente.

En Andalucía, el sector del azúcar genera un volumen económico de 320 millones de euros, y de él dependen más de 7000 agricultores, 700000 jornales en el campo, 2300 empleos directos en las industrias y 4000 indirectos. En Motril, el número de empleos que origina hoy esta actividad no llega al centenar. La empresa que subcontratan para que recolecte la remolacha y la caña de azúcar da trabajo a alrededor de ochenta personas y “en la fábrica sólo quedamos dos trabajadores que hacemos diariamente una jornada de ocho horas” dice Alejandro Espinosa. Un abismo separa estas cifras de las que hace una década movían estos productos en la comarca.

“Si no hemos desaparecido aún ha sido porque las ayudas nos han permitido ser relativamente rentables”. Algunos sostienen que a los agricultores les gusta exagerar a menudo las pequeñas catástrofes que los sacuden cíclicamente. Pero esto nada tiene que ver con un ciclo. Así lo demuestran los datos. Los costes de producción son muy altos por lo que desde la cooperativa se asegura que dejaran de tener beneficios si les pagan una tonelada a 20 euros. De las 1000 hectáreas dedicadas hace algún tiempo a la remolacha y la caña de azúcar se ha pasado a las 350 actuales. Eso ha provocado además que desde 1999 la cantidad molturada se haya reducido notablemente. En la última campaña se produjeron 30000 toneladas, muy lejos de las 120000 del año 1999.

Difícil reconversión

Aún así, el cierre de la fábrica es la crónica de una muerte anunciada. Y lo será más si -como todo parece indicar- ganan en el seno de la OCM los partidarios de suprimir las ayudas acopladas y conservar las desacopladas, es decir, el triunfo del libre mercado. “El problema más delicado es que no hemos sido capaces de encontrar una alternativa clara pues los suelos salinos, situados en muchos casos bajo el nivel del mar y que se encharcan con facilidad no han ayudado demasiado” explican los responsables de la cooperativa.

Por ello, solicitan la participación de las administraciones en un proceso de reconversión que será “a todas luces largo y costoso” y en el que la mejora de las infraestructuras es un asunto vital.

La cooperativa asegura que “se podría seguir el ejemplo de algunos exitosos experimentos. Éstos han indicado que es posible cultivar en suelos como éstos vegetales como la lechuga, el apio, el puerro, el calabacín”. Pero punto y seguido, se muestran conscientes de que la realidad de la zona es bien distinta a la del estudio. Varios obstáculos dificultan mucho esta alternativa. Los minifundios es uno de ellos pero no el único. También lo son el envejecimiento de la mano de obra –“la tarea de encontrar mano joven y preparada es tan ardua como imposible” sentencia el hombre-, la dicotomía entre producción y distribución fuertemente adherida al mercadeo de hoy o los elevados costes de maquinaria y de fertilizantes.

“Hemos impulsado estudios de viabilidad que nos han demostrado que el futuro pasaba por apostar por el turismo y por explotar positivamente la relación histórica de esta tierra con la remolacha o el azúcar” arguyen. El modelo propuesto fue ensayado en algunas islas de Portugal cosechando atractivos resultados. Pero según éste, esas iniciativas le hicieron impopular entre unos agricultores que recelan de toda aquello que sepa a innovación.

Ese tapiz verde que cubría amplias extensiones del litoral de nuestra provincia amenaza con pasar para siempre al negativo de las fotografías. “Llegamos tarde” se lamentan los responsables de la cooperativa a la vez que les cuesta hacer el esfuerzo de imaginar que todo termine pronto y que haya alguna alternativa a la ferocidad del ladrillo, alentada aquí por los PGOU (Plan General de Ordenación Urbana) de poblaciones como Salobreña o Motril. El gerente de “Productores de Caña de Azúcar y Remolacha del Litoral Granadino” explica así lo que cree que terminará sucediend “Cuando un agricultor vea que le pagan unos cuantos millones por la tierra en la que cultivaba remolacha o caña de azúcar cogerá los dineros y ya está”.

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