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PAÑOS CALIENTES por Ignacio Peláez Pizarro

PAÑOS CALIENTES por Ignacio Peláez Pizarro

Mientras la economía no esté al servicio de la persona,cualquier reforma laboral será como paños calientes.

El Gobierno ha acometido una reforma laboral, que está siendo recibida con división de opiniones: para unos, es el comienzo de la solución del paro y de la crisis; para otros, va a prolongar y acentuar esa crisis.
Uno de sus capítulos más llamativos es el abaratamiento del despido de los trabajadores: de 45 días por año trabajado se rebaja a 33 días y por un máximo de 24 mensualidades, que antes eran 42; y el despido procedente será de 20 días por año trabajado.

Y uno en su ingenuidad se pregunta: ¿por qué no se rebajan los sueldos altos de los altos cargos? ¿por qué no se rebajan las prebendas multimillonarias de los banqueros? . Hace unos días, Zapatero tomó posesión de su cargo en el Consejo de Estado, por el que va a recibir 70.000 € y que, como es de suponer, también recibirán los demás consejeros, ¿por qué no se rebajan esa bicoca? ¿es que los altos cargos tienen una naturaleza superior y más delicada que los cargos bajos? ¿o es que sus familiares son de otra galaxia que los del común de la gente? Dicen que todos somos iguales ante la Ley, ¿por qué no somos también iguales ante el dinero, teniendo todos las mismas necesidades?.

La respuesta está en la historia, como dicen los de la tele. Y es que la historia nos dice que la economía no está al servicio de la persona, sino al servicio del mercado. Hay que producir más no de aquello que más necesitan las personas, sino de aquello que nos va a reportar más ganancia. Hay que montar una fábrica no allí donde va a dar trabajo y vida, sino allí donde menos va a costar. La institución bancaria no se dedicará a hacer llegar los recursos dinerarios a los pueblos para que lleven adelante sus iniciativas, sino a sacarles todo el dinero posible. La especulación será norma sagrada e intangible, que me llevará a vender en 50 lo que me ha costado 5 y así sucesivamente.

Con lo cual y gracias al “dios mercado”, el que tiene va a tener más y el que debe va a deber más. Y van quedando tirados en las cunetas de la Historia personas y pueblos, que no han subido o no han podido subirse al tren del mercado.

Por eso, toda reforma laboral que deje intacto el sistema socio-económico que tenemos, será como aplicar un paño de agua caliente a un enfermo de cáncer. Mientras la economía no esté al servicio de la persona, cualquier reforma laboral será como paños calientes.

“¿Que la economía esté al servicio de la persona?”. Largo –y difícil- me lo fiais…Pues sí, difícil y largo. Pero mientras la persona no sea el centro de todo, estaremos des-centrados. Pues la persona es el valor central, como sujeto racional que es; como hijo de Dios, por quien Jesucristo dio su vida, al declararla valor absoluto. Jesucristo fue el primero en la historia del pensamiento humano en defender a la persona como valor en sí misma, superior a todo lo demás.

Todo debería estar al servicio de la persona: la economía, la educación, la política, las leyes,…Esta es la gran utopía del humanismo y del cristianismo. Pero entendiendo la palabra no como sueño ilusorio, sino en el sentido de las grandes utopías del Renacimiento: como una luz que viene del horizonte y nos alumbra el camino; como un poderoso imán que está allí, en el futuro, y nos atrae con fuerza hacia sí; como un compromiso que nos empuja a construir una sociedad humana y humanizadora.

Mientras no nos convenzamos de esto, de que todo debe estar al servicio de la persona, estaremos dando palos de ciego. Pero con la mala fortuna de que los palos siempre descargan sobre las mismas espaldas: las de los débiles.

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