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DÍA 27: Con Virgilio en el Sofá "DE ESPAÑA VENIMOS, DE ESPAÑA SOMOS" por Miguel Ávila Cabezas

DÍA 27: Con Virgilio en el Sofá "DE ESPAÑA VENIMOS, DE ESPAÑA SOMOS" por Miguel Ávila Cabezas

De España vengo, de España soy / y mi cara serrana lo va diciendo. / He nacido en
España por donde voy.
(De “El niño judío”, zarzuela en dos actos).

Que la marca “España” en todo momento ha traspasado fronteras históricas, ideológicas y culturales da buena fe la revelación de nuestro infatigable, si inefable, Benedicto (XVI, por supuesto) quien, en su denodado anhelo de poner las cosas en su sitio, ahora afirma en el libro de los 17 euros de vellón que los Reyes Magos eran… así, sin más, andaluces, en concreto de la parte más osidentá, o sea, de Güerba, Cái y/o Sevilla por la gloria de mi mare.

Ese que tú y yo nos barruntamos, Virgilio, estará en estos momentos mesándose de puritito gusto la barba desertora y con él, sin duda, todos sus conmilitones, y conmilitonas sosas, raposas y culibienpuestas, a quienes se les estarán haciendo los dedos votos y los votos puñalás traperas con la revolucionaria noticia, más revolucionaria, incluso, que la congelación de las pensiones (“para que no se vicien y se desmanden”, que diría el poeta) o que la enésima ayuda a la banca… cuyos accesos bulímicos nunca tendrán fin, a no ser que todos ellos, banca, banqueros y mamporreros, revienten de puro hartazgo como le sucediera al señor Creosota de “El sentido de la vida”. Sí, la película de los Monty Python, Virgilio. La de los Monty Python.

No equivoco ni un fonema si te digo, gato catódico, que de aquí en menos de lo que canta el gallo o se ejecuta un desahucio seremos testigos, y por tanto, víctimas, de una nueva estrategia de reducción del déficit ideada por el único que en este país nuestro sabe poner las cosas en su sitio (Él de nuevo, sí) y que habrá de centrarse en la aplicación de un nuevo tipo de recargo marginal sobre las figuras representativas de los tres Reyes (¿Magos?) ya de Occidente, que en Oriente siempre han malvivido los malos y a ti te encontré en casa de mi amiga Pilar. A ver con tales mimbres quién se atreverá a montar un belén de los de toda la vida. Ya me barrunto al Dumbo de los dineros y las fallidas amnistías mortificando al respetable con lo que sigue: “Quien quiera Reyes que pague, y si no tiene ni para pan que coma buñuelos”.

Eso, al estilo de la impúdica María Antonieta de Austria y sin que nadie se atreva a guillotinarle aunque sea una oreja. Para que continuemos haciéndonos el raquítico cuerpo y por consiguiente podamos en verano lucir la esplendidez de una anorexia estimulada por el Antiguo Régimen. ¿Qué te parece? Incluso, si me apuras, también se están cargando nuestro noble refranero porque, con tanta criogenización de esto y de lo de más allá, ¿quién va a poder decir aquello de “Éramos pocos y parió la abuela?”. ¿Quedarán abuelas cuando se reduzca, de verdad, el déficit? ¿Quedará para entonces alguien en pie? ¿Permaneceremos tú y yo en el sofá de terciopelo rojo embobados ante una eterna carta de ajuste? Como las cosas sigan yendo como van no quedará para contarlo ni el mismísimo caganet, que ese sí que va concentradamente a lo suyo.

A no ser que antes, Virgilio, los damnificados hayamos decidido tomar de una vez por todas la Bastilla. Vale que, como el mentado señor Creosota (sí, Virgilio, el de la película de los Monty Python), ellos se lo guisen y se lo coman para acabar reventando con la chocolatina de menta. Y vale que del portal nos quiten la mula y el buey, que allí los pastores pasen de lo que pasa y que la noria nunca dé vueltas también, por qué no, vale, pero que nos obliguen a rascarnos las últimas excrecencias si se nos ocurre la peregrina idea de montar un belén con los tres reyes magos será, sin duda, el siguiente paso para cobrarnos peaje cuando pretendamos buscar refugio en sagrado huyendo, inútilmente, de la peste negra. La suya.

A ver así quién va a tener los santos cojones de montar un belén como Dios manda. Al paso que vamos me veo con otros cuarenta millones más metido en una patera que navegará en dirección opuesta a la del signo de la historia. Nos dirigiremos hacia las costas de la Nada y cuando en alta mar nos rescaten y de vuelta a casa nos traigan los salvapatrias, gritaremos de contento: “¡Espaaañaaa! ¡Inieeeestaaaa! ¡Casillaaaaaas!”. Y el último que apague la luz y tire de la puerta. ¿Tú qué piensas, Virgilio? ¿Crees que llevo razón en lo que digo?

-          Creo que ya es hora de que empecemos a organizarnos. Ni belén ni pollas. Lo primero que vamos a hacer es apagar la televisión. Estoy de carta de ajuste hasta el intestino delgado. Y de bribones, ladrones, matones y mamones… no te digo hasta dónde. ¡¡A las barricadas!!

-          ¡Virgiiiliooooo!

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