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Recital de Saetas ''con la Escuela de Saetas “Señor de la Humildad” hoy en el Calderón

Recital de Saetas ''con la Escuela de Saetas “Señor de la Humildad” hoy en el Calderón

Hoy día 1 de marzo a las 21.00h tendrá lugar el Recital de Saetas ’’Origen y Exaltación de la Saeta’’ en el Teatro Calderón de la Barca, organizado por la Agrupación de Hermandades y Cofradías de Semana Santa de Motril, teniendo como protagonista a la  Escuela de Saetas “Señor de la Humildad”. Las entradas tienen un precio de 5 y 7 euros, que podrán ser adquiridas en la taquilla del teatro hasta 3h antes del evento.

    La fundación de esta Escuela tiene lugar en el año 1.986 en el seno de la Hermandad de “Nuestro Padre y Señor de la Humildad y Paciencia y Nuestra Señora de los Dolores”, de Marchena,  (Sevilla).  La misma Casa-Hermandad y su Capilla de Santa Clara dan cabida a la díficil tarea de iniciar en el canto de la Saeta a todas las personas que sientan verdaderos y sinceros deseos de acercarse a ella para aprenderla.  

                La fuerte emigración, entre los años 1950 y 1.970,  y la desgraciada y constante desaparición de viejos Saeteros propiciaron un evidente decaimiento en el canto religioso de la Saeta.  Algo había que hacer para que este entrañable y sentimental canto no corriera peligro de desaparición.  Se crea en Marchena,  con carácter experimental,  una Escuela de Saetas con unos objetivos claros y sencillos: conservar a ultranza las antiguas y autóctonas Saetas Marcheneras y divulgar su mensaje por doquier.  Superado esto, combinar, después, la tarea de recuperación de otras antiguas Saetas,  en desuso,  con el aprendizaje de los estilos flamencos,  para su posterior desarrollo y exposición. Crear, en definitiva, el marco y el ambiente adecuado,  acorde con nuestra época actual.  

                Desde finales del siglo XVII hasta el tercer cuarto del siglo XX las Saetas se vinieron transmitiendo en la misma comunidad familiar de padres a hijos,  de generación en generación. También las reuniones cuaresmales, las faenas campestres y los bares y tabernas sirvieron de cordón umbilical para mantener vivo ese vínculo transmisor.  Igualmente, sucedería esto en otros pueblos y ciudades de nuestro suelo patrio, pero en las cuatro últimas décadas,  del pasado siglo, la Saeta sufrió un grave descendimiento,  generado por el cambio brusco de la forma de vida,   que provocó  la extinción,   en muchos lugares  de Andalucía,  de su propia y antigua Saeta autóctona.  La convivencia de viejos y jóvenes no era ya tan asidua y usual como vino siendo desde tiempos atrás y se fue rompiendo así la cadena necesaria para que las tradiciones y costumbres no perezcan.  Quedaron,  sólo en  algunos sitios,  el viejo Saetero que, como una reliquia, cantaba su Saeta llegada la Semana Santa.  Era evidente que las maneras de antaño, para preservar este canto, habían quedado totalmente anquilosadas y que había que propugnar el nacimiento de otras formas que iniciaran un fuerte resurgimiento.  

  La labor de la Escuela de Saetas que se encuentra establecida,  como antes se ha comentado, en la Iglesia de Santa Clara de Marchena no va sola y exclusivamente dirigida a los marcheneros en general,  sino que queda abierta a todas las personas, andaluces y no andaluces,  que quieran emprender el honorable camino de llegar a aprender el canto de la Saeta.  Como es sabido,  la Saeta es un rezo, una oración, una copla popular religiosa que canta el pueblo al paso de las procesiones de la Semana Santa o en otros actos de penitencia y devoción. 

            En el año 2.003,  se puede decir que más de 400 personas han pasado por la Escuela de Saetas y se han interesado por el verdadero sentido existencial de estos cantos y por su conservación como bien espiritual del pueblo impregnándose de unos valores humanos y culturales incalculables. 

            No todos consiguieron el objetivo de convertirse en Saeteros.  Numerosas causas pueden ser las que impidan llegar a este cometido,  por ejemplo:   acudir sólo atraídos por la curiosidad,  no tener verdaderos sentimientos,   no poseer  mínimas facultades, no sentir su mensaje a la hora de transmitirlo, etc. etc.  A pesar de  las muchas dificultades que entrañan estas enseñanzas hay que manifestar que el resultado es francamente positivo y esperanzador.  La incorporación de nuevos Saeteros,  cada año,  a la Semana Santa es un hecho incuestionable y de patente realidad  reconocida.      

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