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"Flamenco en las aulas" del motrileño Fernando Barros Lirola

"Flamenco en las aulas" del motrileño Fernando Barros Lirola

Foto: Motril@Digital

Fernando Barros Lirola, motrileño donde los haya, acaba de publicar el libro "Flamenco en las aulas". El título lo dice todo. Es un amante del flamenco que encuentra su máximo placer enseñando. Lo hace desde la teoría y desde la práctica. Sí, porque lo que sabe, y creanme que sabe mucho, los demuestra cantando. De esta manera puede mostrar los matices y atices de los palos del flamenco.

Dice que la música flamenca la forma un conjunto de cantes, que tienes similitudes entre sí y que la hacen agrupables por familias o géneros.

Los cantes según su rítmo pueden ser de soleá, de seguriya, fandangos, tangos, tanguillos y de métrica libre.

Cuando hace referencia al rítmo de soleá, asegura que en función de la melodía y la armonía cambian de unos a otros el compás, aunque la velocidad puede cambiar según el cantaor y el cante. Teniendo en cuenta estos parámetros te puedes encontrar en este grupo con "caña y polo", "alboreá y bamaberas", "bulería por soleá", "cantiñas" "alegría", "mirabrás", "romeras", "caracoles" o "guajiras o peteneras".

Este motrileño, tiene la catedra del autodicta que lo explica y lo interpreta. Como te descuides y sin quererlo estás metido en el flamenco que exhala a fandango, a seguiriya, a tango o a lo que él  llama de rítmo libre, como el cante de levante, la saeta, las malagueñas, las granainas, la minera, la rondeña de guitarra, la taranta o la cartagenera.

"Oye Fernando", le pregunto, "¿qué es una videlita que no la he oido en mi vida?". "Pues mira", me responde, "una videlita procede del norte de Argentina, que se aflamencó a partir del S.XX. Tiene muchos rasgos melódicos muy parecidos a la milonga. El sevillano Manuel Escacena fue el que las adoptó al flamenco y la grabó en 1928, aunque parece ser que hay una grabación anterior, de 1917 de la "Niña de los Peines".

 En ese momento Fernando Barros Lirola, se arranca a cantar: 

Tristes estilos de amor

la vieja sonata gime

y una pena negra oprime

la garganta del canataor.

Porque el viento de dolor que aúlla la lejanía

le ha arrancado la alegría

 a los bordones de plata

de aquel clavel de escarlata.

Así podríamos hablar horas y horas con Fernando, adentrarnos en la música arábigo-andaluza, en cómo lo árabe enriqueció al flamenco y al revés, pero de todo ello lo puede aprender o conocer de manera exhautiva en su libro "Flamenco en las aulas" que puede encontrarlo en la librería de Río Ebro de Motril.

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