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El Arzobispado comunica a los vecinos de Albuñol que el traslado de su cura párroco es irrevocable

El Arzobispado de Granada ha comunicado a los vecinos de Albuñol (Granada), que el traslado de su joven párroco es "irrevocable", por lo que los siete feligreses que estaban en huelga de hambre desde la madrugada del sábado decidieron suspenderla para "tomar fuerzas para continuar las protestas".

Así lo explicó a Efe una de estas mujeres, Ana Manzano, quien añadió que un vicario y dos sacerdotes se trasladaron la tarde de ayer a Albuñol para comunicarles la postura del Arzobispado y "amenazar" a los vecinos con la suspensión de misas, bodas y entierros por las protestas que comenzaron hace un mes para reclamar el regreso al pueblo de su párroco, Gabriel Castillo, de 27 años.

En el comunicado que les hizo llegar la delegación, firmado por el arzobispo de Granada, Francisco Javier Martínez, y el Consejo Episcopal de la Archidiócesis, al que tuvo acceso Efe, se les advierte de que, de continuar sus protestas, "al Arzobispado no le quedaría más remedio que no enviar a ningún sacerdote a que celebre la eucaristía y los sacramentos, incluidas bodas y entierros, en Albuñol", lo que sus vecinos consideran "un chantaje".

Señala el arzobispo que, de continuar "los procedimientos de presión", también "se vería obligado" a "prohibir expresamente" a Gabriel Castillo "el ejercicio en el pueblo de todo acto del ministerio sacerdotal".

Además, deploró las quejas y movilizaciones de los albuñolenses, "que no se corresponden con los procedimientos y modos propios de cristianos y que no pueden sino dañar la vida cristiana de los fieles de Albuñol, especialmente la de los jóvenes y de los niños".

Sobre el traslado del párroco, arguye que se produce "de acuerdo con la disciplina de la Iglesia, de un modo absolutamente normal, sin nada que ver con ningún asunto interno del pueblo", en alusión a la convicción de los feligreses de que la marcha forzosa de Gabriel tiene su origen en rencillas con unas monjas de la localidad, cuya madre superiora está en desacuerdo con los métodos del sacerdote.

Según se indica en el comunicado, el traslado se hace "por el bien general de la Diócesis" y es "irrevocable", aunque "si en algún momento hubiera podido no serlo, las circunstancias y los modos que han orquestado el traslado de este sacerdote habrían bastado por sí solas para hacerla irrevocable".

El arzobispo acusó a los feligreses que permanecían en la iglesia del pueblo de "notoria falta de respeto al templo como lugar sagrado" y de "no expresar precisamente el amor a la vida cristiana que se dice querer proteger", algo que ellos niegan "rotundamente".

Ana Manzano explicó a Efe que durante la única misa que ofició un vicario desde que ellos comenzaron el encierro en la parroquia, guardaron "absoluto silencio" y mantuvieron una postura "totalmente respetuosa", pese a lo que desde entonces "no ha dado ninguna misa más".

La decisión de dejar la huelga de hambre y abandonar la iglesia se justifica, según Manzano, en el "ruego" que hace el arzobispo a las autoridades del municipio para que "cooperen en la restauración del orden de modo que no se impida el normal ejercicio de la libertad religiosa de los fieles".

Además de su admiración por Gabriel, otra motivación para que los albuñolenses continúen sus protestas es que, después de hablar con él, saben que "no quiere irse de Albuñol, aunque dice que tiene un voto de obediencia y que no puede desoír la decisión del Arzobispado", aseguró esta portavoz.

Ya han empezado a estudiar su nuevas medidas de presión, que no piensan abandonar hasta lograr que Gabriel vuelva a Albuñol, pero descartaron acudir a Ugíjar, donde el arzobispo de Granada coronaba ayer canónicamente la imagen de la Virgen del Martirio, patrona de esta localidad y de la Alpujarra, en una solemne eucaristía, "porque para los vecinos de Ugíjar es un día de fiesta y ellos no tienen la culpa de lo que está pasando".

Esta vecina aseguró que quienes se han sentido "más hundidos" por la decisión "irrevocable" del Arzobispado son los niños de esa localidad a quienes el sacerdote formaba en su educación cristiana.

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