Lanjarón abre las puertas a su nuevo Museo del Agua
El Mundo.- Manuel Mateo Pérez. El Museo del Agua ha abierto sus puertas. Y la inauguración ha sido todo un acontecimiento en el municipio y la comarca. No era para menos. El edificio construido junto al río Lanjarón, a un lado de un cerrado valle que asciende hasta los picos más altos de Sierra Nevada, es una de las obras más sobresalientes de los últimos años en Andalucía. Su autor es Juan Domingo Santos, arquitecto de referencia con un caudaloso currículum. Su obra, por ejemplo, está presente en el Moma de Nueva York.
El Museo del Agua de Lanjarón es uno de sus más bellos, delicados y conseguidos trabajos. El artista quiso preservar el feraz entorno natural que rodea el museo de la especulación urbanística mediante el diseño de un itinerario que relacionara la actividad museística con las infraestructuras del agua, con algunos edificios próximos al río como los viejos molinos y con un antiguo lavadero público. El resultado es excepcional.
Balneario, miel y artesanía
Lanjarón es un municipio con fama internacional gracias a sus aguas minero medicinales. Su balneario, situado a la entrada del pueblo, es uno de los más famosos del país y hasta él acuden a diario a beber y tomar aguas cientos de visitantes. Además, Lanjarón es famosa por su tradicional elaboración de miel de mil flores, por su arraigada artesanía y por un puñado de casonas decimonónicas y de monumentos situados a un lado y a otro de su calle principal. A partir de ahora, Lanjarón tendrá un motivo más para figurar entre los más deseados destinos del viajero.
El pabellón de madera es un espacio representativo de todo cuanto encierra el recién inaugurado Museo del Agua.
El Museo del Agua, ubicado en las antiguas naves del matadero municipal, abre sus puertas a una diáfana plaza sembrada de naranjos. Una acequia hace llegar el agua a un estanque abierto a la plaza que inunda los troncos circulares de eucaliptos dispuestos al lado de anchas láminas de hormigón. La sombra y el olor del azahar, el sonido del agua cayendo sobre los troncos de madera y los reflejos a diferentes horas del día despiertan un mundo de sensaciones que se hace más acusado al entrar en el pabellón que se erige a un lado del centro.
El pabellón de madera es un espacio representativo de todo cuanto encierra el museo. Una colosal construcción de nueve metros dedicada única y exclusivamente a hacernos sentir la importancia del agua. Juan Domingo Santos se inspiró en la estructura de madera que en el siglo XVIII cubrió el manantial de la Capuchina, el primer nacimiento de aguas en Lanjarón. Suspendido en el aire y con dos aperturas que permiten al visitante acceder a su interior, el pabellón nos hace participar de los efectos de la luz, de la sombra y las penumbras, dependiendo del momento del día que elijamos para entrar en él. Una lámina de agua a los pies subraya las sensaciones líquidas del espacio.
La historia del agua
El interior del Museo del Agua es un homenaje permanente al principal recurso del municipio de Lanjarón. Pero es también un reconocimiento a las gentes del pueblo y su comarca. Pantallas de televisión ilustran al visitante de la estrecha vinculación con estas aguas que han curado y calmado a vecinos y foráneos desde tiempo inmemorial. Una sala recoge fotografías de época que nos invitan a revivir los años románticos del balneario.
También aparece una lámina de cristal que ejerce de pantalla a una película que recorre los principales escenarios donde el agua de Lanjarón cobra vida, en especial aquellos paisajes de Sierra Nevada de donde se nutren los manantiales del municipio. Y es que el Museo del Agua es una obra de referencia, un espacio único para adentrarse en los misterios mejor guardados de la cordillera montañosa que rodea el pueblo, para caer en la cuenta de la necesidad que el ser humano tiene de proteger aquello que más necesita.
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