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´Quería que me pegaran dos tiros´, afirma el acusado del caso de Albuñol

´Quería que me pegaran dos tiros´, afirma el acusado del caso de Albuñol

El acusado de atropellar en marzo de 2009 a tres guardias civiles en la carretera que va de La Rábita a Albuñol, en Granada, cuando le dieron el alto por no llevar puesto el cinturón de seguridad ha dicho que aquel día "quería" que le "pegaran dos tiros", porque, tras haber discutido con su esposa, pensaba "que no servía para nada".

   En la Sección Segunda de la Audiencia, donde es juzgado por la posible comisión de tres delitos de homicidio en grado de tentativa, un delito de atentado, y una falta de daños, el procesado ha relatado ante el tribunal que no se dio cuenta de que arrolló a los agentes y que en ningún caso lo hizo de manera intencionada.

   Los guardias, que se encontraban en una rotonda en un control de vehículos, le dieron el alto pero él no paró. Después se metió en sentido contrario por la glorieta y, como "iba muy deprisa", se le fue el coche y se empotró contra el vehículo policial. En ese momento, ha indicado, le saltó el airbag y le entró "miedo" cuando uno de los agentes disparó al aire.

   Entre sollozos, ha dicho: "Dos guardias se me echaron a las puertas del coche y, aunque yo había ido allí para morirme, me entró miedo cuando pegaron dos tiros. Entonces le di a la marcha atrás y me empotré con un camión. Al salir me di cuenta de que había pillado a un guardia, pero juro por Dios que no lo vi".  

   El acusado, de profesión agricultor, ha asegurado que padece un trastorno bipolar desde que hizo el servicio militar. Toma medicación, pero su psiquiatra le prohíbe beber alcohol para evitar el agravamiento de su situación, una indicación que él se salta "algunas veces". "Yo tomaba entonces cocaína y bebía, pero no me acuerdo si lo hice aquel día", ha señalado el inculpado, que ha explicado que su esposa le dijo aquel día "cuatro verdades" que le hicieron sentirse "como si no valiera nada". "Me daba todo igual", ha apuntado.

   El fiscal pide para él  una pena de 10 años y nueve meses de prisión e internamiento psiquiátrico y el pago de indemnizaciones de un total de 47,727,37 euros, no sólo para los agentes que resultaron heridos, sino también para la Dirección General de la Policía y la Guardia Civil, por los daños en el vehículo policial, para la empresa de transportes de un camión que también sufrió desperfectos y para su conductor.

   Según consta en el escrito provisional del Ministerio Público, al que tuvo acceso Europa Press, los hechos se remontan al pasado 4 de marzo de 2009, cuando sobre las 10,20 horas el inculpado conducía un vehículo por una rotonda de la carretera A-345. En la glorieta se encontraban tres guardias civiles efectuando un control de vehículos, quienes, al advertir que el conductor no llevaba puesto el cinturón de seguridad, procedieron con el brazo levantado y haciendo sonar el silbato a darle el alto.

   M.G.A. hizo sin embargo caso omiso a la orden recibida y además, gesticulando a los agentes con la mano y haciendo ademán de no parar, continuó su marcha hacia La Rábita. A los pocos minutos, y mientras los agentes ya habían parado al vehículo que conducía la esposa del inculpado y la estaban multando, el hombre hizo de nuevo aparición en la rotonda circulando "a gran velocidad" y de "forma temeraria" y, tras hacer la rotonda, pasó otra vez con su coche delante de los agentes.

   Ante lo ocurrido, los guardias civiles decidieron subir a bordo del vehículo policial e iniciar su persecución. Cuando aún no se había subido uno de los agentes, el acusado hizo un trompo con su automóvil e inició la marcha en sentido contrario dirigiéndose hacia el coche-patrulla, contra el que impactó violentamente.

   Tras el impacto y a la vez que los otros dos agentes se apeaban aturdidos del vehículo, el del acusado dio marcha atrás para acto seguido acelerar nuevamente dirigiéndose "con ánimo de acabar con la vida" de uno de los guardias, obligando a éste a hacer uso de su arma reglamentaria con la que efectuó dos disparos disuasorios al aire, que sin embargo no impidieron que M.G.A continuara su "homicida marcha" persiguiendo a los tres agentes.

   Por ello, uno de los perseguidos tuvo que arrojarse precipitadamente al suelo para evitar ser atropellado y los otros dos hubieron de salir corriendo por la explanada de tierra existente en el lateral de la rotonda para no ser arrollados. No obstante, uno fue alcanzado por el procesado, que lo levantó en el aire y lo hizo caer al suelo.

   Tras el atropello del agente, el coche del acusado chocó contra un camión que estaba estacionado fuera de la calzada y quedó empotrado en sus bajos provocando además la caída del conductor del mismo.  

   Después de lo sucedido, M.G.A. se resistió fuertemente a los agentes para evitar su detención, para lo que necesitaron además la ayuda del propio conductor del camión siniestrado. Una vez en dependencias de la Guardia civil, y estando ya esposado, también acometió en varias ocasiones contra los agentes lanzándoles cabezazos y golpeando de forma intencionada el cristal de la puerta de entrada al cuartel.

   Como consecuencia del atropello, uno de los guardias civiles sufrió la fractura de una vértebra, otro contusión nasal y dolor de espalda, y el tercero lumbalgia mecánica con importante hernia discal.

   En el momento de cometer los hechos, M.G.A. tenía diagnosticado un trastorno bipolar y en el control de los impulsos asociado al consumo perjudicial de alcohol y cocaína, patrología que, según entiende el fiscal, pudo afectar aquel día a sus capacidades cognitivo-volitivas sin llegar "en ningún caso" a anularlas.

   Por ello, el Ministerio Público contempla para el hombre, que permanece en prisión preventiva desde el 7 de marzo de 2009, la eximente incompleta de enajenación mental y, además de la pena de prisión, solicita su internamiento en un centro adecuado a su anomalía psíquica durante el tiempo de ocho años.

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