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Exposición antológica de José Hernández Quero en la Casa de la Condesa de Torre Isabel

Exposición antológica de José Hernández Quero en la Casa de la Condesa de Torre Isabel

La Asociación Amigos Ramón Portillo, protagoniza para el próximo día 21 de enero, una exposición antológica de pintura,dibujos y  grabados del pintor granadino José Hernández Quero, en la Casa de la Condesa de Torre Isabel con el patrocinio del Delegación Municipal de Cultura del Ayuntamiento de Motril.

Como diría Niocolas Navarro, presidente de la Asociación Amigos Ramón Portillo de Motril, José Hernández Quero se inicia en el dibujo en su ciudad natal, completando su formación en la Escuela Superior de Bellas Artes de Sevilla y en la Académica de San Fernando. Manuel Maldonado, Eduardo Chicharro, Lafuente Ferrari y Rodríguez Acosta serán sus maestros.

Profesor de dibujo y aprendiz incansable, becas y ayudas le permiten ampliar sus estudios de grabado en Roma, Grecia y París, En el Metropolitan de Nueva York investigará la moda y los textiles, profundizando en la cultura oriental durante su estancia en Japón, Numerosos premios recibidos, exposiciones realizadas y obra en los principales museos e instituciones nacionales avalan su oficio.

Excelente pintor, la obra de Hernández Quero sorprende porque con gran sencillez narrativa recrea espacios íntimos, personales, con una belleza lírica ajena a la época en que fueron creados. En su pintura no hay dramatismo, no se siente el paso del tiempo, parece como si todo se hallara en perfecta armonía.

Como buen dibujante, maneja con maestría las texturas y las formas, fruto del dominio de la técnica y de una paciente y elaborada ejecución. Técnica retiniana cercana a la trama de los textiles y del grabado, de las cuales es maestro consumado.

En la exquisita meticulosidad que emana su pintura resalta su peculiar exploración de las superficies, salpicadas de pequeños puntos y precisas líneas que surgen como trazadas por un impulso deliberadamente controlado, planificado, Pintura dibujada mediante el punto y la línea construyendo la luz, luz lorquiana con la que Hernández Quero parece tejer la poética de su lirismo. Probablemente es ahí donde se sitúa el diálogo con el espectador. Son obras que gustan y atrapan porque la armonía y quietud que su autor les imprime se traslada a quién las contempla. Ante sus cuadros se tiene la impresión de estar ante la obra de un artista que percibe lo que le rodea como una evocación, como un recuerdo por él soñado. Pintura amable, complaciente, cuyas referencias, quizá, haya que buscarlas en su propio mundo interior. De su obra se desprende el amor al trabajo bien hecho, su buen hacer y, sobretodo, una extremada sensibilidad que trasciende lo cotidiano para convertirlo en poesía.

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