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El Ayuntamiento de Motril otorga la Medalla de Oro de la Ciudad a un “alcalde ejemplar” Enrique Montero López

El Ayuntamiento de Motril otorga la Medalla de Oro de la Ciudad a un “alcalde ejemplar” Enrique Montero López

Carlos Rojas: “Enrique Montero es y seguirá siendo el “alcalde ejemplar” de Motril, amante de su tierra y sus gentes, querido por muchos por encima de colores políticos,  meticuloso y trabajador en favor de su ciudad”. 

La Casa Condesa de Torre Isabel ha sido el escenario hoy sábado para homenajear a un “gran alcalde”, entre los años 1941 a 1951 Enrique Montero López . El acto ha contado con la presencia de miembros de la corporación municipal y la familia Montero. 

Este galardón, que fue aprobado en pleno el pasado 29 de octubre nace a petición expresa de sus familiares y reconoce la ardua labor que llevó a cabo Montero durante sus años de gestión al mando del Ayuntamiento de Motril. 

El alcalde de Motril, Carlos Rojas, ha recordado que durante su intervención que “la nota de prensa publicada en el periódico El Faro el 26 de febrero de 1945 ya anticipaba, como una profecía, que la ciudad de Motril tendría con este alcalde un especial reconocimiento. en las líneas de este periódico el cronista del diario anhelaba  “que un día no lejano, será ocasión de levantar el velo de la modestia para que enrique montero pueda recibir testimonio de la gratitud motrileña”. Hoy ha llegado ese día en el que este motrileño, enamorado de su tierra y comprometido con hacer de ella un mejor lugar donde vivir, saborea las mieles de este merecido reconocimiento a su labor”. 

Rojas además indicó que “los Montero son una saga que ha llevado a Motril por bandera hasta todos los rincones de la geografía española. han sido y son nuestros mejores embajadores y conservan en cada barrica de  ron toda la tradición de nuestra tierra...el sabor de Motril. 

Enrique Montero López en sus diez años de proyectos y gestión al frente del Consistorio desde 1941 al 51, llevó a cabo la ampliación de los regadíos de Motril, la desecación de la zona del Jaúl y la canalización del Río Guadalfeo, y la restauración de la Iglesia Mayor, proyectos de los cuáles el mismo declaró sentirse satisfecho, “una empresa de la mayor trascendencia para la economía motrileña y un potente generador de empleo para trabajadores en paro”, como así lo apuntan los documentos de la época. 

Otro de los grandes hitos dentro de su trayectoria como alcalde fue la remodelación y ampliación del hospital de Santa Ana, al que dotó de un pabellón antituberculoso y un centro secundario de higiene rural. Por este motivo le fue concedida la encomienda con placa de la orden del mérito sanitario, costeada mediante suscripción popular por sus desvelos y sacrificios en el desarrollo sanitario de Motril. 

Al alcalde Enrique Montero también se le atribuye el mérito de la llegada de aguas potables al Varadero, la cesión de solares al patronato de Santa Adela para la construcción de viviendas baratas o el abastecimiento de agua potable y alcantarillado en el barrio de Capuchinos. 

Montero quiso conservar todos los símbolos que identifican a Motril, sus raíces y su arraigo, sin dejar atrás por ello la idea de progreso, para que en las calles y plazas convivieran  tradición y  modernidad entroncadas en un mismo prisma. En esta línea, fue el responsable de la urbanización y adecentamiento de calles y plazas, que comenzó con la Plaza de Burgos y Plaza de España, en la que encarga el proyecto-homenaje al Cardenal Belluga, que plasma en una escultura encargada al escultor Fernando Correa y que finalmente sale de las manos de Pablo Coronado.

Desafortunadamente, la intachable trayectoria de este “alcalde ejemplar” se ve truncada en 1951 por una enfermedad que le obliga a retirarse de la alcaldía de su ciudad porque le fallaban las fuerzas.

Carlos Rojas ha subrayado que “Enrique Montero es y seguirá siendo el “alcalde ejemplar” de Motril, amante de su tierra y sus gentes, querido por muchos por encima de colores políticos,  meticuloso y trabajador en favor de su ciudad...Sin dejar de ser por ello el patriarca de los Montero, el que es recordado en las reuniones familiares más de medio siglo después. enrique montero al que le gustaba comerse un plato de huevos fritos y espichás, la persona austera pero tremendamente generosa. El padre de María, Rosario, Enrique, Concha, Amelia y Francisco[1], autor del Ron Pálido Montero y del regusto dulce que nos brinda al recordarlo, que perdurará en la memoria y el corazón de todos los motrileños”.

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