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Setenta y dos discapacitados practican submarinismo con el Club de Buceo Glup Glup

Setenta y dos discapacitados practican submarinismo con el Club de Buceo Glup Glup

 

ELCORREO.COM.- Se liberan de sus sillas y de los aparatos que necesitan para moverse por tierra, se sumergen en el agua y, sin necesidad de más instrumentos que una bombona de oxígeno, experimentan una sensación de autonomía única. Algo imposible en tierra y que bajo el agua es algo parecido a valerse por ellos mismos.
Así, explican los monitores cómo es la experiencia de practicar buceo adaptado para las personas con discapacidades físicas. «Son sensaciones tridimensionales, el hecho de no estar apoyado, estar suspendido en el agua, les da una gran sensación de libertad», afirma José Manuel del Pozo, presidente del Club de Buceo de Motril.

’Un mar sin barreras’ es el nombre de dos días en los que aquellos que menos acceso podían tener al buceo disfrutaron de las profundidades del Mediterráneo.

60 voluntarios buceadores, 50 monitores y equipos de Cruz Roja y Protección Civil se sumaron al Club Deportivo de Buceo Glup Glup Motril para llevar a cabo las jornadas, que alcanzan ya su cuarta edición. Cerca de 200 personas se unieron para conseguir que los 72 participantes con distintas discapacidades disfrutaran gratis de esta iniciativa.
El primer día, se familiarizaron con los instrumentos en una piscina para adentrarse el segundo día en el fondo del Mediterráneo.

Al finalizar las jornadas los monitores explicaban sus sensaciones. «Es una sensación personal muy gratificante», confesaba José Manuel. «Cuesta mucho llevar a cabo estas actividades, lamentablemente, solo podemos permitirnos realizarlas una vez al año porque conseguir apoyo económico es muy difícil ahora».
El curso se ha llevado a cabo gracias al patrocinio de las empresas privadas ya que el ayuntamiento solo ha podido contribuir con la cesión de las infraestructuras.

Los organizadores se sienten agotados al acabar las jornadas, pero con solo ver las sonrisas de los participantes recuperan las energías para volver a organizar estos eventos las veces que sean necesarias. «La gente piensa que el buceo es un gueto cerrado pero en realidad es un espacio para la camaradería y eso es algo que se transmite a todos los que participan», comenta uno de los voluntarios

 

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