DIA 38. CON VIRGILIO EN EL SOFÁ. "EL QUINTO ESPERPENTO" por Miguel Ávila Cabezas
Cada día que pasa la tal Cospedal (con mantilla o sin ella) se me va pareciendo, Virgilio, y no sé si sospechosamente, al José Mota de sus imitaciones. Quiero decirte que cuando la secretaria general de la cosa nostra aparece en televisión para dar explicaciones, que las tiene, por supuesto, sobre el asunto ese de los sobres del Bárcenas (¡que levante la mano a quien no le hubiese gustado que el dichoso tesorero del PP le hubiese pasado por debajo de la mesa de camilla, o a la remanguillé, uno de los invisibles sobres, aunque tan sólo hubiese contenido cinco mil euros del ala derecha de la gaviota azul!), digo que cuando se pone a dar explicaciones a mantilla quitá y con esa parsimonia manchega de arreburro que nos pillan se transforma en una caricatura de sí misma. “No lo sé. No lo sé. Pero si hay algo, se sabrá”, responde la interfecta a preguntas de los periodistas sobre aquello de ¿qué se fizo el rey don Juan? / Los infantes de Aragón / ¿qué se ficieron? Hay que ver, Virgilio tuyo, qué bien modula esta señora cuando se trata de responder a preguntas tan retóricas. ¿Y qué hay de los sobres?, insisten los folicularios. ¿Otra vez con eso de los sobres…? ¿Pero de qué sobres me hablan ustedes? De qué sobres va a ser, insisten los reincidentes, de los del Bárcenas. ¿De quién? De los del Bárcenas. ¡Ah, de ese! Ese ya no es de los nuestros. Hace tiempo que se pasó al PSOE. Pero… pero… Lo que yo le diga, si es que les das la mano y acaban quitándote hasta el anillo de casada como Dios manda. Si quiere que le sea sinsera, a mí no me consta sobre alguno y, si lo hubiera, sepa usted que, caiga quien caiga, cada palo deberá aguantar su vela o cada jumento su Álvarez Cascos. ¿Incluido el Bribón del Rey?, pregunta ingenuamente una becaria en prácticas que, ante el gesto de estupor de sus compañeros de fatigas informativas, aclara: Me refiero al barco. ¡Ah!, exclaman todos al unísono. Y la Cospedal, sin cambiar de sitio ni una tirita de su impertérrita expresión, replica fríamente: Señorita, aquí no hemos venido a hablar de barcos. ¿Y qué quieres que te diga yo, gato narcoléptico? Que este país nuestro se va pareciendo cada vez más a una corte de los milagros en la que hasta el más enano juega de pívot en la NBA y al más tonto se le elige presidente de gobierno. ¡Ay, si Don Ramón María del Valle-Inclán levantara la frondosa cabeza y con sus ojos de luz profunda viera lo que está pasando… Entonces, antes de regresar corriendo al universo paralelo del no-ser, aprovecharía “la más alta ocasión que vieron los siglos” (Cervantes…, siempre Cervantes…) y no perdería ni un segundo en tomar buena nota de esta grotesca deformación de la realidad reflejada en los espejos cóncavos de la política, la economía, la justicia, la sanidad, la educación… España siempre como esperpento, la poética del naufragio, la ruina total. ¿Tú cómo lo ves?
- (De espaldas al interlocutor, vuelve lentamente su perlada cabeza.) De tanto cerrar los ojos a lo que impunemente se estaba fraguando ante vuestras atrofiadas narices os habéis quedado completamente ciegos y sin olfato. Ciegos de no querer ver. Ciegos complacidos y consentidores. Y de aquellas anosmias… estos lodos.
- Max, digo Virgilio, no te pongas estupendo con el vocabulario. Se hace lo que se puede y lo que nos dejan. Ahí tienes, sin ir más lejos, el 15-M y todas las demás plataformas reivindicativas, que las hay hasta esotéricas y paracientíficas.
- No me vengas con cachondeos, que no está el horno para bollos. Y menos que lo va a estar como no os decidáis de una vez por todas a tomar verdaderas cartas en el asunto y limpiar de basura e inmundicias los sacrosantos altares de la patria.
- ¿Pero… cómo, si todo está tan borroso?
- (Comprensivo.) Anda, enciende el televisor que van a dar las cuatro menos veinte.
- (Contento.) Menos mal que siempre nos quedará “Saber y ganar”.
- (Irónico.) O “Gandía Shore”.
- (Vencido.) Ya.
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