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CON VIRGILIO EN EL SOFÁ. DÍA 54: LA VOZ por Miguel Ávila Cabezas

CON VIRGILIO EN EL SOFÁ. DÍA 54: LA VOZ por Miguel Ávila Cabezas

Mientras el Arzobispado de Granada, a través de su editorial Nuevo Inicio, publica un libro con el emblemático título de Cásate y sé sumisa, de la postfeminista italiana Costanza Miriano, el Granada CF sueña, ya, con la Champion (“¡Lavín, chavea, de aquí a ná ya estamos en la Champion!”, pronúnciese las palatales con la contundencia que al histórico momento corresponde) y en “La Voz” andan a la gresca con sus batallas canoras (mi antigua alumna de Casablanca, Leyna Sadki, fue robada, así sensu lato, en un último suspiro por Antonio Orozco, el de la eterna risotada), “Saber y ganar” ha entrado en una estadio de alarmante descapitalización con el matemático Manu ya convertido en magnífico, ¡y ello en tan sólo seis programas seis! ¡Ay, si todos los gatos fueran como la mujer que preconiza en su best-seller de autoayuda nuestra prolífica, y por supuesto sumisa, madre Costanza, otro gallo subliminal a más de uno nos cantaría! ...Pero no, quien errático vaga por esta selva de los constructos tiene de sumiso lo que el menda de Papa Francisco, Mario Vaquerizo, Alaska o amantísima madre y esposa entregada a la causa de la testosterona… nuevamente por citar.

Y hablando de voces, la otra tarde estaba yo dale que te pego con los comentarios de texto de mis nunca lo suficientemente ponderados, y siempre incomprendidos, alumnos de 2º de Bachillerato, cuando entre deslavazamientos expresivos, interpretaciones insólitas y otros desbarajustes en la cosa crítica, me pareció oír la de Virgilio que sin duda a mí se dirigía desde el más allá de este mi acá en unos términos harto chocantes y extemporáneos para un gato tan… tan… actual e interior como es él.

Algo extraño está pasando por estos mis adentros y yo, como el marido enastado, seré, como siempre, el último en enterarme. Creo, y considero que no me equivoco, ni siquiera… esto… ni esto, al pensar que Virgilio se me está metamorfoseando en el limbo magmático y está impregnándose, consiguientemente, de las distintas formas y singularidades que su fondo atesora: literarias, gansteriles, epicúreas, sensatas, imprudentes, metafísicas y místicas, por citar de nuevo. En la referida ocasión el muy malaje se me puso picaruelo a la par que almidonado. Que me lo pregunten a mí que a causa de ello quedeme tan de piedra como el claustro de Santo Domingo de Silos, con el permiso de don Gerardo (el del hiperbólico “chorro que a las estrellas casi alcanza / devanado a sí mismo en loco empeño”).

Dejo aquí, para la estupefacta posteridad, algunos retazos de su elocuente y singular, si escueta, versación: “Pues sepa vuestra merced que gato soy y Virgilio me llaman y nací no junto al río Darro ni aún menos junto al Guadalfeo sino del seno de mi santa madre gata en casa de posibles, ¡vive Dios!”. Lo de flipar es poco comparado con lo que en aquel preciso instante sentí como latigazo de asombro: ¡Virgilio manifestándoseme en tono epistolar, al estilo de un Lázaro redivivo y transferido desde la ciudad de Salamanca y el siglo XVI a este tiempo colmado de inmundicias y a este enclave africano de mis diarios desvelos! ¿Qué habrá querido comunicarme el gato escurridizo? ¿Que ha vuelto como el PSOE para barrer toda la basura que se ha venido acumulando durante los dos últimos años en las sentinas del reino? ¿Y la de antes de que cogieran las riendas del caballo cojo los impostores de la Cosa Nostra, quién la limpia, o dónde fue a parar? El PSOE ha vuelto y todos nos sentimos, más que pletóricos, exultantes, que viene a ser lo mismo. ¡Por fin una bocanada de aire fresco para nuestros sofocados pulmones! ¡Ya era hora, vive de nuevo Dios! Tras la adversidad, la fortuna. ¿Habló en clave, Virgilio? ¿Él ha sido el primero en ver la luz al final del agujero de gusano en que nos hemos metido por nuestra inconsciente cabeza? ¿Acabaremos todos de pregoneros de vino en la ciudad de Toledo? Pero… entonces… ¿quién cavará las viñas? Y el morapio, ¿quién se lo beberá? ¿Los de siempre? ¿Y quiénes son los de siempre: los de hoy? ¿Los de antes? ¡Ufff! ¡Cuánta trabajaera me da este Virgilio de los congojos! ¡Tengo la ídem hecha un auténtico lío! Por más vueltas y revueltas que le doy a la cabeza nada entiendo del sentido último y de la intencionalidad de sus palabras… ¡Virgilio, Virgilioooo!, ¿por qué me has abandonado? ¿Dimitirá Wert? ¿Lo hará antes la Botella? ¿El Ministro de Industria, Energía y Turismo es un clon de Aznar? ¿Lo es Aznar del supradicho? ¿Quién es quién en este circo de lo grotesco? Lo que digo: aquí la única que lo tiene claro es nuestra amantísima consorte Constanza. Por la gloria de mi mare, que diría el inefable.

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