Llegaba febrero, febrerillo loco, que igual nevaba, te asabas de calor o tiritabas, y con él, el oloroso preludio a la “temporá”, esa época del año, dulzona y fabril, donde la infraestructura empresarial de las fábricas de azúcar daban los últimos toques a la maquinaria para su inminente puesta en marcha. Ya se anunciaba la próxima llegada de los forasteros o “follargos” palabra esta con la que, en nuestra jerga local confirmamos a las gentes que provenientes de los pueblos colindantes, se harían cargo de la corta monda y acarreo de la caña de azúcar. Atentos a tan dulce arribada, unos lo harían en las extensas plantaciones a la par que otros, “ventaneros” y “arrimaores”, se la veían y deseaban para que al conductor de las cañas en las fábricas no les faltara su ineludible y necesaria “comía”
Otro que hacer, bien distinto era el que, llegadas estas fechas, acaparaba la atención de otras empresas. Era la que conformaba la dirección y gerencia del coliseo Viñas, por entonces en directa competencia con el Teatro Calderón. Con inusitada atención y no menos interés,( para su bolsillo claro)el empresario preparaba la programación de estos días en los que la población casi se duplicaba, a la par que las ansias de divertimento por parte de los motrileños y los que estaban por llegar… y el CINE , y no digamos las tabernas, eran insustituibles al decir de cineastas y bebedores. Y era así como un año más, una película, un título que pasaría a la ser toda una institución para la pantalla del Coliseo Viñas era programado de nuevo en esta temporada. Se trataba de “LA LOLA SE VA A LOS PUERTOS”, la cinta que más veces proyectó en el cine de la calle Nueva. Su estreno tuvo lugar el día 27 de marzo de 1948 en plena recolección de la caña de azúcar y ya se haría poco más que imprescindible con la llegada de cada “temporá “ cañera.
Llegó a proyectarse diez o doce veces, casi año tras año, convirtiéndose por tanto en la película que mayor recaudación obtuvo en toda la historia del cine en Motril. Ello trajo aparejado la imprescindible actuación personal en nuestra ciudad de su principal protagonista, la encantadora JUANITA REINA, y ello, no podía hacerse esperar, después de haber disfrutado a la grande con sus inolvidables películas. Quien no recuerda títulos como la BLANCA PALOMA, CANELITA EN RAMA, MACARENA, SERENATA ESPAÑOLA, VENDAVAL, LOLA LA PICONERA, GLORIA MAIRENA, AEROPUERTO, SUCEDIÓ EN SEVILLA, O LA NOVIA DE JUAN LUCERO o bien la susodicha LA LOLA SE VA A LOS PUERTOS.
Cinco años después de este estreno, el día 18 de mayo de 1953, curiosamente también en plena campaña azucarera, los motrileños íbamos a tener la oportunidad de admirar en persona a la más genial tonadillera del momento. Casi medio Motril, diría yo se dirigía a media mañana, camino de la Posta, a recibir a su artista predilecta, sabedor de su desplazamiento desde Granada, donde dos días antes había actuado en el Teatro Cervantes. El multitudinario recibimiento era acompañado desde el aire por una avioneta que, lanzando propaganda del acontecimiento, planeaba sobre nuestro pueblo. Ello motivó que algunas personas, alarmadas por las atrevidas maniobras del aparato en cuestión, tuvieran cierto recelo al recordar bélicos tiempos, ya por fortuna pasados, a pesar de que , alguien ( de seguro antiguo combatiente)Tratando de calmar al personal les gritara muy seguro de su consejo “Tranquilos, tranquilos, no asustarse, no asustarse … que son de los nuestros…”
Con llenos a rebosar en las funciones de tarde y noche hacía su presentación el extraordinario espectáculo de JUANITA REINA, con el estreno de la fantasía lírica de Quintero, León y Quiroga “EL PUERTO DE LOS AMORES”. Esto de los puertos le iba bien a JUANITA y el nuestro no podía desmerecer sus marineros gustos.
Ahora que la copla luce en su máximo esplendor, he querido homenajear desde estas líneas a la que para mí, fue la más grande luminaria de la canción española, JUANITA REINA. Habría mucho que hablar sobre la estancia en Motril de tan exímia artista. Lo dejamos para nuestro próximo encuentro ¿vale?