El director del Centro Mediterráneo de Almuñécar (UGR), Francisco García Casanova junto a Juan María Casado,publica un libro sobre la cultura audiovisual
“De la cultura audiovisual y de sus entornos, dependen, según se viene constatando, los comportamientos sociales masificados de los individuos, que no en poca medida han perdido la noción tradicional de ciudadanía, acostumbrados a ser considerados como meros consumidores por los medios radio-eléctricos”. Así se expresa el catedrático de Filosofía y director del Centro Mediterráneo de la Universidad de Granada, Juan Francisco García Casanova, en el libro “El servicio público y la televisión”, donde se recogen las ponencias presentadas en el curso homónimo organizado el pasado año en Almuñécar por el Centro Mediterráneo de la Universidad de Granada.
El volumen, en el que el profesor García Casanova comparte responsabilidad editorial con Juan María Casado Salinas ve la luz en pleno debate sobre el futuro de la televisión en nuestro país, y muy especialmente coincidiendo con la puesta en marcha de los nuevos canales de televisión digital terrestre. Así, en este libro de más de 250 páginas, participan profesores, especialistas y profesionales del medio audiovisual que, desde posiciones diversas, sostienen la necesidad de mantener el servicio público en este área y tratan de los grandes temas que preocupan a profesionales y ciudadanos: la definición del propio servicio público, la educación, el tratamiento de género, el público, el pluralismo, el futuro tras la digitalización, así como los mecanismos de control y los valores constitucionales que están en juego
Según el profesor García Casanova: “La cuestión de la televisión como servicio público es un asunto crucial en un mundo como el nuestro en el que todo parece haber cambiado. La experiencia de este tsunami virtual que ha arrasado nuestra historia occidental, por obra y gracia de la cultura televisiva y de internet nos tiene que llevar a una reflexión profunda sobre lo que está acaeciendo, a su por qué y, de manera especial, a debatir las alternativas”.
Los espacios culturales sobrevenidos con la irrupción de nuevas lógicas y nuevas sentimentalidades, derivadas de la estructura de los nuevos medios de comunicación, afirma el profesor de Filosofía, “nos dejan a todos los que consideramos el tiempo como constituyente esencial de la cultura y del espíritu que la produce, huérfanos de aquel otro, el gran espacio cultural de procedencia ilustrada, que hasta hace bien poco alimentaba y daba firmeza al horizonte de referencia de creencias y teorías vigentes hasta los últimos decenios del siglo veinte”.
Para el profesor Juan Francisco García Casanova, la cultura en nuestros días “se parece más a un caleidoscopio que deslumbra, sorprende y que a veces ciega, que a una luz que ilumina el camino. De esta manera la cultura se nos está ofreciendo a través de los medios de comunicación en un conjunto de redes de significados que el sujeto espectador va tejiendo para entender el mundo, con los materiales y contenidos que cada medio y cada programa o emisión le transmite. La pluralidad de sentidos y el derecho a la diferencia, distintivos fundamentales de nuestro mundo post-ilustrado, han acabado con los modelos unidireccionales de la comunicación, constituyentes de la concepción del mundo durante gran parte del siglo XX, donde todavía estaba vigente la axiología de los grandes relatos emancipadores del siglo XIX”.
En palabras del director del Centro Mediterráneo de la Universidad de Granada, los medios de comunicación de masas han dejado de ser, subrepticiamente, meros instrumentos de difusión cultural para convertirse en los grandes productores de cultura. “Todo saber y toda técnica --asegura-- han de amoldarse al lenguaje y a la sintaxis de los medios. Si no es así, los contenidos no serán percibidos y en consecuencia no existirán.
Esta tiranía de la imagen que indudablemente vale más que mil palabras en la nueva sintaxis televisiva es sumamente potente y cuando se une a la utilización dinámica de los tiempos y de los espacios se convierte en un instrumento poderosísimo de sugestión sin que la lógica racional tenga demasiadas posibilidades de intervenir como ocurría en los discursos tradicionales, tanto escritos como hablados, pasando a ser esta cultura televisiva un instrumento de dominación ideológica, como en su día denunciaran los frankfurtianos, en especial Adorno”.
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