Visto para sentencia un intento de violación a una niña de 14 años en Motril
Granada Hoy.- "¡No puedo más! ¡No puedo más!". De repente, la víctima, una niña de 14 años que estaba relatando ayer en la sala de vistas de la Sección Segunda de la Audiencia de Granada el intento de violación que supuestamente sufrió en Motril en mayo del año pasado, alzó los brazos y comenzó a tener espasmos. Probablemente, su juventud, unida a la tensa situación de encontrarse ante adultos subidos en un estrado con togas negras y haciéndole preguntas incesantes, hicieron estallar su nerviosismo.
Sus súbitos gritos, lloros y temblores pudieron con todo protocolo y, pese a que el agente judicial ya se había apresurado a atenderla, el magistrado que presidía el tribunal no dudó en abandonar su sillón para acercarse a calmarla. "Tranquila, no te pongas nerviosa, no va a pasar nada, lo estás haciendo muy bien", dijo el juez en tono paternal, al tiempo que instaba a que avisasen a la madre.
Entre el agente judicial y el padre, que se encontraba entre el público asistente al juicio, trasladaron a la menor a una banca de la sala, donde la recostaron. "¿Estás mejorcita?", le preguntó el magistrado. Alguien trajo un vaso de agua y la niña se fue tranquilizando paulatinamente. En la sala, se entremezclaban miradas atónitas y gestos de preocupación.
Aunque es normal que en los juicios afloren de una u otra forma los nervios tanto en los acusados como en los testigos, no son habituales crisis como la ocurrida ayer, un ataque que se repitió minutos más tarde. La víctima volvió a tener convulsiones cuando su amiga entró para testificar y comenzó a ser interrogada por el fiscal. En ese segundo episodio nervioso, la niña fue sacada al pasillo por su progenitor. Ambas menores declararon al final de la sesión y no lo hicieron tras una mampara.
El desarrollo del juicio estuvo marcado por "contradicciones en determinados matices" de los hechos. Así lo reconoció en su informe final el fiscal, que, no obstante, mantuvo los cargos contra Valentín S., que se enfrenta a 9 años de prisión por un delito de agresión sexual en grado de tentativa.
Valentín es el único acusado por aquel presunto intento de violación, que habría tenido lugar en un "callejoncillo" próximo al bar El Baguetón de Motril en el que, según las niñas, participaron dos individuos, uno rubio y otro moreno. El acusado es de pelo oscuro, de nacionalidad rumana, lleva en España desde octubre de 2003 y se encuentra en situación de prisión provisional.
Según su versión, el día de autos, el 7 de mayo de 2005, él y otros compatriotas se hallaban en el citado bar. Estaban sentados en una mesa y, en un momento dado, una de las dos niñas comenzó a proferir insultos. "Nos insultaba a nosotros; se sentía molesta porque pensaba que los que estaban conmigo en la mesa la estaban mirando", afirmó el extranjero.
De acuerdo con su relato, él estaba de espaldas y no habló con ellas, si bien se percató de que una de las dos se comportaba "de un modo extraño" . Además, vio cómo dicha niña hizo una llamada de teléfono a sus padres antes de marcharse con su amiga.
Un rato después los progenitores irrumpieron en el bar. "Las chicas nos señalaron y el padre comenzó a pegarnos", aseveró Valentín. En ese momento, el acusado y su grupo abandonaron el local a la carrera. Sin embargo, también había acudido al establecimiento el hermano de la supuesta víctima, que persiguió con una moto al acusado hasta que logró alcanzarlo en una calle situada a 700 metros del bar. Por eso fue detenido. Los compatriotas del acusado corroboraron su declaración.
Los testimomios de la víctima y su amiga fueron bien distintos al de Valentín. Ambas coincidieron en que aquel día observaron en el bar a un grupo de rumanos que comenzó a molestarlas, llegando a plantearles ir a un domicilio a ver "una película porno". Como quiera que se pusieron nerviosas, decidieron marcharse del local, pero dos de los individuos salieron tras ellas.
Según sus relatos, los extranjeros alcanzaron a la supuesta víctima en un callejón próximo al establecimiento y la tumbaron. Uno de ellos, "el moreno" sujetó las manos a la niña tras la cabeza, mientras que "el rubio" le desgarró la camiseta y las medias, sin llegar a más gracias a la intervención de la amiga, que primero llamó a un portal pidiendo auxilio a "una viejecilla" y después "agarró del cuello" al agresor. Las dos afirmaron que los individuos llevaban "cuerdas" en los bolsillos e identificaron al acusado como uno de los agresores –la amiga de la supuesta víctima no con total seguridad–.
La defensa del extranjero, que ejerce el letrado Carlos González Martín, solicitó la libre absolución. El caso quedó visto para sentencia.
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