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El Jamonero de Trevélez en prisión después de haber sido localizado en El Caribe

Antonio Herrera, conocido como el "jamonero de Trevélez", que está acusado de estafar más de 25 millones de euros a vecinos de la Alpujarra granadina, se ha autoinculpado en su declaración ante el juez, a quien ha pedido ingresar en prisión para evitar posibles represalias.

Herrera, contra quien el titular del Juzgado de Instrucción 1 de Órgiva (Granada) ha dictado un auto de prisión comunicada y sin fianza, ha reconocido muchos de los hechos que se le imputan, aunque ha negado haber cometido una estafa, atribuyendo lo ocurrido a una mala marcha de su negocio, han informado a Efe fuentes del caso.

En su declaración ante el juez, el jamonero ha señalado que tuvo que marcharse al Caribe por las amenazas y presiones que había recibido, motivo por el cual también ha pedido hoy al magistrado que ordene su ingreso en prisión.

Herrera ha relatado que, cuando huyó de Granada, ya estaba prácticamente arruinado y que incluso tuvo que pagarse el viaje con una tarjeta de crédito.

En la República Dominicana, donde fue detenido recientemente por la Interpol, Herrera se dedicó, han precisado las fuentes, a distintos asuntos inmobiliarios, principalmente a tareas de intermediario y a hacer trípticos y dípticos para empresas.

En su declaración, que se prolongando durante más de tres horas, el jamonero ha exculpado de los hechos a su mujer y a su familia y se ha considerado un hombre arruinado, por haber perdido a sus allegados y a su negocio.

Al jamonero, que permanecía en paradero desconocido desde principios de otoño de 2004, se le imputan los delitos de estafa continuada, apropiación indebida, contra la hacienda pública, alzamiento de bienes y otro de tipo societario.

Según la Guardia Civil, Herrera consiguió hacerse con más de 25 millones de euros después de convencer a más de trescientas personas para que invirtieran sus ahorros en la empresa de jamones a la que se dedicó tras dejar su trabajo como director de una sucursal bancaria en Trevélez.

Prometió a los inversores un beneficio del 16 por ciento anual y se comprometió a pagarles en especie -es decir, con jamones- si la empresa no funcionaba y, además, las cantidades prestadas no eran declaradas a la Hacienda Pública.

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