Cumpleaños de la autovía Granada- Motril
GRANADA HOY.- La autovía que une la Costa Tropical con Granada (A-44) cumplió el pasado 21 de mayo un año desde su inauguración por el ministro de Fomento, José Blanco, que en una de sus primeras intervenciones en el cargo recordó que esta vía de comunicación es "una gran obra de ingeniería civil no exenta de complicaciones". Debido a ésta y a otras razones, tardó 20 años en construirse. También ha sido de las más caras, con un coste medio de cada uno de sus kilómetros de 14 millones de euros, el equivalente a un kilómetro de alta velocidad.
El ministro señaló que la que se llamaría Autovía de la Costa Tropical suponía "acercar la playa a Granada, la mejora de las entradas y salidas de mercancías y pasajeros desde la Costa, reducir el tiempo de viaje y mayor seguridad vial". Y así ha sido. Desde hace un año, los viajeros procedentes de Granada pueden alcanzar el litoral en tan sólo 35 minutos, lo que ha supuesto una auténtica revolución en las comunicaciones de una comarca que arrastra un atraso histórico en el capítulo de infraestructuras.
Blanco añadió aquel glorioso día que a partir de esa fecha "se acabaron los atascos hacia la Costa". En eso sí que equivocó, las colas siguen, ya que los vehículos se encuentran al final con el embudo de la N-340 y, todavía, los conos. Hasta que no se termine la A-7 (la fecha prevista es esta legislatura) no se pondrá en funcionamiento la famosa Y invertida y, por tanto, continuarán los problemas de circulación que se acrecientan en verano.
Los atascos de estos días han sido como consecuencia de la gran afluencia de vehículos al litoral por el puente del Corpus, pero hace dos semanas fueron a causa del corte de un carril, en concreto, en el kilómetro 181, a la altura de Vélez de Benaudalla, provocado por un desprendimiento. En este punto se han producido ya varios problemas por la misma razón, de ahí que sea frecuente la presencia de operarios en este lugar.
El hecho de que se termine una autovía no quiere decir que todas las labores hayan finalizado. El pasado 16 de abril el Consejo de Ministros autorizó obras complementarias en el tramo Ízbor-Vélez de Benaudalla, que por su complejidad -tiene 2 enlaces y 6 viaductos-, pese a tener tan sólo 10 kilómetros costó 142 millones de euros. Estas labores "complementarias" tienen un coste de 32.251.565,43 euros (lo que puede costar un tramo de la A-7 actualmente), y consisten en el mantenimiento del viaducto del Guadalfeo, demolición de las pilas provisionales de apuntalamiento y traslado a vertederos o restauración ambiental y paisajística.
Anteriormente, también se llevaron a cabo actuaciones por los daños sufridos por las fuertes lluvias de este invierno, que ascendieron a 7.447.769,54 euros y que se repartieron entre la A-44, la A-7 y las carreteras nacionales 340, 432 y 323.
Como no llueve nunca a gusto de todos, hay quien ha visto en la autovía un avance (la mayoría) y otros la perciben como una desgracia. En el primer caso, Playa Granada y Salobreña han sido las grandes beneficiadas, ya que los turistas ávidos de tomar el sol y darse un baño buscan el lugar más cercano sin tener que sufrir más en el coche.
Al mismo tiempo, algunos negocios que durante años fueron parada obligada en el camino hacia la Costa, ahora se han visto aislados, sobre todo, los localizados en Vélez de Benaudalla. La costumbre de comprar pestiños también se ha resentido. "Ahora nos dicen los clientes que se pasan y que cuando se quieren dar cuenta ya están muy lejos", comenta Eli, de Roscos y Pestiños Conchita. Para Miguel Parra, del Restaurante El Puente, también ha supuesto un bajón en el negocio, aunque su cliente tipo no fuera el "de paso".
La alcaldesa de Vélez de Benaudalla, Pilar Peramos, cree que los que pasaban estando de viaje por la localidad ahora lo siguen haciendo con otros reclamos, como el jardín nazarí, por ejemplo, pero admite que los que más han perdido han sido los de la carretera N-323, en la que la mayor parte del tiempo no pasa ni un alma.
Allí hay dos restaurantes que han cerrado desde que se inauguró la autovía: Las Palmeras y El Frenazo. Los otros sobreviven como pueden, aunque apuntan a que sus pérdidas rondan entre el 50 y el 60%. Son en concreto, 10 negocios que sostienen a 80 familias. Andrés Ruiz, gerente del Hotel Restaurante La Brasa es el portavoz del colectivo de afectados por la autovía de Granada. Pide que las administraciones les ayuden a salir de esta penosa situación.
Una posible solución a la que apuntan algunos dueños de estos negocios -entre los que hay cuatro restaurantes y dos gasolineras- es por qué no se ha abierto un tramo que esté terminado desde que se finalizó la autovía. En concreto, enlazaría la A-44 (pasado Vélez) con la N-323 a unos pocos kilómetros más adelante (en dirección a la Costa) de las dos gasolineras que hay una frente a otra en Panata. Las respuestas por parte de Fomento pasan por decir que ese tramo no presenta las garantías de seguridad aconsejables. Y ellos se preguntan: "¿Entonces, por qué lo construyeron?".
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