Blogia
Motril@Digital

GOCEMOS DE LA GRATUIDAD por Ignacio Peláez Pizarro

GOCEMOS  DE  LA  GRATUIDAD por Ignacio Peláez Pizarro

Vivimos tiempos recios, que diría Teresa de Ávila. Tiempos de crisis económico-financiera y sólo oímos hablar de bajadas y subidas de bolsa, de deuda de los Estados y Comunidades, de quiebra de empresas, de hipotecas impagadas…El sistema económico neoliberal, que ya nos convirtió en arrinconando los valores humanos personales, ha conseguido que sólo hablemos de euros, de ahorrar para poder llegar a fin de mes. El sistema ha logrado que, además de entregarle nuestro dinero, le entreguemos también nuestra atención y nuestro interés. 

Con tales preocupaciones vamos vaciando nuestro corazón de los grandes valores humanos, sin los cuales no se puede vivir con dignidad de persona. El sistema ha establecido como norma ese “vacío de valores” y ha extendido por el mundo un silencio de muerte, como decía Nietzsche cuando habló de la muerte de Dios. Así nos vamos incapacitando para vivir conscientemente y gozar de los pequeños y grandes goces que la vida nos brinda; pequeñas y grandes alegrías, que son el aliento, la fuerza, que nos ayuda a andar con dignidad por este “valle de lágrimas”. 

Uno de esos grandes valores es la gratuidad, lo gratuito. Sin él no podremos vivir con hondura la condición humana; ni entenderemos a quienes dan su vida en servicio de los demás; ni siquiera podremos gozar serenamente de la vida. Porque es lo más genuino de la persona: gratuito es el amor, la libertad, la esperanza: la vida. Gratuito es el sol, el mar, la estrella y el paisaje. Gratuita es la amistad, la fe, la ilusión. Gratuito es Jesucristo y su mensaje liberador. Gratuito es Dios. 

No reduzcamos lo gratuito a <>. Esa es la respuesta que suele darse a la pregunta de qué es gratuito. Y así ponemos lo gratuito ante el dios-dinero y sale perdiendo, porque el dinero es el metro, lo que dicta qué vale y qué no. 

Con ese reduccionismo hemos despojado a lo gratuito de toda su belleza. Porque es verdad que <> no cuesta dinero; pero no puede consistir sólo en eso, ni principalmente en eso. Porque vamos a ver: el amor de las madres es gratuito, ¿pero diremos que es así porque no nos cuesta dinero?. Por Dios bendito. Las madres se alzarían indignadas, al decirles que el amor que tienen a sus hijos consiste en que a éstos no les cuesta dinero. ¿Y toda su entrega, sus desvelos, su ternura, su sin-vivir…? Despojaríamos de toda su hermosura al amor materno si lo ponemos en relación con el dinero. Por eso <> no es igual a <>. 

Gratuito es lo que se ofrece porque sí. Lo que brota desde el fondo, desde los hontanares de la persona, como brota el agua de su manantial a borbotones. Lo gratuito se brinda sin más; no pide nada a cambio; se ofrece sin razonamientos, sin cálculo, con generosidad ilimitada, sin medida. 

Porque lo gratuito está traspasado por el amor; es inseparable del amor. Donde está lo gratuito hay amor. Y como el amor, es constante; siempre está ahí, ofreciéndose en una actitud permanente de donación. 

Gratuita es la contemplación del mar en los lentos atardeceres. Gratuito es el trino natural de los pájaros y sus cuchicheos, cuando se reúnen en su árbol a pasar la noche y se cuentan las peripecias del día. Gratuito es el rato de charla con los amigos tomándose una cerveza. Gratuita es la lectura plácida de un libro. Gratuito es el amor de la madre, de la esposa, de los hijos. Gratuita es la mañana que te envuelve en sus colores cuando abres la ventana al despertarte. Gratuito es el placer de escuchar tu música preferida.

 ¡Cuántas realidades gratuitas hay a nuestro alrededor! Gocemos de ellas. No les preguntes , ni le preguntes . Lo gratuito no sabe de preguntas; sólo de respuestas; empieza y no acaba; se prolonga más allá de sí mismo, como la tarde veraniega del burrito Platero. ¿No son así el amor de la madre y la entrega del misionero?; ¿no es así la vida del militante y la ilusión del montañero? ¿no fue así la vida-desvivida de Jesús de Nazaret?. Gocemos, pues, de tantas pequeñas y grandes cosas que jalonan nuestra vida, y se convertirán para nosotros en hitos de ilusión y de esperanza. 

Porque lo gratuito engrandece al que lo vive; lo hace más generoso; le ensancha el corazón. Lo gratuito suscita un gozo profundo, sereno, inefable. Es la paz del alma, que va navegando por el mar de la vida en aguas profundas. El gozar de la gratuito invita a ser pacífico, generoso, solidario, fraterno; invita a ser buena persona, invita a vivir y con-vivir. Lo gratuito escapa a medidas, a tasaciones. No le van los silogismos; camina por derecho y no se pierde en curvas; busca los aires limpios, lo original, lo natural. Pertenece a esas profundas  realidades que sólo se entienden cuando se viven. 

Gocemos de lo gratuito; que el sistema no nos robe nuestros sueños y esperanzas; ya es bastante que nos robe la cartera.-

0 comentarios