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El cambiazo de Pérez por Jesús María Cascón

El cambiazo de Pérez por Jesús María Cascón

A estas alturas de la película, a nadie se le escapa que el PP ha sacado la escoba en las generales del domingo, barriendo sin remisión a su rival directo, beneficiado por la galopante crisis y la escasa o nula capacidad del gobierno anterior de ponerle freno al desempleo y las primas de riesgo. España ha deambulado en los últimos años al dictado del banco europeo y de los países que parten la pana (léase Francia, Reino Unido y Alemania), y eso no lo han perdonado 10 millones 830 mil personas. Números en la mano, es una pasada. 

Normalmente, los resultados nacionales son extrapolables a cada provincia y cada municipio, pero con ciertas diferencias que es preciso destacar. En Granada, el PP ha conseguido por primera vez en su historia ganar las elecciones por mayoría, tanto en el Congreso como en el Senado, y es la primera vez también que tendrá tres representantes en la Cámara Alta. La diferencia en la provincia se quedó en 52.086 votos, un margen amplísimo si tenemos en cuenta que la izquierda ha planteado una campaña de ataque al PP nacional pero orientado al PP de cada ciudad, y ha preguntado a cada alcalde qué piensa hacer con el desempleo, la economía, la ley de Dependencia y los matrimonios homosexuales.

No ha colado. El ciudadano de cada calle, barrio o distrito ha pensado casi lo mismo: es hora de que otros gobiernen o que otros tengan representación. El dato más llamativo lo representa el Zaidín, un barrio en el que todo parecía una guerra sin cuartel contra el alcalde por desalojar de libros la biblioteca de la plaza de las Palomas y que, sin embargo, ha otorgado al partido de Torres Hurtado su confianza.
 
A nivel provincial, números cantan. Al PP le han votado 20.000 personas más que hace tres años; al PSOE, 74.000 menos. El ascenso de los populares es notorio (sin pasarse) pero el batacazo socialista es de traca. El 46,75% del electorado le ha confiado el futuro de la nación a Rajoy, y en esos datos hay mucho de política nacional pero, sin duda, algo también de una política provincial que ha pegado un cambiazo notable desde julio, merced al cambio de signo en la Diputación, ahora más cercana a los municipios y sin tanto partidismo eructado desde los ejercicios de gobernar para un sólo partido. Ese efecto, el efecto Sebastián Pérez, se ha notado en feudos tradicionalmente de izquierdas que han preferido la opción contraria en estos comicios.

Ejemplos significativos: Armilla, Albolote, Alfacar, Almuñécar (de paliza) Baza, Guadix, Huéscar, Huétor Vega, Jun, Loja, Monachil, Maracena, Motril, Peligros, Santa Fe. En todos estos municipios (los de mayor número de habitantes) ha conseguido más votos el PP que el PSOE, y en casi todos el retroceso socialista ha sido evidente, beneficiándose de ello partidos como Izquierda Unida y UPyD. Como tónica general, la desaparición casi completa del Partido Andalucista en las preferencias de los votantes granadinos. El partido autonómico ha conseguido unos pobrísimos 3.902 votos, lo que se traduce en menos del uno por ciento del electorado.
 
La hegemonía popular en Granada, que ahora contará con el respaldo del gobierno de la nación, es una composición aún por arrancar ya que le falta la tercera pata: el gobierno de la Junta. Para ello, el trabajo de los populares desde ahora hasta marzo consistirá en desgastar lo máximo a Griñán y mantener la distancia que actualmente le otorgan las encuestas. Incluso les conviene aumentarla porque en Andalucía va a ser más difícil que Arenas obtenga la mayoría absoluta que lo que le ha costado a Rajoy en el conjunto nacional. Eso si, el mapa de intención de voto de la comunidad es un 97% azul. Solo Sevilla se resiste al "cambio".

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