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Un afilador motrileño se busca la vida en La Rioja

Un afilador motrileño se busca la vida en La Rioja

Foto E. del Río

LARIOJA.COM. Daniel Velasco.- Sonido típico de chiflo. Asombro en la redacción: ¡Un afilador! Pocas apariciones hanconmovido tanto a la redacción. El pasado viernes apareció de repente por las inmediaciones de diario LA RIOJA con el sonido de su harmónica característica JoséLuis Hernándéz, de Motril , que ha llegado a la capital riojana desde Monforte de Lemos (Lugo). No es nuevo por aquí: lleva acudiendo a Logroño durante 22 años.

Este afilador andaluz afincado en Lugo mantiene viva la estampa del pasado. José Luis es, a estas alturas, todo un trotamundos del oficio. Se ha recorrido parte de Cataluña, Murcia, Valencia, Castellón, Santander, Bilbao, Valladolid, Palencia y León. ¿El motivo por el que acude a Logroño con su bicicleta y sus cuchillas afiladoras?: «Tengo que buscarme mi vida como los demás».
Y es que, en realidad, el negocio da para vivir, pese a la crisis. «No es como hace unos años, pero para comer sí que da», admite José Luis.

Y por eso, él es optimista: «Este negocio existirá toda la vida», concluye el veterano artesano. Mientras, a su alrededor empiezan a aparecer los clientesatraídos por ese chiflo inmortal para afilar sus tijeras y cuchillos. La bicicleta de José Luis, como buen profesional de lo suyo, está provista de una estructura plegable sobre la que elevar la rueda trasera de manera que puede pedalear sin desplazarse. Con este pedaleo estático, además de su rueda trasera, mediante un sistema de engranajes y cadenas hace girar un torno con el que afila los objetos que el roce había desgastado.

Experiencia suficiente

Puede parecer sencillo, pero esta profesión requiere algo más que una buena piedra. Para realizar un buen trabajo, debe poseer cualidades como experiencia suficiente, buen uso del tiempo y un gran interés por el detalle. Asimismo, es esencial manejar las claves de la negociación. Precisamente, ésta es una de lascaracterísticas que hacen del afilador una profesión con temple, ya que desde la más temprana edad aprenden a comerciar y obtener todo tipo de pago con el único fin de sobrevivir.
Respecto a sus honorarios, aunque no están estipulados y cada afilador puede solicitar lo que considere, el precio medio que se cobra por un cuchillo normal de cocina podría situarse entre 4 y 6 euros. «Yo siempre pido la voluntad», afirma JoséLuis Hernández.

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