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DÍA 30: Con Virgilio en el Sofá "DOMINIQUE NIQUE, NIQUE" por Miguel Ávila Cabezas

DÍA 30: Con Virgilio en el Sofá "DOMINIQUE NIQUE, NIQUE" por Miguel Ávila Cabezas

Hay algunos (y algunas), Virgilio, que, ya sea en el nombre ya en el apellido, llevan de por vida la marca indeleble de su condición, su pecado y su penitencia. No es por referirme al pasmao de nuestro Pijus Maximus, que más que recortar nos está rajando a todo quisque por los cuatro puntos cardinales de mi España y el alma nos deja llena de costurones y heridas sin otra cauterización posible que no sean las de la de la soga, el hambre y la cadena; y ello durante, al menos, los próximos mil años.

Tampoco es que quiera hacerlo con la santa esa que cuando habla (y calla sin estar en sí callada) nos mira tan fijamente que tal parece que estuviera poseída por una luz profunda que surge de la verdad más cierta, la suya, como un rayo cósmico de la conformidad absoluta que nos fuera a desintegrar arrasando las conciencias que aún quedan en pie por estos pagos. En fin, para qué continuar. Analogías se pueden hacer hasta con ruedas de bicicleta, que las de molino ya están muy sobadas de tantos desaguisados como nos quieren obligar a ingerir ellos, hoy por  mañana y mañana por siempre.

La última ha sido la de la Báñez con lo de los pensionistas… (Sí, gato mío, sí, me refiero a la congelación de las pensiones y, según ella, al consiguiente agradecimiento de aquellos por tan generoso detalle)… La última, te comentaba, es de antología, como mínimo para enmarcarla en pan de oro y ponerla en lugar preferente de Eurovegas, con permiso, eso sí, del señor Andelson, que es quien parte y reparte el bacalao de las prebendas… y, a la manera de El Cordobés-padre, hace el salto legal de la rana de forma tan olímpica que quita er zentío.

Y es que nuestra Báñez siempre ha sido muy de la escuela de Heráclito de Éfeso, aquel filósofo griego, que afirmó que “Ningún hombre puede bañarse dos veces en el mismo río”, si bien hay que convenir que no fue exactamente eso lo que dijo sino algo que, siendo pretendidamente parecido, resultaba en realidad bastante más farragoso y complicado de entender.

Tú me comprendes, ¿no? Habida cuenta de cómo se está poniendo el asunto de la cosa o la cosa del asunto (y lo que aún nos queda por ver y padecer), el aforismo heraclitiano, pasado por el fistro pecador de la asertiva Báñez, se podría concebir de la siguiente manera: “Ningún hombre cobrará dos veces la misma nómina… o la pensión, en su defecto”. Léase “hombre” en su acepción genérica de “ser humano” o, más concretamente, como españolito y/o españolita de a pie, sin que, para el caso, pueda prevalecer discriminación alguna por razón de sexo, según preconiza en la parte alícuota nuestro tan alabeado artículo 14 de la Constitución. Lo de la nómina, o la pensión, es un decir pues en verdad en verdad te digo, gato rumboso, que habrá de llegar el día en que no habrá nómina o pensión para nadie ni tampoco una gota más de agua para el mentado río y el cada vez más creciente número de bañistas haciendo infinita cola en sus orillas. Se está cayendo tan bajo que estamos “evolucionando hacia atrás”, según atestigua en uno de sus libros un poeta emergente. Cuánta razón tenía Góngora al certificar en su famosa letrilla satírica: “Da bienes Fortuna / que no están escritos: / cuando pitos flautas, / cuando flautas pitos”. Mientras unos, como Dominique Strauss-Kahn, exdirector del Fondo Monetario  Internacional y presidenciable francés, se quitan de encima el cargo de violación poniendo en manos de la violada, Nafissatou Diallo, unos cinco millones de euros, millón arriba, millón abajo (¿tan cara se cotiza la dignidad?), otros, pardillos como ellos mismos, se lo creen, van a por la lana del Parque de la Media Luna de Pamplona y vuelven trasquilados por el patrono alevoso.

Y estos que, en plan miura, embisten lo que haya que embestir (senyera incluida) con tal de regularizar como Dios manda las identidades lingüísticas. O ese guardián de la paz y la ley que nos avisa de que entró en el saloon “a hacer” y no “a estar”. O el tinglado de la amnistía fiscal, y su trilero mayor. O los administradores de la ciega justicia y sus fallos de fondo y forma con determinadas tramas orientales, O… o… Esto es una locura, Virgilio. Esto es una locura. No sigo. Por cierto, Virgilio, ¿tú sabes lo que quiere decir niquer en francés?

-          No, pero se lo puedes preguntar a Sor Sonrisa que es francesa.

-          ¡Hum! Ya… Te entiendo.

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