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RON MONTERO RECUPERA LA FIESTA DE LA CAÑA DE AZÚCAR EN MOTRIL

RON MONTERO RECUPERA LA FIESTA DE LA CAÑA DE AZÚCAR EN MOTRIL

Denominada antiguamente la “Taramela”, evoca el transporte en burro de las últimas cañas de azúcar a los trapiches.

Motril@Digital ha sabido que Ron Montero presentará el próximo 12 de agosto, en el Recinto Ferial de Motril, un pasacalles temático basado en la antigua tradición de La Taramela, una fiesta que celebraba el transporte en burro de las últimas cañas de azúcar a los trapiches.

Esta celebración forma parte de los actos del 50 aniversario de la bodega motrileña y pretende recuperar la historia y tradiciones de esta región, en la que la caña y el ron son los protagonistas peculiares de un destino turístico de gran interés a nivel internacional, la Costa Tropical. Andrea Martín Targa, directora de Ron Montero, ha destacado que “estas tradiciones milenarias hacen única esta región. Nuestra historia ha marcado nuestra personalidad como pueblo y debe ser la inspiración para buscar nuevas oportunidades de futuro”.

Durante el pasacalles, los follargos (trabajadores que venían de fuera de Motril a realizar las tareas de recogida de la caña), los monderos (que limpiaban las cañas), y los tacheros (que trabajaban en los ingenios), junto con los burros y carros tradicionales adornados con adelfas, representarán las tres fases por las que pasa la caña desde su recogida hasta la elaboración del producto final.

La zafra

Mil años de historia de la caña en Motril 

La llegada a las costas de Motril de la caña de azúcar de mano de los árabes cambió el paisaje, la cultura y la historia de este pueblo y de Andalucía en general. Su implantación en el litoral de Granada tuvo éxito gracias a las condiciones climáticas: la ausencia de heladas, temperaturas suaves y agua suficiente en la época de mayor crecimiento: primavera y verano. 

En Andalucía ha estado presente desde Manilva (Málaga) hasta Adra (Almería) pero es en el área de Motril, en la llamada Costa Tropical, donde su permanencia será más prolongada. Tanto, que ha permanecido a lo largo de mil años. De hecho, ha sido el último reducto de Europa donde su plantación ha subsistido hasta el siglo XXI. 


La caña toma tal protagonismo en esta región que se constituye en un auténtico monocultivo hasta finales del siglo XVIII. La exportación de las producciones azucareras de las costas granadina y malagueña se extiende por casi todas las capitales europeas: Génova, Pisa, Florencia, Marsella, París, Londres, Brujas y por supuesto, Barcelona y Valencia. 

Entre los siglos XV y XVIII funcionaron en Motril una media de cinco ingenios azucareros, que se abastecían con cerca de 8.000 marjales de cañas y producían del orden de 45.000 formas de azúcar anuales. A principios del siglo XIX se confirma definitivamente el abandono del cultivo de la caña a favor del algodón. 


A partir de 1845, Ramón de la Sagra, botánico, escritor y político, tras una estancia en Cuba como profesor de la Cátedra de Botánica de La Habana, traslada su experiencia en el proceso de modernización azucarera a la costa andaluza, iniciando así el despegue industrial del azúcar. El desplazamiento de los ingenios preindustriales y el crecimiento territorial del cultivo no se produce hasta 1860. A partir de esta fecha, se instalan en Motril hasta siete azucareras dotadas con tecnología importada de Francia y Gran Bretaña y financiada por capitales de la oligarquía local granadina. 

A comienzos del siglo XX y hasta la Guerra Civil se vive una recuperación de la producción, pero lejos de las cifras alcanzadas a finales del XIX. Tras el bache de la Guerra Civil y la posguerra, el cultivo se estabiliza e incluso aumenta, a la sombra de una política de precios favorable.

 La última fábrica de azúcar de caña de Europa cerró sus puertas después de 145 zafras. Con ella murió lo que había sido seña de identidad de la Costa Tropical, pero que ha dejado una huella imborrable en su gente, su cultura y por supuesto, en el ron.

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