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Motril@Digital

La crítica al urbanismo es demasiado fría, nada nos dice del alma ciudadana, solo la literatura en todas sus formas, nos seguirá hablando de ese alma que habitó en ese Motril desaparecido, que como toda ciudad tuvo esa remota Arcadia inicial trazada a escala humana. Y no es que todo el tiempo pasado haya sido mejor pero si que resulta que el pasado es el tiempo de la memoria y el hombre es ante todo un animal de memoria.

 La literatura pasa a ser entonces el registro mayor de la historia de las ciudades. ¿Como era el Motril de principios de siglo XX? ¿Cómo el de mediados de los años 60? Hay que leer a los autores locales, buscando en ellos la ciudad que la historia y los historiadores pueden haber cartografiado insuficientemente con sus jerarquías políticas, sociales y económicas. Ciudades revisitadas por la memoria literaria, esas son las que permanecen.

¿Donde, en que libros está el Motril de mi infancia y adolescencia? En las obras de Paco Pérez, los relatos de Joaquín Pérez Prados, la poesía de Jesús Cabezas y Paco Ayudarte. Motril con ese concepto que siempre tiene de ciudad nueva apenas registra una memoria urbana de tres o cuatro décadas. Hacia atrás es ya Arcadia.

Muchos podríamos lamentar que nuestro Motril haya cambiando tanto en tan escasos años. Lamento sin duda de nostálgicos: nunca la ciudad volverá a ser la que ha sido en nuestra memoria de la infancia. En todo crecimiento urbano hay siempre un disparate, en toda metamorfosis un crimen horrendo. Pero las ciudades se acomodan siempre al espíritu de cada época. Podríamos incluso lamentar que la usura decida más que la voluntad armónica, que la especulación determine su crecimiento, lamentar incluso que la soledad se pueda cernir sobre estas nuevas ciudades. Pero en fin, todo lamento, cuando se mira hacia atrás en el tiempo, es una expresión de la nostalgia de un Motril invisible, de un Motril desaparecido. 

Texto y Fotos de Manuel Domínguez para Motril@Digital

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