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El regreso de un pata pollo por Jesús María Cascón

El regreso de un pata pollo por Jesús María Cascón

A Benavides se le quiere o se le odia, no hay término medio. Reconozco que un servidor se encuentra entre los primeros. Desde que conocí al otrora alcalde de Almuñécar, allá por los años ochenta, siempre me ha causado una especial fascinación este personaje, especialmente por sus enfrentamientos con el entonces todo poderoso aparato socialista, comandado por un Alfonso Guerra en sus mejores momentos y con una secretaria de organización como Carmen García Bloise.

En aquellos años, Juan Carlos, al frente de un nutrido grupo de militantes, fue capaz no sólo de ganar un congreso provincial desbancando a las vacas sagradas del PSOE granadino, a aquel partido de Diaz Sol, Claret y Torres Vela… sino hacerse también con el control de la diputación provincial en un pacto con la Alianza Popular del malogrado Díaz Berbel, Pedro Montañés, Tomás Sola, Ricardo López Prieto-Moreno, Baldomero López, Juan Fernández Arellano, José Cuevas y José Pablo Serrano; algún día contaré como se fraguó aquel pacto y quienes fueron los artífices de la "afrenta" que posibilitó el denominado "gobierno de los Catetos", y que AP pudiera formar parte de un equipo de gobierno presidido por el bastetano Juan Hurtado Hurtado. 
 
Luego vinieron tiempos en los que Benavides pasó a militar en el PSPA,PA, CA y otra vez en el partido andalucista. Su regreso a los "pata pollo", nombre con el que se conoce a los andalucistas sexitanos, puede traer consigo que los actuales militantes decidan darse de baja en el partido, ya que su odio al "Benata" podría más que la disciplina a una siglas que ellos creen traicionadas por el hombre que las abandonó hace unos años para fundar Convergencia Andaluza junto a Luis rubiales en Motril. Ahora, con un Benavides pletórico tras sortear los casos judiciales que se le han planteado a lo largo de estos años, el PA, quiérase o no, entra en la carrera para hacerse de nuevo con una de las alcaldías más emblemáticas de Granada. 
 
Esto significa que Sebastián Pérez tiene un problema, que Teresa Jiménez tiene un problema, que todos los que aspiran a cosechar votos para alcanzar una mayoría que les permita gobernar en la provincia en solitario tienen un problema. Porque el ciudadano, que tiende a olvidar o aparcar en la memoria episodios del pasado, es complaciente cuando se trata de votar o apoyar a personajes que han sido primeros espadas en la política y han catapultado, con mayor o menor acierto, a su municipio con obras, edificaciones, proyectos y planes de futuro, lo mismo se puede decir de otro político como el ex de Otura quien de continuar con su proyecto de Populares en Libertad puede darle un buen pellizco a la expectativas del PP por continuar al frente de la Diputación Provincial. No nos engañemos: Almuñécar es ahora una ciudad más cosmopolita que antaño, pero fue en tiempos de Benavides cuando se fraguaron la mayoría de proyectos que han catapultado a la población costera al lugar que ahora ocupa. Es evidente que falta mucho trabajo, que los cabreos de los sexitanos por la falta de plazas de aparcamiento es manifiesto, que se precisan varios planes de expansión que permitan conseguir una habitabilidad mayor, pero el tirón turístico de la plaza costera es incuestionable. 
 
No nos atrevemos a vaticinar que Benavides, y Ignacio Fernández, consigan el triunfo bajo palio en la próxima cita electoral, ni siquiera que puedan ganar, pero a esta hora está poniendo de los nervios a más de uno y, sin duda, van a contribuir a animar un cotarro que está dividido por los escándalos nacionales que harán que muchos no sepan a quién votar hasta un minuto antes de entregar su papeleta. Benavides y Fernández no nacieron ayer, aunque muchos pensaban que ya eran cadáveres políticos. Creo que ambos han abierto la caja, ¿la de Pandora?...

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