60.000 kg de alimentos consiguen obtener el casi centenar y medio de voluntarios del Banco de Alimentos de Motril

Motril@Digital.- Sesenta mil kilos de alimentos de productos no perecederos  ha conseguido el Banco de Alimentos de Motril recoger en las dos jornadas vividas el pasado fin de semana, según Antonio Maldonado Presidente del Banco de Alimentos en declaraciones vertidas a Motril@Digital.

21 supermercados de la costa y un centenar y medio de voluntarios se han visto implicados en esta campaña que ha tenido como puntos estratégicos de recogida las grandes superficies.

Todo estos alimentos serán distribuidos a 25 ONGs entre las que destacan por el volumen de peticiones , Motril Acoge, Jesús Abandonado, Amigos solidarios, FACCA, Casa de Dios, Puerta del Cielo, Caritas y todos los ayuntamientos que se ubican en el litoral granadino.

Las empresas colaboradoras habituales del Banco de Alimentos de Motril se contabilizan en más de una veintena. Entre ellas Hortícolas Guadalfeo, Fulgencio Spa, Mercomotril, Miguel García Sánchez e Hijos, Procam, Cofradías de Pescadores, Alcampo o Coviran, al margen de las donaciones personales que de manera habitual realizan muchos ciudadanos.

Hacen falta voluntarios, afirmaba el voluntario Francisco Alcaraz.  El perfil  del voluntario que ejerce como tal es el de una persona mayor, jubilada y con achaques. En este sentido se hace un llamamiento a la juventud para que se impliquen en este proyecto solidario y humanitario.

El Banco de Alimentos pone sobre el tapete la necesidad de contar con una nueva infraestructura para poder albergar todo cuando le llega, aseveraba Francisco Alcaraz.

La actuación del Banco de los Alimentos va más allá de la recepción y entrega de alimentos, es decir, tiene los objetivos siguientes la de luchar contra el hambre y el despilfarro de aquí, mantener la cadena de solidaridad alimentaria, estableciendo un puente entre los excedentes de alimentos de las industrias productoras y las necesidades más cercanas. Promover el uso más eficiente de los recursos, convirtiendo los alimentos no comercializables pero aún consumibles en recursos solidarios. Participar en la reducción de la exclusión social, fenómeno propio de las grandes conurbaciones. La disponibilidad de alimentos permite ayudar aquí y ahora a las personas y familias afectadas para superar los momentos más difíciles.