Ya estamos en primavera
Ya estamos en primavera. A las 18.32 (hora peninsular española) la nueva estación hizo su entrada oficial ayer sábado, aunque el invierno, el más duro de los últimos años, no se resiste a que se borre su huella y deja a su marcha sobre la Península más nubes y tiempo sombrío.
En general, los meses de abril, mayo y junio traerán a España nuevas lluvias, pero despedirán a los continuos temporales que el país ha registrado a lo largo del invierno. Según el portavoz de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), Ángel Rivera, el invierno se cerró habiendo dejado en España unos 400 milímetros de lluvia, lo que supone prácticamente el doble de los valores normales para la estación.
La primavera durará 92 días y 18 horas. Entre sus ’eventos’ más destacados, el domingo día 28 de marzo tendrá lugar el cambio de hora, recuperando el horario de verano, de modo que a las dos de la madrugada serán las tres. El verano se iniciará el día 21 de junio de 2010.
Según explica el Observatorio Astronómico Nacional (OAN), del Ministerio de Fomento, el inicio de las estaciones viene dado por convenio por aquellos instantes en que la Tierra se encuentra en unas determinadas posiciones en su órbita alrededor del Sol. En el caso de la primavera, esta posición es desde la que el centro del Sol, visto desde la Tierra, cruza el ecuador celeste en su movimiento aparente hacia el norte.
El día en que esto sucede, la duración del día y la noche prácticamente coinciden, y por eso, a esta circunstancia se la llama también ’equinoccio de primavera’. En este instante en el Hemisferio sur se iniciará el otoño.
Además, los expertos inciden en que la primavera no tiene unas fechas fijas para su comienzo. Así, el ’equinoccio de primavera’ puede darse, a lo sumo, en tres fechas distintas a lo largo del siglo XXI, pudiendo iniciarse en los días 19 al 21 de marzo (fecha oficial española), siendo su inicio más tempranero el del año 2096 y el inicio más tardío el de 2003.
Días más largos
Las variaciones de un año a otro son debidas al modo en que encaja la secuencia de años según el calendario (unos bisiestos, otros no) con la duración de cada órbita de la Tierra alrededor del Sol (duración conocida como ’Año trópico’).
Asimismo, esta es la época del año en que la longitud del día se alarga más rápidamente. A las latitudes de la Península, el Sol sale por las mañanas casi dos minutos antes que el día anterior y por la tarde se pone un minuto más tarde. O sea, que el tiempo en que el Sol está por encima del horizonte aumenta casi tres minutos cada día.
En cuanto a la actividad solar, en primavera se caracteriza porque aparecen gran cantidad de manchas en la superficie del Sol, fulguraciones y protuberancias, y por su parte, en la Tierra se aprecia en alteraciones en la propagación de las ondas de radio y en una mayor presencia de auroras polares.
Fenómenos astronómicos
Igualmente, en toda época del año hay algún fenómeno astronómico de interés, predicho (como son los eclipses) o no (como los cometas nuevos). Según los investigadores, suele ser preferible realizar las observaciones en fechas cercanas a la luna nueva (14 de abril, 14 de mayo y 12 de junio), salvo cuando se pretende observar la propia Luna.
Así, la primera luna llena de la primavera se dará el 30 de marzo, siendo el domingo siguiente (4 de abril) el domingo de Pascua. En esta primavera se darán otras dos lunas llenas: 28 de abril y 28 de mayo. Al amanecer serán visibles Júpiter y Urano y como luceros vespertinos durante toda la primavera estarán Venus, Marte y Saturno.
El día 21 de marzo se producirá el máximo acercamiento anual de Saturno a la Tierra, alcanzando su disco un diámetro de 19,6". Igualmente, si no se dispone de ningún telescopio, se pueden observar las lluvias de meteoros que se producen ocasionalmente. La lluvia más importante de la primavera suele ser la de las ’Eta Acuáridas’, cuyo máximo se da alrededor del 5 de mayo.
En cuanto a las agrupaciones ficticias de estrellas conocidas como constelaciones, alrededor de la estrella Polar se verán a lo largo de la noche la Osa Menor, el Dragón, Cefeo y Leo.
Con grandes prismáticos o un pequeño telescopio, dotados de un filtro lunar adecuado, se puede observar el relieve de la Luna. Para tener una buena visión de él, el OAN recomienda ir observándolo noche tras noche mientras va creciendo la iluminación de la Luna, pues así se ven aparecer nuevos accidentes orográficos.
Cuando la noche es más oscura por haber luna nueva, se puede intentar ver nebulosas de emisión como el complejo de nebulosas de Orión (’Messier 42 y 43’), el grupo de las estrellas Pléyades y el resto de supernova conocido como la nebulosa del Cangrejo (’Messier 1’). Con prismáticos también se pueden ver las lunas más brillantes de Júpiter y se puede hacer un recorrido por la franja estrellada que constituye la Vía Láctea.
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