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LOS VIENTOS DEL ESPIRITU por Ignacio Peláez

LOS VIENTOS DEL ESPIRITU por Ignacio Peláez

     El poder político y, sobre todo, el poder económico harán lo imposible para que el 15-M, el movimiento de los “indignados”, quede en aguas de borrajas. 

Y lo harán, porque no les interesa que prospere ese Movimiento, el cual amenaza poner patas arriba la actual situación socio-económica de calma chicha en nuestra sociedad adormecida, pues en tales circunstancias el poder recolecta abundantemente la cosecha de sus intereses, sin cortapisa alguna. 

Por eso, los que ya no somos jóvenes, pero queremos una sociedad más justa e igualitaria y que somos millones, debemos apoyar este Movimiento, para que en paz, libertad y respeto, pueda ir cuajando en realidades esperanzadoras de una cultura humana y humanizadora. 

Pues lo que piden los “indignados” es algo que lo deseamos todos. Piden la eliminación de los privilegios de la clase política; que los políticos ejerzan su función con espíritu de servicio; que no haya cuartel para los corruptos; que se trabaje menos para que puedan trabajar todos; que se pueda armonizar la vida laboral con la familiar; que vaya desapareciendo la precariedad; que con la entrega de la casa quede saldada la hipoteca; que la economía esté al servicio la persona, de toda persona; que la Banca esté sujeta a un control público, sin rescate o inyección de capital por la sociedad;… 

Todo eso es lo que pedimos, en general, los ciudadanos. Ahí están las encuestas, en las que se critican duramente la precariedad, las ganancias millonarias de la Banca, la frivolidad de muchos políticos, los cuales son un serio problema para el pueblo, en lugar de ser los que solucionen los problemas. En el estudio de Metroscopia, Pulso de España 2010, se pregunta por el nivel de confianza en 28 instituciones y grupos sociales; pues bien, los Sindicatos se sitúan en el puesto 26 y los partidos políticos en el 27, a los que sólo superan en desconfianza las multinacionales, que ocupan el puesto 28. 

Sin idealizar al 15-M, en el que también habrá casos de excéntricos, sus peticiones son, en general, perfectamente asumibles por todos nosotros y acordes con el evangelio para los que somos cristianos. Pues Cristo dice: “Sabéis que los jefes de las naciones las gobiernan como señores absolutos y los grandes las oprimen con su poder. Pero no ha de ser así entre vosotros, sino que el que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros, será esclavo vuestro; de la misma manera que el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate para muchos” (evangelio de San Mateo, cap. 20, versículos 25-28). 

Del mismo modo, Jesucristo es el gran defensor de la dignidad absoluta de la persona, el primero que la defendió en la historia del pensamiento humano; defensor, así mismo, de la libertad humana y de la fraternidad. Vayamos a pensar que fue la Revolución francesa de 1789 la que descubrió aquello de la “libertè,… 

Es por ello que debemos apoyar el espíritu del 15-M, si queremos una sociedad más humana y humanizadora. 

Ojala los miles de jóvenes que en el próximo mes de agosto se reunirán en Madrid con el Papa, en la Jornada Mundial de la Juventud, se sientan impulsados por estos vientos regeneradores del Espíritu, como aquellos otros jóvenes se sintieron invadidos por el mismo Espíritu en aquel memorable Pentecostés y, por la fuerza de ese Espíritu, se lanzaron a transformar el mundo y lo consiguieron. 

Las acampadas del 15-M un día acabarán; los grupos de jóvenes se irán disolviendo. Pero si todos nosotros metemos el hombro, ese rescoldo irá poco a poco requemando y prendiendo nuevos fuegos, que iluminarán horizontes nuevos de esperanza en una sociedad más libre, humana y feliz.-

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