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La Desbandá se conmemorará el domingo 5 de febrero con una marcha entre Almuñécar-Salobreña

Angel Coello de Izquierda Unida ha anunciado el programa elaborado por la coalición de izquierdas para conmemorar La Desbandá que se originó en la guerra civil española. Un nutrido grupo de personas reeditarán aquella huida con una marcha que partirá de Málaga el próximo día 3. LLegarán a la desembocadura del río Gudalfeo de Salobreña el domingo al medidodía.

En este sentido IU convoca a todos aquellos ciudadanos que lo deseen a participar en el tramo comprendido entre Almuñécar- Salobreña.

Domingo 5 de Febrero desde Almuñecar (9.30 Paseo Blas Infante) hacia SALOBREÑA (14.00-14.30h. en Monolito Puente Rio Guadalfeo) . AUTOBUS LINEA DE ALSINA SALIDA A LAS 8.20 H DE SALOBREÑA-ALMUÑECAR

La llegada a Salobreña está prevista a las 13.00h. El recorrido en SALOBREÑA será: Entrada por cruce N340 con Ctra. del Cementerio. Avda. 28 Febrero. Plaza Juan Carlos I. Avda. Antonio Machado. C/Fábrica Nueva. Avda. Federico García Lorca. Avda. Mediterráneo. Paseo Marítimo. Monolito en Puente Rio Guadalfeo. 

Historia de La Desbandá

En febrero de 1937, entre 60.000 y 100.000 personas salieron de Málaga hacia Almería por la carretera de la costa. Huían de las tropas franquistas. En el intento murieron al menos 5.000 republicanos. Caían de hambre, disparados por dos barcos, el Cervera y el Canarias,que costeaban junto a ellos. Muchos de ellos murieron asediados por la aviación alemana y ametrallados desde los montes. Eran en su mayoría mujeres y niños. Al llegar a Salobreña en la desembocadura del río Guadalfeo, una riada se llevo a gran parte de los que hasta este término municipal habían llegado.

En esta “desbandada” de personas se fueron incorporando muchas otras de los pueblos por los que discurría  como la Axarquía malagueña, Vélez Málaga, Torrox, Nerja, Almuñécar, Motril, Vélez de Benaudalla etc. Toda esta población en éxodo fue duramente hostigada, básicamente desde el mar, donde los barcos sublevados cañoneaban a placer a la población civil.

Izquierda Unida ha presentado una iniciativa en los principales municipios de la costa granadina; Motril, Almuñecar, Salobreña y Vélez, en la que pedirán a la Consejería de Gobernación y Justicia de la Junta de Andalucía la declaración de Lugar de Memoria Histórica y su inclusión en el Catálogo de Lugares de Memoria Histórica de Andalucía, la desembocadura del río Guadalfeo. Para ello la organización de izquierdas se apoya en lo dispuesto en el Decreto 264/2011, de 2 de agosto, por el que se crean y regulan la figura de Lugar de Memoria Histórica de Andalucía.


Testigos de La Desbandá

José Calleja tiene 71 años. En 1937, con cuatro años huyó junto a su familia sobre una burra que él recuerda blanca. "Yo iba en un serón que colgaba del animal", narra ahora encorvado y con los ojos llorosos. "Me asomaba del capazo y contaba los cadáveres. Mi madre me decía que era gente durmiendo", relata emocionado. 

Los supervivientes cuentan que es difícil describir tanto horror. Calleja, rebeca de lana y boina ladeada, afirma que huyeron por miedo a las represalias y porque contaban que los soldados marroquíes les cortaban los senos a las mujeres. Su prima, Concha Lara, de 78 años, iba con ellos: "Ni siquiera nos dejaban huir".

José y Concha están en la exposición que la Diputación de Málaga ha organizado sobre el cirujano canadiense Norman Bethune, que ayudó en el éxodo. Al reclamo de la exposición, que recoge la vida de Bethune y su estancia en Málaga a través de fotografías, muchos de los supervivientes se pusieron en contacto con la organización. Ayer, al clausurar la muestra, la diputación les rindió homenaje. El crimen de la carretera de Málaga, como se conoció, fue una de las peores matanzas de civiles de la guerra, pero es poco conocida. 

Francisco Martín también tenía ocho años. Panadero jubilado, viste chaqueta y corbata para la ocasión, y recuerda que su familia huyó en una camioneta. "Sólo circulaba de noche para no dar pistas a los barcos que nos disparaban". No comió hasta Orihuela, en Alicante, donde un hombre que vio la camioneta llena de niños les regaló un montón de dátiles. Ya tenía sarna. 

Vicente Vaquero (Archidona, 1911) es de los mayores entre los supervivientes. Con su bastón, su pelo al cepillo y su traje marrón recuerda que salió de Málaga en retirada el 8 de febrero, la misma mañana en que 25.000 soldados italianos, alemanes y nacionales entran en la ciudad. "El día lo pasábamos escondidos en el monte, escuchando los cañonazos de los barcos y de noche avanzábamos entre sangre y cadáveres". 

La carretera era un blanco fácil desde el mar. Hoy es la nacional 340 y discurre pegada a la costa, encajonada por Sierra Nevada. Actualmente, está jalonada por chalés e invernaderos. Los supervivientes aseguran que no sienten nada al pasar por allí. 

Uno de los más afectados era Gaspar López Barros, que tenía 10 años y vivía en Alhama de Almería, a 223 kilómetros de Málaga. Allí llegaron días después de haber salido muchos de los emigrantes. "Llegaron al pueblo cayéndose. No podían dar un paso más. Los niños venían descalzos, muchos de ellos solos. Les abrimos las casas y les dimos de comer". Lo peor había pasado. Comenzaba para los supervivientes la cárcel, la posguerra y, 67 años después, un pequeño homenaje. 

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