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DIA 37. CON VIRGILIO EN EL SOFÁ "EN PELOTICA VIVA" por Miguel Ávila Cabezas

DIA 37. CON VIRGILIO EN EL SOFÁ "EN PELOTICA VIVA" por Miguel Ávila Cabezas

Virgilio, “en pelotica viva” están los nietos de la mujer de 40 años que fue detenida el otro día por haber apandado 100 euros en prendas de ropa infantil de una “conocida”, según los papeles, franquicia. Lo proclaman a los cuatro vientos informativos, y huracanados, todos los medios de comunicación de nuestra costa tropical, que como persistan en soplar (los vientos) con la fuerza con la que lo están haciendo en estos días de enero, también acabarán por dejar “en pelotica viva”, con todas sus vergüenzas inconcebibles al descubierto, a más de uno y de dos o, si me apuras, a más de trescientos mil millones, si metemos también en el lote a la “conocida” franquicia de marras.

Sobre la pobretica abuela ha caído de inmediato todo el peso de la ley por haber sido sorprendida con la mano dentro de donde nunca tendría que haberla metido, es decir, en la ropa infantil de la innombrable franquicia, y sin pasar por caja como es de rigor -¡habrase visto!-. Porque, vamos a ver, ¿a quién se le puede ocurrir idea tan peregrina y absurda de querer liberar a sus nietecillos (por cierto, ¿cuántos nietecillos?) de su estado de desnudez total, o sea, “en pelotica viva”, arriesgándose a que lo pillen con las manos en la masa del jersey o de los zahones de lana, algodón y/o fibras sintéticas, y más en época de rebajas como estamos? (Y conste que esto último no lo digo con doble intención, te lo juro por lo más grande). ¡Ay, Virgilio, Virgilio, yo no sé adónde vamos a ir a parar! Se empieza por pretender que unas criaturicas cualquiera no pasen frío, o sea, que dejen de estar “en pelotica viva” (¡qué gracia!, ¿no?, “en pelotica viva”) y se acaba por no querer que pasen hambre, incluso hasta que, cuando caigan enfermos (por estar “en pelotica viva”, claro; y perdona tanta frase incidental), sean atendidos por un médico de la Seguridad Social, ¡y de gañote! O, peor aún, aspiran, ¡además!, a estar guarecidos bajo un leve techo, y ello sin los correspondientes permisos de Bruselas o la anuencia de, por citar, la Secretaría de Estado de la Vivienda y otros marrones de los que por aquí campan a ladrillo quitado. ¡Ya puestos a querer que se queden con el ático de Ignacio González y los 770.000 euros que le costó en su día al pobre hombre o con los 22 millones de ese tal Luis Bárcenas que, además de tesorero (por eso guardaba a buen recaudo tan ripiosa cantidad; otra vez me pierden los anacolutos), tiene apellido de Parque Natural, por la gloria de mi madre. ¿Es que también la abuelica y sus nietecillos quieren ir a Suiza porque son amantes del esquí y del alpinismo? ¡Qué ironía más grande! ¿Para qué nos ha servido la amnistía fiscal si de seguro que la abuelica no llegó a regularizar los tres euros (¡tres!) que por las blancas navidades obtuvo con la venta de una ristra de ajos en la Plaza del Mercado Municipal de la Muy Noble y Leal Ciudad de Motril? Así, ¿cómo vamos a mantener a raya la prima de riesgo y a reducir el déficit y generar empleo? Menos mal que nuestras fuerzas de seguridad de uno y otro signo, es decir, tanto la pública como la privada, vigilan a todas horas como el centinela alerta-alerta el centinela-alerta está que son para que ninguna mano aviesa “se vicie y se desmande”, como le ocurriera al alma del intrépido poeta de Orihuela tras el beso raptado a una desprevenida, si casta y sencilla, mujer. ¿Qué te parece lo que digo, Virgilio?

(…)

¿Que te pasas la ley y el orden por el forro de tus entelequias? ¡Tampoco es forma esa de hablar! Si no hubiera ley ni orden nos gobernaría el caos. Y saldrían abuelicas y nietecillos “en pelotica viva” hasta de debajo de las piedras.

(…)

¿Y más que van a salir, dices? ¿De debajo de las piedras?

(¡…!)

Oye, oye, sin insultar, ¿eh?

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