DIA 39. CON VIRGILIO EN EL SOFÁ. "LA APOTEOSIS DE LOS CRETINOS" por Miguel Ávila Cabezas
En verdad en verdad te digo, Virgilio, que vivimos tiempos extraños. Lo insólito se ha instalado en nuestras existencias y el grado de estupor es tal que nos hemos vaciado por completo de la voluntad de análisis, crítica, observación y, lo peor de todo, de nuestra capacidad de reacción ante este absurdo cotidiano en que se ha precipitado la cada vez más apática, anémica y esdrújula España. A los seis millones de parados, a los turbios negocios del doncel em… Palma… do, a la lesión de Casillas en el metacarpiano de la mano izquierda, al desmantelamiento de la sanidad, la educación y la dignidad públicas y, por supuesto, a la rima en consonante de los millones perdidos y hallados en los vacantes bolsillos del contribuyente, se suma -agárrate bien al cojín del sofá de terciopelo rojo y deja de ronronear como si contigo no fuera la cosa- la programación por el Centro del Profesorado (CEP) de Valencia del curso “Apariciones y milagros de Nuestra Señora”.
Son sesenta (60) las plazas ofertadas y a día de hoy (siempre es ayer) se han presentado, según relación precisa de la prensa canallesca, sesenta y tres (63) solicitudes, y suben y suben y siguen subiendo, más que la líbido de un calamar en celo o más que el alma del místico buscando respuestas en un dios ausente. “¡Qué fuerte! ¿No?”, exclamarán algunos a los que ciertamente no habría de extrañar que, tal y como están las cosas, y tan de convulso el patio, lo único que nos podría salvar de la débacle definitiva sería un verdadero milagro, ¡y ya!, realizado por cualquiera de las, como mínimo, once mil vírgenes que jalonan nuestro dispar, si variopinto, reino mariano y que conste que esto último lo digo sin retranca alguna. (…) ¡Lo de “mariano”, listo; no como improcedente referencia a Apollinaire! Bien, a lo que íbamos.
Puestos a buscar salidas ante el más que inminente apocalipsis, evidentemente la única tabla de salvación no la hallaríamos construyéndonos un búnker en Bérchules, junto al del belga rampante, o, en su defecto, en Puerto Banús, bajo el cielo protector de la mafia rusa, sino regresando, una vez más, al seno materno, es decir, encomendándonos a la Mater et Magistra Universalis para que nos auxilie y proteja de la penuria y la desesperación y haga que nos reincorporemos a la Unidad, al Todo, de donde nos sacaron a patadas los despiadados dioses de la codicia y el dinero. ¡Un milagro, sólo un milagro! ¡Una señal de que esto, como los yogures que se comen el Arias Cañete, Pedro Barato (¿¡), el presidente de ASAJA, y tantos (y tantas) más, tiene fecha de caducidad! Volver al origen, al principio del hombre agónico, que diría… ¿Parménides? Licuarse. No ser. Y que salga el sol por Antequera y la Virgen (con mayúscula) se aparezca en lo alto un naranjo de la Huerta de Valencia. Así, la marca “España” quedaría más que revalidada ante los descreídos bárbaros del norte. ¡No todo va a ser jamón ibérico, alonsos, nadales, pedrosas, champions o aceite de oliva virgen extra! Sin ningún género de duda, con lo aprendido en este curso, el docente valenciano podrá instruir a sus nunca lo suficientemente aleccionados alumnos de la gran importancia y trascendencia que posee el tema en estos aciagos tiempos.
Y consecuentemente podrían ilustrar sus explicaciones sobre qué es un sintagma (y por qué), la insoportable levedad del cero o el alma ínsita de las fanerógamas con la proyección de películas tales (ya clásicas) como La señora de Fátima, de Rafael Gil, La canción de Bernardette, de Henry King, o, en su defecto, la de Luis García Berlanga, Los jueves, milagro, con un Pepe Isbert inconmensurable en su papel de San Dimas y un tanto de lo mismo para José Luis López Vázquez en el del cura. Para que vean y… entiendan de una vez por todas. La estratagema del espejo. Los sueños de la sinrazón. ¿Tú qué piensas?
- Que estáis locos y no tenéis remedio.
- ¿Eso es todo?
- ¿Y qué quieres más? Como diría Santiago Sierra, vivís la apoteosis de los cretinos. A falta de pan, buenas son hostias.
- Las que nos da la vida.
- ¡No! Las que recibís gustosamente con la cabeza gacha y el culo en pompa.
- ¡¡Virgilioooo, que me pierdes!!
- Tú mismo.
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