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"Soy madre y quiero lo mejor para mi hijo" por la Asociación por la Custodia Compartida YA

Este sábado será 8 de marzo, fecha que nos recuerda a las mujeres que tras muchos años de lucha somos aptas y estamos igual de capacitadas que los hombres para trabajar. Que se nos han abierto las puestas de Universidades y puestos de trabajo y que en puestos como medicina o carreras judiciales estamos incluso más presentes que los hombres. Que no tuvimos que superar exámenes distintos en los colegios y que una mujer Juez es igual de respetable que un señor. 

Durante mucho tiempo las mujeres hemos tenido que lidiar con situaciones injustas, con circunstancias adversas, que no sólo eran negativas para nosotras, también eran negativas para nuestros hijos, pero que aceptábamos porque no quedaba otra. 

Ahora afortunadamente tenemos, o debemos tener, el lugar en la sociedad que nos corresponde y si aún no estamos satisfechas de como están las cosas hemos de seguir trabajando  para  cambiarlo. Pero hay que hacer las cosas bien y no dejar víctimas en el camino. 

Si no estábamos de acuerdo con una sociedad que nos recluía a madres y esposas, que no nos tenía en cuenta y  permitía que nuestros hijos crecieran sin padre y no ocurriera nada, con una sociedad que nos decía que nos conformáramos con una simple pensión y que: ’total a un hombre no se le podía pedir más....’ Si contra todo eso nos revelamos, ahora no podemos permitir que se sigan cometiendo los mismos errores del pasado, y mucho menos, argumentando la igualdad o el bienestar de nuestros hijos. 

El camino lógico a seguir es trabajar para que la igualdad y la equidad sean una realidad en el día a día de cada mujer y de cada hombre. El primer lugar donde se debe comenzar a hacer presente la igualdad es la familia, que es nuestro entorno más cercano, por eso en este entorno es donde los cambios tienen que ir produciéndose poco a poco, pero de forma continuada, sin prisa pero sin pausa. 

Hablamos de lo mucho que ha evolucionado y cambiado la mujer, pero es justo no olvidar que, también, el compañero que está a nuestro lado ha cambiado y se ha adaptado a nuevas circunstancias, porque de otro modo no estaría con nosotras. Y si todos hemos cambiado para mejor, ¿por qué no lo aceptamos y ponemos unas bases sólidas para que el cambio se produzca de la mejor y más rápida forma? ¿Por qué a veces las mujeres nos ponemos trabas a nosotras mismas? ¿Por qué nos creemos que, sólo nosotras, podemos hacer determinadas cosas, como por ejemplo criar y educar a nuestros hijos solas? Soy consciente de que la educación recibida pesa mucho, pero por eso tenemos que educar de distinta forma, sino las generaciones futuras tendrán los mismos problemas que nosotros hemos tenido.

Porque soy MADRE Y QUIERO LO MEJOR PARA MI HIJO

Un hijo, desde el primer momento, es un proyecto de dos. Lejos quedó ya el tiempo en el que el padre, o ’cabeza de familia’, tenía como única misión para con sus hijos traer el sustento a casa. Hoy día las mujeres no necesitamos a este tipo de hombre, ni los hijos necesitan a este tipo de padre. Necesitamos y queremos a hombres que sean compañeros, que sean amigos, que nos traten de igual a igual, que sean PADRES y que se involucren como nosotras en la crianza y desarrollo de nuestros hijos. Si esto es lo que pedimos a nuestros compañeros durante nuestra vida en común, ¿por qué hemos de cambiar si nos divorciamos de ellos? ¿Por qué nuestros hijos tienen que pagar las consecuencias de nuestra separación, teniendo una relación distinta con su padre, compartiendo con él sólo una pequeña parte de su tiempo? 

La separación de los padres ha de afectar lo menos posible a los hijos. Esto entraña muchas veces una gran dificultad ya que sobre todo, en los primeros momentos de la separación, es difícil discernir que es lo mejor o lo peor para cada uno de los miembros de la que, hasta ahora, ha sido una ’familia tipo’. Muchas veces hacemos que los problemas de los adultos sean, también, problemas para los niños y nos olvidamos que los hijos no tienen que sufrir las consecuencias de los hechos de los adultos. 

Lo mejor para un  hijo es seguir teniendo a su padre como punto de referencia, al igual que lo era antes de la separación, y que lo vea como siempre lo vio, como un miembro más de su familia, aunque sepa que ahora su familia ya no convive junta, pero esto no impide que pueda seguir contando con el apoyo, cariño y dedicación de su padre y su madre. 

Lo mejor para un hijo no es someterlo a unos horarios estrictos de visita con el padre; con ello lo único que conseguiremos es que nuestro hijo vea a su padre como una figura que aparece de cuando en cuando, de forma periódica, pero sólo de 5 a 7 o los fines de semana alternos. La figura de su padre ya no está presente en su vida de forma continuada y estable, ya no se implica porque no puede en su día a día, ya no sabe sus problemas, sus alegrías... la figura de su padre ha quedado reducida a algo esporádico y sin ninguna continuidad. 

Lo mejor para un hijo no es usarlo como un arma arrojadiza contra el ’otro’, sea el otro, el padre o la madre. Un hijo tiene que preservarse de todo esto porque un hijo no es una propiedad, ni del padre ni de la madre, es un proyecto común de ambos. Pero a su vez es una persona independiente de su madre y de su padre, por lo tanto no es una posesión de ninguno de los dos, ni ha de tratarse como tal. 

Un hijo tiene derecho a tener un padre y una madre y a que ambos se preocupen por él, formen parte de su vida, cubran todas sus necesidades, afectivas, educativas, económicas... y ejerzan como padres en todo momento con todo lo que ello implica, es decir, un hijo también tiene DERECHOS; y sus derechos no están por debajo de los intereses o derechos de los adultos, más bien al contrario, sus derechos y su bienestar han de estar por encima de los problemas o intereses de los padres ya que en este caso, los más débiles, siempre son los hijos. 

Si tras un divorcio un hijo pierde la ’relación habitual’ con su padre o con su madre es normal que muchas veces se sienta culpable de lo ocurrido. Es difícil explicarle a un niño el porqué de la nueva situación, pero será más difícil aún si los adultos nos empeñamos en que este niño crezca con carencias afectivas. Carencias que se pueden evitar si los adultos entendemos y comprendemos  que un hijo, independientemente de todo, necesita para su crecimiento y desarrollo equilibrado como persona, tanto a su Madre, como a su Padre.

La Custodia Compartida es la mejor forma de hacer que nuestros hijos crezcan con las menores taras posibles. Es también el mejor modelo para trasmitirles que hombres y mujeres somos iguales porque han visto en su día a día que su padre y su madre se ocupan de ellos, que ambos ponen el mismo empeño, tiempo y dedicación. La Custodia Compartida es tratar a hombres y mujeres por igual y exigirles lo mismo con respecto a los hijos, es por lo tanto, hacer realidad lo que muchas mujeres siempre pensamos: que la igualdad era posible en todos los sentidos. 

Por lo tanto: CUSTODIA COMPARTIDA YA!!!! porque:

Soy Mujer

Soy Trabajadora

Soy Madre

Porque quiero lo mejor para mis HIJOS

Porque creo en la IGUALDAD entre hombres y mujeres, PERSONAS

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