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MONARQUÍA O CORRUPCIÓN por F. Javier Álvarez de Cienfuegos Coiduras

MONARQUÍA O CORRUPCIÓN por F. Javier Álvarez de Cienfuegos Coiduras

De la ceremonia de proclamación en -ante- las Cortes dos cosas me llamaron la atención.

Una fue algo que se dijo: Felipe VI se mostró intolerante ante la corrupción. Sus palabras fueron cayendo sobre los próceres de las dos Cámaras, apretujados y sin ganas de broma, no se sabe si como maná salutífero o como lluvia ácida. El caso es que allí estaban en pleno, aplaudiendo o circunspectos, según tocara, nuestros padres de la patria, bastante estrechos, eso sí, a causa de la fusión, por un día, de congresistas y senadores -los experimentos, con gaseosa, pensarían algunos de ellos-.

La segunda cosa fue un hecho: la estridente ausencia de la Infanta Cristina en los fastos de la proclamación.

Dicho y hecho.

Muy distraída andaría aquella de Sus Señorías que creyera que el Rey, después de haber excluido a su propia hermana de cualquier relación con la cosa pública, asumiendo la ruptura o el distanciamiento familiar y sacrificándola cual vestal impura, quedaría contento si el primer pelagatos de turno que metiera la mano en la caja se lo llevara crudo en el consabido yate con derecho a ramera de lujo y a volutas de puro cubano.

Hasta ahora ha sido así o, por lo menos, parecido: el rufián, confiado y prepotente, se ha llevado la mordida ante una aterradora  inoperatividad de los poderes públicos y una desalentadora impotencia de los ciudadanos. Los partidos, claro, han aprovechado la inmoralidad del contrario para sacar tajada política; sin darse cuenta de que realmente refocilaban en la porquería, autoalimentando en su encono sus propias inmundicias.

Desde la Jefatura del Estado no había llegado, desde el inicio de la democracia, una señal tan clara e inequívoca contra la corrupción como la que, el jueves pasado, se envió a la ciudadanía española  desde la Carrera de San Jerónimo. ¡Cuantas Navidades y cuantos discursos insulsos de la Corona hemos tenido que sufrir para llegar hasta aquí!. Evidentemente, la corrupción era la asignatura pendiente de la Monarquía con España y con los españoles. Esto nunca lo dirán los políticos, claro; pero lo digo yo, desde mi modesta opinión.

Alguien más versado quizá le cuente a este país, algún día, que la permisividad ante la corrupción fue el precio que hubo de pagarse - que tuvimos que pagar- por la democracia tras el atroz período de la dictadura franquista; eso plantearía de nuevo, como tantas veces en la Historia, la interminable perorata filosófica de si el fin justifica los medios y de la teoría del mal menor. ¿Justificó el advenimiento de la democracia un oscuro y corrupto café para todos?.

La Monarquía, ciertamente, por muy constitucional y parlamentaria que sea, no resiste, desde mi punto de vista, un mínimo análisis intelectual. Si se mantiene en nuestro país será, ante todo, por puro pragmatismo. Y una cosa es clara: tiene que ganarse el puesto día a día (quien no ha sido elegido tiene que apechugar con las encuestas, ¡qué menos!). Dicho esto, tampoco me seduce lo más mínimo caer con armas y bagajes, así sin más, en brazos de una República de la que se han apropiado, al parecer, los antisistema y la izquierda radical.

Creo que a Felipe VI hay que darle un voto de confianza. Y hay que exigirle, por eso mismo, que su dicho y hecho en la solemne sesión ante las Cortes españolas no se quede en un gesto ante la galería. La corrupción en España ha de ser un reducto del pasado y, posiblemente, a la Monarquía española le vaya en ello su propia subsistencia, porque o ella termina con la corrupción o la corrupción termina con ella.

Debe ser el nuevo Rey, como él mismo asumió en su discurso inaugural, el punto de referencia y el ejemplo, para todos, de la honradez y la transparencia, iniciando así una nueva época (empezando, claro, por las cuentas, al céntimo, de la Casa Real). No tiene alternativa, así ha de ser y ojalá que así sea.

Habrá que verlo. Al otro lado, la III República.

F. Javier Alvarez de Cienfuegos Coiduras
Profesor Titular Universidad Autónoma de Madrid
Área de Derecho Romano

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