SÁLVAME, PEDRO por Jesús María Cascón Murillo
La irrupción telefónica del secretario general de los socialistas en el programa de Telecinco, presentado por Jorge Javier Vázquez, ha llenado páginas de diarios, ha sido la comidilla de tertulias televisivas y ha incendiado la red de forma vírica. No crean que es un asunto para tomarlo a coña o pasar de puntillas sobre él, qué va. Esto merece un análisis en profundidad y una reflexión seria, toda vez que Pedro Sánchez ha desfilado por numerosos medios de información en las últimas semanas y, como quiera que se está dando a conocer, ha dejado múltiples titulares donde ya se puede esbozar su forma de pensar, los proyectos que tiene y sus aspiraciones de cara al futuro.
Entrar en un programa de televisión para puntualizar cosas, como en este caso sobre el Toro de la Vega, no es ni delito, ni nada malo. No estamos acostumbrados a ver este tipo de cosas y, realmente, chocan con nuestro concepto de político, que está por encima de todos y se refiere a estos asuntos en otros púlpitos un poco más convencionales.
Además, esta intervención no deja de ser curiosa por otro aspecto, el del lado frívolo de su presentador y de sus participantes, acostumbrados más a los montajes y los escándalos que a ofrecer una versión seria y mesurada de las cosas.
Pero permitan que me fije en algunas declaraciones realizadas con posterioridad a su intervención, que es donde realmente se retrata la vida social y política patria, donde se pillan las intenciones de unos y otros. Me hace especial gracia el denodado esfuerzo que han hecho tanto el PSOE como Telecinco por justificar la intervención telefónica de Pedro Sánchez cuando, en realidad, si alguien tuviese que justificar dicha intervención sería el propio Sánchez, y nadie más. Pero algunos argumentos merecen mención por lo importante de su mensaje. Por ejemplo: "El que esto sea una noticia yo creo que lo que demuestra es que la política durante estos años se ha hecho mal, porque hay que estar donde están los ciudadanos". Y Pedro Sánchez tiene razón. No está de más que los políticos se pongan al teléfono de vez en cuando, que actúen ante determinados hechos aunque sea de una forma un tanto inusual y que se dejen ver y expresen sus opiniones sobre temas importantes.
Alfonso Alonso, diputado del PP, declaraba que "mientras él estaba llamando a la tele, en Cataluña sus diputados estaban votando a favor de la consulta". Pues también tiene razón, mire usted por dónde. Al nuevo secretario general de los socialistas le han puesto una zorra entre las gallinas y ni se ha enterado. La disciplina de voto se ha ido por el sumidero en el partido socialista catalán y las consecuencias pueden ser desastrosas.
No es tema baladí defender la vida y la integridad de los animales, rechazar sistemáticamente el maltrato animal, pero al mismo tiempo que te desvelas por estos asuntos te llega la bofetada por otro lado, y eso denota que en el PSOE no hay tensión, no hay cuerda fuerte para amarrarlo todo al mismo tiempo. Y esto no es nuevo.
Pero todo esto choca como un tren de mercancías contra un muro cuando nos encontramos con la verdadera contradicción en este asunto: Pedro Sánchez declaró hace unos días en Antena 3, ante la escultural, hierática y enigmática jefa de informativos de la cadena, Gloria Lomana, que no iba a apoyar a ningún partido "populista", evitando constantemente hacer referencia a Podemos. De hecho, en declaraciones posteriores, no hizo mención alguna a este partido, ni a ningún otro; es como si se hubiese lanzado la consigna en el PSOE de no hacer publicidad de ninguna formación que no sea la socialista.
Y no se puede ser más populista, señor Sánchez: llamar a un programa de televisión es un gesto bueno, pero interesado. Inusual porque hay otros mecanismos para dejar claras las posturas sobre temas importantes y, además, porque hay un punto de demagogia en su actuación, como demuestra el hecho de haber registrado en el Congreso una petición para la defensa de los animales y para rechazar el maltrato animal. Si se registra la petición sin entrar por teléfono en Sálvame, el efecto habría sido el mismo, pero sin publicidad alguna.
Y realmente se trata de eso, de hacerse publicidad, de ser populista, de conseguir que te conozca todo el mundo y que todo el mundo comente, bien o mal, pero que hablen de ti. El populismo fácil, el de un gasto de una llamada y una queja completa porque en este país es una rareza hablar con el presentador de Sálvame en directo, todo es una pantomima claramente estereotipada. Así no se resuelven los problemas de la sociedad, señor Sánchez, así se da autobombo a una idea, un concepto o un símbolo, pero sin duda alguna no se hace ningún favor a los que defienden la integridad de los animales y sí a los que piensan que la farándula tiene su sitio y sus actores y mezclarlos con los políticos es un mal negocio. Tan malo como dejar que el voto en conciencia permita la declaración parlamentaria de la consulta soberanista con la inestimable colaboración de dos votos del socialismo catalán. Que Jorge Javier Vázquez coja ahora el teléfono y llame a la Generalitat para quejarse. ¿No?.
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