Cuento de Navidad: En busca de la Tierra Prometida por Bernardo Roa Guzmán
Era la noche de Reyes. En la lejanía se podía escuchar la algarabía de los niños al paso de Sus Majestades y toda su corte. Mientras, en un quirófano de la gran ciudad, estaba comenzando a vivir una nueva criatura, una preciosa niña, tan negra como el azabache.
Unos minutos después, ya en la habitación del hospital, esa madre y esa niña escuchaban el ruido de alegría, de alborozo, cada vez mas cercano… los Reyes Magos se iban acercando… pero los Reyes Magos ya estaban en aquella sencilla habitación de hospital, estaban arrodillados ante Blessing, la madre y Faith, la pequeña recién nacida; estaban presentes, transfigurados en la hermana Maria que, en ningún momento desde ahora, se apartaría de Blessing y de Faith.
La habitación lucía como un ascua de luz…parecía que la estrella de Oriente se hubiese instalado para dar mas brillo a esa preciosa estampa de auténtica Navidad.
Pero volvamos atrás en el tiempo porque esta historia comenzó varios años antes, cuando Blessing, una joven subsahariana, muy joven, inquieta, inconformista, valiente, comprendiendo que la vida en su país era muy difícil, casi imposible, llena de miseria…, tomó una decisión muy dura, muy dolorosa, muy difícil de decidir: no podía aceptar esa situación en que vive calladamente su gente y sentía que tenía que marchar en busca de futuro, en busca de porvenir, en busca de ayuda para su familia. Le habían hablado de la lejana Europa, “El Dorado” de ahora, para quienes se lo habían contado…la Tierra Prometida de la que habla la Biblia cuando Moisés guía al pueblo judío tras su salida de Egipto… Ahora la Tierra Prometida se llamaba Europa.
Sin pensárselo demasiado, la intrépida Blessing comunicaba a su familia la decisión que había tomado y, entre lágrimas y miedos de todos ellos, una mañana oscura decidió partir, romper con su tierra sin saber si volvería algún dia. Se había unido a un grupo de conocidos de su poblado que habían tomado la misma decisión… les esperaba una larguísima travesía llena de aventuras que ni siquiera podían imaginar… tenían que cruzar el Sahara para llegar a las costas del norte, el punto mas cercano a ese nuevo “Dorado” de finales del siglo XX.
La travesía duró dos años y fue muy dura; en ella hubo de todo… ¡imaginaos cuántas cosas pueden pasar en dos años!... muchas caminatas a pie por las arenas del desierto, muchas noches a la intemperie, refugiándose donde podían del frio de la noche y de los terribles vientos. Otras veces conseguían que algún camionero caritativo ( y a veces menos caritativo y sí interesado, a cambio de…), les llevase un buen trecho a lomos de su “camello mecánico”.
Cada vez que cambiaban de país la vida se les complicaban las cosas: nuevas leyes, casi siempre arbitrarias y caprichosas con los inmigrantes, a los que ya estaban acostumbrados a sacarles todo lo que podían a cambio de dejarles en paz… y todo ello entre humillaciones y vejaciones continuas.
La comida a veces, casi siempre, escaseaba, lo mismo que el agua, y tenían que comer lo que primero les caía en las manos y que, por no revolver estómagos mal acostumbrados, no voy a citar… bebían de charcos insalubres… Alguno enfermó y no pudo seguir la travesía.
Todos pasaron hambre y sed, pero les daba fuerzas la esperanza en el futuro que hasta ahora no habían tenido y que creían les estaba esperando en la cada vez mas cercana Europa.
Es verdad que también encontraron gente que les ayudó, pero no era lo normal. Así, día tras día, semana tras semana, mes tras mes, pasaron dos largos años hasta llegar a las costas del norte, “la antesala de la Tierra Prometida”, del soñado “Dorado”.
Allí las cosas, lejos de mejorar, empeoraron bastante… la policía era mucho mas dura y exigente que la de los otros lugares que habían atravesado; aplicaban la ley a su antojo y bajo el prisma de su interés… “todo a cambio de algo”, pero….¿es que les quedaba algo para dar a cambio aparte de “su propio cuerpo”? pues si, eso también era moneda de cambio, así es que vuelven las vejaciones, las humillaciones, los malos tratos…
Blessing estaba embarazada, se había quedado a lo largo de la travesía. Las mujeres, si son “desiguales” en nuestro primer mundo, lo son muchísimo mas en el tercer mundo, y estaban a merced de los deseos y caprichos del primer hombre que viese a una indefensa, sin protección, por lo que, para evitar ser humilladas y maltratadas por cualquiera, o por todos, a lo largo de la durísima aventura, tenían que buscarse “un protector” que les librase del resto… y Blessing quedó embarazada poco antes de llegar a su primer destino, la costa norteafricana, desde la que se podía divisar en los días claros ese “futuro” tan ilusionante para ellos.
Del embarazo de Blessing qué os voy a contar… imaginad, las mujeres, lo que es un embarazo en casa, cómodamente, rodeadas de afecto y cariño, sin sobresaltos… pues ¡cómo sería ese embarazo en medio de un mundo hostil, amenazante, cruel… ¡Cuántas veces tuvo que huir y esconderse de la policía de aquel dictatorial país y recibir pedradas en desconocidos e improvisados escondites, para no ser vejada!.
Y así, entre incertidumbre, inseguridad, escasez, hambre… fueron pasando los días. Guardaban con celo el poquito dinero con el que salieron de su país para poder pagar “la patera” que les llevaría en el último y tal vez más peligroso tramo de su aventura, la “travesía del Estrecho”.
Por fín llegó el dia y Blessing, con su embarazo ya muy avanzado, de mas de ocho meses, subió en esa patera. El “protector” padre de su hijo no subió, sin que nadie supiese por qué…¿acaso era parte de esa tela de araña que tenía montado el negocio de la nueva esclavitud?
Blessing subió en la patera junto a otras mas de ochenta personas, la mayoría mujeres… lo que les esperaba en el camino no era fácil… la mar, como queriendo mostrar su rebelión por la injusticia, se levantaba brava con olas de varios metros… lo malo es que las consecuencias no las pagaban los responsables de ese “trafico humano” sino las víctimas. Las olas parecía que se iban a tragar la patera, cada vez mas llena de agua, que mas bien parecía un viejo madero con el que jugaba la mar embravecida…. Pero, poco a poco, se hizo la calma y apareció en medio de la noche una estrella muy brillante que ya les acompañaría hasta las costas de Europa… la estrella no les abandonó hasta el final de su viaje, pero en ese final, como suele pasar, estaba también la policía esperándoles… ya el trato era muy diferente, humano aunque represivo. También había otras personas para ayudarles, para darles ropa y mantas, para darles un plato de comida caliente.
De inmediato fueron confinados para iniciar los trámites de su repatriación aunque, Blessing, al estar en avanzado estado de gestación, fue tratada de forma diferente y trasladada a un hospital, el hospital en que en esa noche de Reyes estaba dando la vida a Faith y el hospital en donde conocería a su paticular Rey Mago, la hermana María, que estaba arrodillada, como los Reyes Magos ante Jesús en el portal, ella ante Blessing y Faith…. ¡qué regalo de Reyes!, ¡la preciosa Faith y la “Tierra de promisión”!… a pesar de eso Blessing estaba triste; tal vez el recuerdo de los malos momentos pasados, tal vez el recuerdo de los compañeros de viaje que ya no estaban a su lado, tal vez el recuerdo de su familia que había dejado muy, muy lejos hace ya tanto tiempo y de la que no había vuelto a saber nada… o tal vez una mezcla de todo; pero Blessing estaba desorientada .
Pero allí estaba su particular “Rey Mago”, la hermana María, que se encargaría de todo, hasta de ayudarle a recuperarse y a volver a sentirse la joven de siempre, ilusionada, apasionada, aventurera, intrépida… ¡y ya en Europa y con una preciosa hija entre sus brazos…. jamás volvería a sentirse sola!.
El sueño de Blessing se había cumplido… ¡ y cuántos sueños como el suyo habían quedado frustrados, muchos de ellos sepultados bajo las aguas del Estrecho!... el cuento podría haber terminado en ese momento, pero no termina aquí…
Blessing y Faith fueron conducidas por la hermana María a otro lugar tranquilo, en el que hoy residen junto a buenas gentes que les respetan y les quieren, integradas en una familia europea que las acogió como si de dos hijas mas se tratase y con las que siguen viviendo pasados los años desde el final de aquella aventura.
Es verdad que Blessing ha comprendido que esta no es la Tierra que le prometieron porque los problemas no faltan, pero también es verdad que Faith es feliz y tiene un gran porvenir, un futuro antes sus ojos. Está formándose y seguro que alcanzará su objetivo soñado, el que en África jamás le hubiese dado…
Pero este cuento el día que Faith termine de recorrer ese camino que le sigue alumbrando la “estrella de los Magos”, esa estrella que se apareció a Blessing, su madre, cruzando el Estrecho y que, seguro, las llevará a la meta de la felicidad soñada, tanto para Faith como para Blessing, que vive por ella y para ella.
Nota del autor: En estos casos siempre se dice que la narración es producto de la imaginación de su autor y que cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia; pero en este caso y en estas fechas, el autor prefiere dejar que la mente del lector vuele y ella misma decida si puede o no estar basada en hechos reales porque, además, seguro que en esta “Tierra Prometida” hay muchas “Blessing” y bastantes “Faith” como las del cuento… en busca de su felicidad y guiadas por una o por mil estrellas… todo está en acertar a seguir la verdadera, la de los Magos de Oriente.