Mundo en plena ebullición por Juan de Dios Villanueva Roa

Si miramos hacia atrás nos daremos cuenta que en un abrir y cerrar de ojos está cambiando el mundo que nos rodea, o mejor dicho, el mundo en el que navegamos durante los cuatro días que vamos a estar en él, de una forma pasmosa, de una manera en la que tal vez no estemos preparados, al menos quienes formamos las generaciones que ya no cumpliremos los treinta, ni los cuarenta, ni de ahí para arriba.
Durante decenas de años la civilización avanzaba a una velocidad absolutamente controlada por el ser humano; lo que unos padres habían aprendido lo podían transmitir a sus hijos con la absoluta certidumbre de que les sería tan útil como a ellos; las ciencias avanzaban, pero la persona podía tener la capacidad de ir dominando los contenidos de este avance, más o menos. No viene ocurriendo así desde hace unos diez años aproximadamente. La irrupción de las Nuevas Tecnologías en nuestra cultura, en nuestro día a día, ha venido a revolucionar completa y absolutamente esta concepción de la evolución de las cosas. Lo que ayer era novísimo hoy ya está desfasado. Compruébelo usted mismo con los aparatos que han entrado en su casa durante los últimos tres o cuatro años, cerciórese de cuáles de ellos siguen siendo de última generación. Cada vez se tarda menos en duplicar los contenidos de los avances, tal es así que en apenas cuatro o cinco años el conocimiento de la humanidad se duplicará cada dos años, mientras que hace apenas unas decenas de años tardaba otras tantas en producirse tal circunstancia.
El problema que esto conlleva –son muchas las ventajas-, radica en la capacidad del ser humana para asimilar esa evolución, esos cambios. Dicha capacidad precisa de un fuerte entrenamiento, de una concepción de las cosas diferente a la que se ha venido teniendo hasta ahora. El espacio en el que esa concepción se alcanza, refiriéndonos a la infancia, pues sólo ella podrá llegar a amortizar intelectualmente esta evolución desde una selección en el aprendizaje, es compartido. Por un lado está el centro educativo, por otro el propio hogar. La conocida como e-learning, es decir, enseñanza electrónica, comienza a entrar en las aulas, en los centros educativos, y es empeño de la Consejería de Educación que se generalice cuanto antes. Mucho hay que hablar de ello, no obstante, pero será en próximas columnas. Hoy ya le he robado suficiente tiempo, y seguro que habrá alguna ventana electrónica más a la que usted querrá asomarse ahora. Navegue y disfrute, o aprenda, o en cualquier caso sáquele el rendimiento a la libertad que las Nuevas Tecnologías le están ofreciendo desde esta misma pantalla.