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Infancia emigrante: niños en busca de otro futuro. El seminario, que se celebra en Almuñécar del 12 al 16 de septiembre, pretende concienciar a la sociedad ante la realidad de la inmigración

Infancia emigrante: niños en busca de otro futuro. El seminario, que se celebra en Almuñécar del 12 al 16 de septiembre, pretende concienciar a la sociedad ante la realidad de la inmigración El pasado fin de semana llegaron a las costas de Granada 30 niños después de cruzar el estrecho hacinados en una patera incapaz de sostener a la mitad de sus pasajeros. Pero ésta no es la única y tampoco la última vez que las playas españolas serán testigos de la llegada de menores que se juegan la vida en busca de un sueño ¿Qué pasa con estos pequeños sin papeles cuando llegan a España? ¿Cómo se sienten? ¿Han fracasado en la búsqueda de su sueño? ¿Qué factores dificultan su integración en nuestro contexto y su desarrollo como personas? ¿Qué nos hace país receptor? Éstas son algunas de las preguntas que se esconden tras las imágenes que llegan asiduamente de esos pequeños que han decidido abandonar su país, a sus padres, su familia... para cambiar su destino.

Para dar respuesta a estas cuestiones y concienciar a la sociedad de que el problema es cada vez mayor y “la responsabilidad es de todos”, el Centro Mediterráneo de la Universidad de Granada ha organizado “Menores que emigran. La búsqueda de un sueño”, un curso dirigido por el delegado de Cultura, José Antonio Pérez Tapias y coordinado por Alicia Martín Montalbán, psicóloga del Centro de Acogida de Inmigrantes Ángel Ganivet, que se celebrará en Almuñécar del 12 al 16 de septiembre.

La educación en una cultura de paz, el desarraigo, las emociones como vehículo de comunicación entre distintas culturas o el futuro que les espera a estos pequeños, son algunos de los aspectos que se debatirán en el curso con el fin de hacer un análisis en profundidad del tema, teniendo en cuenta que los menores en un principio vienen a España con la idea de mejorar su vida, “pero que existen multitud de elementos colaterales que no les permiten lograr este objetivo como la legislación, el período evolutivo de los menores, las diferencias culturales o el propio desarraigo”, explica la psicóloga del CAI Ángel Ganivet, Alicia Martín.

Acogida y apoyo sicológico
Según Martín, el primer paso que la administración da cuando llegan menores a las costas de nuestro país es la acogida. “Se les intenta ayudar afectiva y sanitariamente, ya que muchos de ellos vienen quemados del sol o desorientados por el viaje. Intentamos tranquilizarlos y, por supuesto, llamamos a sus familias que no saben si sus hijos han llegado bien o han muerto en el camino. Se les hace una prueba ósea para determinar la edad, y si son menores se les escolariza, tal y como establece la enseñanza española y, si no lo son, tienen que volver a su país”.

Precisamente, la escolarización es uno de los primeros problemas que se plantean en la acogida, ya que los niños vienen a España a trabajar, no están acostumbrados a las normas escolares, puesto que muchos de ellos trabajan desde los ocho años, y además no entienden el idioma. Otra de las dificultades a las que se enfrentan es el desarraigo y la falta de afecto que en ocasiones se manifiesta en el niño a modo de rebeldía, ignorando la autoridad y las normas.

Para atender estos problemas, los centros de acogida cuentan con un equipo de psicólogos que hablan con los niños e intentan ayudarles a adaptarse a esta nueva situación y al nuevo contexto cultural y social. A pesar de todos los aspectos negativos que tienen que afrontar, los menores, a diferencia de los mayores, no se sienten fracasados, sino todo lo contrario. Según la especialista, muchos de ellos confiesan que han logrado conseguir su mayor sueño: la libertad, un bien que normalmente escasea en sus países de origen.

En cuanto a la capacidad de recepción que tiene ahora mismo la provincia, Alicia asegura que en Granada sólo hay dos centros con 25 plazas cada uno, y que sobrepasar esta cifra desbordaría el sistema y sería imposible atender plenamente a los menores. En este sentido, insiste en que ante esta situación, la sociedad debería cuestionarse “cuánto tiempo más va a permitir las graves desigualdades sociales que estamos viviendo, cuánto tiempo va a poder seguir permaneciendo impasible creyendo que la responsabilidad es de otro y sin percatarse de que si hacemos algo y nos unimos, seremos capaces de construir un mundo mejor”.

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