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La moda de París no llega a Polopos

La moda de París no llega a Polopos
ABC.- Este municipio granadino es uno de los más pequeños y con más presión migratoria, sobre todo, rumanos y marroquíes. Aunque La Mojonera lo superaba en 2004, hoy, según datos de su alcalde, lo iguala. La presencia extranjera es sinónimo de prosperidad para el pueblo Episodios como los acaecidos la última semana en Francia, colocan a la inmigración en el punto de mira de la controversia, con afirmaciones encontradas que rayan, de un lado, la xenofobia y, de otro, la ingenuidad. Nadie tiene la fórmula magistral que garantice la convivencia, ni en el país vecino ni en Andalucía, donde los sucesos de El Ejido demostraron que en el Sur los problemas también existen.

Pero, frente al suceso sensacional de una explosión racial, hay lugares en esta comunidad donde la convivencia no sólo es posible, sino que es beneficiosa. Así lo afirma Pedro Fernando García, alcalde de Polopos, uno de los municipios andaluces con mayor proporción de población inmigrante, un 20% de sus vecinos, según el padrón de 2004, que contabilizaba a 310 trabajadores extranjeros entre los 1.493 habitantes empadronados.

Este municipio, situado en la Baja Alpujarra, tiene dos núcleos de población: La Mamola, en la costa, y Polopos, en el interior. Allí viven ahora, según datos actualizados del Ayuntamiento, cerca de 1.900 personas, de las que unas 450 son inmigrantes, lo que le iguala a la Mojonera. Éstos han ido llegando desde hace una década buscando trabajo y se sumaron a la pequeña colonia británica que vive en este bello rincón granadino.

La población inmigrante es, fundamentalemente, de nacionalidad marroquí y rumana, aunque también hay algunos colombianos y brasileños. Casi todos trabajan en el sector agrario, en los cultivos de invernadero que se extienden en es franja de la costa granadina desde Carchuna hasta Albuñol. Los menos, fundamentalmente, sudamericanos, trabajan en el sector de la hostelería.

El alcalde destaca que la población inmigrante, durante todos estos años, no ha generado ni tensiones ni problemas en el municipio, más allá de alguna riña esporádica, como la que se puede dar en cualquier pueblo andaluz. De hecho, los trabajadores extranjeros han «generado riqueza» para el pueblo, afirma García, son «una fuente de ingresos, aunque sus aportaciones sean modestas, y le han dado vida al pueblo, llenando bares que antes estaban vacíos y comprando en los pequeños comercios. Su aportación creo que es bastante importante».

Contacto cercano y humano

El dinamismo económico y social que han aportado a Polopos se explica a partir de datos concretos. Es un pequeño pueblo, «donde es tan fácil ver al alcalde como a un fontanero», como dice García, con un nivel de paro ínfimo -unas veinte personas, según datos del Ayuntamiento- y con una agricultura necesitada de mano de obra, sin olvidar el sector turístico, en La Mamola, y la construcción. En este último aspecto ha sido «un acierto», señala el alcalde, el proceso de normalización laboral que «ha quitado mucha presión» a los alcaldes de los pueblos de la zona y a los empresarios, «ya que antes venían autocares de inmigrantes buscando trabajo y ahora no». Junto a un reparto más racional del trabajo, ahora estos inmigrantes aportan «a la Seguridad Social y son personas con los mismos derechos y deberes que los ciudadanos españoles».

Este porcentaje de trabajadores extranjeros ha motivado que la Consejería de Gobernación les adjudique, del fondo estatal de apoyo a la acogida y la integración de inmigrantes, 23.833 euros. Ahora el Ayuntamiento polopero deberá elaborar un plan de acción para presentarlo en la Junta, aunque el alcalde avanza que las líneas maestras irán destinadas a mejorar servicios sociales para los inmigrantes, desde profesores a centros de salud, pasando por becas para sus hijos.

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