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Motril@Digital

Atendiendo a la publicación que en distintos medios de comunicación donde se informa del reciente galardón otorgado por la actual Corporación Municipal del Ayuntamiento de Motril en el que se concede la Medalla de Oro de la ciudad a título póstumo al Excmo. Señor y ex­-alcalde motrileño Enrique Montero por entre otros motivos y cito literalmente “haber sido el responsable de la reconstrucción del Santuario de la Virgen de la Cabeza” como así se llega a reconocer en un breve comunicado de prensa. 

Yo Paloma Garvayo Hernández, hija del ya fallecido y también ex alcalde motrileño Dr. Emilio Garvayo Dinelli demando de dicho Consistorio Municipal como también de aquellos medios de comunicación que por error infundado han vertido tal información, la corrección inmediata y la restitución de la memoria histórica de mi padre. 

Parece mentira que desde el propio Consistorio Municipal exista tan profundo desconocimiento de la historia “reciente” de nuestro pueblo. 

Si en Motril hay que agradecer a alguien “la reconstrucción del Santuario de la Virgen de la Cabeza” no es a otra persona que no sea mi propio padre. 

Emilio Garvayo Dinelli popularmente conocido como el “alcalde de la Patrona” accedió al gobierno del Ayuntamiento de Motril  por orden expresa del Gobernador Civil, con el objetivo de finalizar varias obras que había iniciado su hermano Antonio Garvayo Dinelli, anterior alcalde, que tristemente no pudo acabar por su repentino fallecimiento.

Cómo él mismo reconocería el nombramiento lo recibió con “pocas ganas” ya que lo que quería realmente era ejercer su profesión de medicina, que siempre fue lo primero en su vida. 

Don Emilio Garvayo Dinelli, contra los que muchos esperaban de él, resultó ser un alcalde revolucionario. Al encontrarse a un Ayuntamiento económicamente derruido realizó sin alharacas la primera reforma racional de la plantilla de funcionarios municipales. El presupuesto con el que contaba entonces el Ayuntamiento de Motril era escaso, los únicos ingresos con los que se contaban eran solamente con los arbitrios que se pagaban en los fielatos. Pero a pesar de todo ello pudo llevar a cabo cuantiosos proyectos en los tres breves años que duraría su alcaldía, desde el 1957 al 1960. 

  1. Construcción e instalación de un depósito, maquinaria e instalación de tuberías para la elevación del agua potable a los domicilios particulares. (Hasta la fecha los motrileños si querían agua tenían que ir a la fuente).
  2. Construcción de 12 Escuelas o colegios públicos y 12 viviendas para maestros, entre estas podemos destacar por ejemplo el colegio público Antonio Garvayo Dinelli que dedicó a la memoria de su hermano, o el Colegio Público Ave María ubicado en la zona del Puerto.
  3. Construcción de aceras y pavimentación de 40 calles de la ciudad.
  4. Ampliación del alumbrado eléctrico y colocación de tubo fluorescentes que hizo de Motril el pueblo más alumbrado de toda la provincia.
  5. Creación de Parque Municipal de Bomberos, inexistente hasta la fecha.
  6. Aprobación de estudios, proyectos y financiación de trabajos preliminares, delimitación de la zona marítima terrestre de Motril, futura ciudad de verano. Entre estos proyectos destacar la construcción de la Fábrica de la Celulosa cuyas escrituras fueran firmadas el 28 de mayo del año 1957 con un presupuesto de 400 millones de pesetas de la época.
  7. Reconstrucción del Santuario de la Virgen de la Cabeza, patrona de Motril a través de una recolecta popular -que promovió personalmente como alcalde durante los años que duró su alcaldía- (donativos y limosnas) para las obras del Santuario y donde el ayuntamiento no aportó ni una sola peseta.
  8. Construcción de los mercados municipales de Torrenueva y Carchuna.
  9. La acometida de nuevos regadíos de Carchuna y Pueblo nuevo. 

Además intentó erradicar el chabolismo existente a la entrada de la Playa de Poniente, que consiguió en parte al aprovechar la visita del Ministro de la Vivienda José María Martínez Sánchez Arjona el 15 de septiembre del año 1960.  Los ministros no venían mucho por aquí en aquellos días, aunque lo hicieran más veces que ahora, y se les llevaba a ver el Puerto, la Fábrica de Celulosas, o el camarín de la Virgen de la Cabeza, sin embargo Emilio Garvayo puso el plato bocabajo y ante el asombro de todos, llevó a Sánchez Arjona a las chabolas de Santa Adela y le hizo entrar en algunas de ellas para que saboreara el ambiente. Y de allí salió la promesa ministerial de “vamos a quitar esto de aquí”. Promesa que rodó a través de toda una generación hasta cumplirse del todo tres alcaldes más tarde con esfuerzos que llevaron un cuarto de siglo para conseguirlo. 

Mi padre, un ser de profundas convicciones cristianas nunca pretendió ni quiso el reconocimiento público de su obra, por ese mismo motivo y por respeto hacia la  memoria de mi padre y todo lo que para mí -como su hija- ha significado en mi vida  tampoco pido para él ningún tipo de premio, recompensa o reconocimiento público. Pero solicito eso sí, que se respete su memoria no atribuyendo a terceras personas obras que sólo y exclusivamente corresponden a él, y sólo a él. Ése es para mí y para mi padre  el mejor tributo que se le puede hacer a un buen hombre, a un buen padre y en definitiva a un buen motrileño. 

Por último señalar:

En mi poder queda toda la documentación (facturas, documentos gráficos, y todas las aportaciones que realizaron miles de motrileños para la reconstrucción del Santuario -con nombres y apellidos- etc.…) de su más que productiva alcaldía. Algunos de estos documentos serán remitidos como prueba de lo que digo a los distintos medios de comunicación. Y en un futuro muy cercano serán publicados en la web para mayor conocimiento del pueblo de Motril.

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