Día 12. CON VIRGILIO EN EL SOFÁ: "El agravio" por Miguel Ávila Cabezas
¿Te has enterado, Virgilio, de lo que ha dicho el mandamás de los cartagineses americanos en una de sus infamantes peroratas? (…) Efectivamente, el Mitt Romney ese. (…) ¿Qué no seguiste aquella madrugada el debate en directo entre el cara alcuza y Obama? Mientras que el interfecto se niega en rotundo a seguir “la senda de España”, a todos los españoles de bien, entre los que tú y yo sin duda nos contamos, se nos revuelven las machadianas entrañas con desaires tales, que no consiguen otro efecto que el que nos pongamos todos muy nerviosos.
De ahí la proliferación de tanto eritema y dermatitis tanta entre el pueblo llano y menos llano: el anguloso, digo. Ahora que reyes, príncipes, patronos y otros prebostes de la patria van de aquí para allá perdiendo por doquier la parte anatómica donde la espalda pierde su púdico nombre para intentar vender la marca “España” (que es, y no es, una gaseosa o una lata de espárragos; por citar), viene el listillo de turno y con su lengua salaz e incontinente va y dice que no quiere seguir la senda de España. Así, como suena. ¡Ay, Virgilio, ese lo que quiere es chafarnos el invento, que la invertebrada España no se hizo en dos ni tampoco en tres días, y si no que se lo pregunte a Don Pelayo! ¿Qué será de todos nosotros, tú incluido, si el Gran Emperador de Occidente se empecina, una y otra vez, en no querer seguir la senda de España? ¿Terminaremos siendo arrojados de nuevo al tragadero de la Historia?
De aquí a nada me veo fundido en el pueblo llano, Virgilio, ataviado a la folklórica usanza, y marcando el alegre paso al ritmo de la tonadilla aquella, interpretada por una esplendente Lolita Sevilla, flanqueada por el alcalde apócrifo, Manolo Morán, y el inconmensurable Pepe Isbert. (…) Sí, aquella cuyo estribillo rezaba de la siguiente guisa: “Americanos, vienen a España gordos y sanos, viva el tronío de ese gran pueblo con poderío, olé Virginia, y Michigan, y Viva Texas, que no está mal…”. ¿No te suena a algo muy de ahora el conato de discurso de Pepe Isbert, en su papel de Don Pablo, desde el balcón de la alcaldía: “Vecinos de Villar del Río, como alcalde vuestro que soy, os debo una explicación, y esa explicación que os debo, os la voy a pagar.
Que yo, como alcalde vuestro que soy, os debo una explicación, y esa explicación que os debo, os la voy a pagar, porque yo, como alcalde vuestro que soy...”. Y así hasta el infinito. ¿Otra vez el culo del mundo, Virgilio? ¿De nuevo aquello de “África empieza en los Pirineos? ¿Y qué culpa tiene África? ¿Cuándo terminará la horrible pesadilla? Adivino en lontananza las motos de los escoltas y los magnánimos heraldos de allende los mares en sus negros coches de cristales opacos. Llegan… Ya se escucha el ronroneo de los motores… (…) Y pasan de largo. Como siempre, Virgilio, como siempre. Ayer es hoy todavía.
¿Entiendes lo que digo, Virgilio?
(…)
¿Pero adónde vas ahora? Dime algo.
(…)
A Eduardo Berdeguer, valleinclanesco amigo.
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