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DIA 35. CON VIRGILIO EN EL SOFÁ: "ENTRE EL CLAVEL Y LA ROSA…" por Miguel Ávila Cabezas

DIA 35. CON VIRGILIO EN EL SOFÁ: "ENTRE EL CLAVEL Y LA ROSA…" por Miguel Ávila Cabezas

Estoy pensando seriamente en tirarme un detalle con Virgilio, ahora que ya ha pasado el año entre etílicos efluvios y tan buenos como sinceros deseos de paz, bonanza y felicidad para este 2013 que ya ha comenzado su ¿nefasta? andadura.

Hoy es día… no sé qué día es hoy de enero y Granada ha quedado temporalmente atrás después de unas Navidades en las que ha habido de todo, especialmente mudanzas, de amistad, de casa y de intenciones para un nuevo año del que los agoreros dicen que será peor, en lo económico y en lo sicológico, que aquel que arrojamos al vertedero de la historia como un dechado de infamias, corrupciones y puñalás de la más variada índole. Y de ruedas de molino además. España va bien… dada. Y lo que le queda por sufrir.

Bueno, a lo que íbamos, que como un barón rampante cualquiera siempre termino yéndome por las ramas enmarañadas de la palabra y no me centro en lo que tiene que ser que no es otra cosa que lo que Dios y sus emisarios terrestres mandan, o sea, que me pienso tirar el susodicho detalle y, a camello pasado, echarle algo por Reyes al gato indolente. Puesto que el pasado año 2012 no aprestamos árbol de Navidad alguno ni la casa del adiós disponía de chimenea por donde el gordinflón ese de los renos hubiese podido, nunca mejor dicho, enredarse la luenga, si falsa, barba, con su “¡Oh, oh, oh!” coñazo y pedofílico, estoy seriamente pensando en escribirles una carta, con acuse de recibo, a sus majestades los Reyes Magos de Oriente (los de toda la vida) para que se dejen caer de nuevo por… ¿Salobreña, Granada, Ceuta? y, ya sea por paje interpuesto o por comparecencia directa, le traigan a Virgilio un algo, no sé, algún tipo de juguete especialmente ideado para gatos flemáticos y, ya puestos, hasta dos u tres ingenios d’esos, que diría nuestro gramático cortijero.

Tal vez una alfombrilla rascadora, una familia de ratones (pero de los de verdad), un juego de pelotitas de diversos tamaños o, el más sofisticado de todos, un cat activity fantasy board (for the glory of my mather) para gatos inteligentes y con el lomo gris perla.

Pensar en las obras completas de Don Marcelino Menéndez y Pelayo o en el “Manual de las buenas prácticas alcaldables” de Ana Botella, que, todo hay que decirlo, en lo que le afecta etílicamente nada tiene que ver con aquel Pepe, tildado de “Intruso” y de “Pepe Plazuelas” por las ingeniosas lenguas del Madrid decimonónico, sería harto arriesgado por mi parte y no sé si encajaría en los gustos de personaje tan exquisito, compañero infatigable y dormilón frente a mis fervores televisivos. Fundamentalmente de, ya digo, “Saber y ganar”, siempre igual a sí mismo y que no cambie, y de los documentales de animales, a ser posible de habitantes de las zonas abisales, o abisopelágicas, tales como -léase con la entonación tan peculiar de nuestro jamás olvidado Félix Rodríguez de la Fuente- el Melanocetus Johnsonii, el Amphitretus Pelagicus o, el más insondable de todos, el Rodrigus Raterus Bankialatrus, que en muy contadas ocasiones se aproxima a la superficie pero que, cuando lo hace, con esos dientes tan largos que tiene, hasta el mismísimo gobernador del Banco de España se pone a temblar y los propios de Economía y Hacienda dejan al albur de su inescrutable estómago las cañas de pesca para curricán de fondo con las que tan buenas capturas obtienen desde hace un tiempo que se nos antoja, de eterno, incalculable.

En fin, que estoy hecho un verdadero lío pues, hablando de niveles abisales, en lo más hondo de mi pelágica persona, se revuelven la inquietud y la zozobra de no atinar con el detalle, es decir, de no dar con la canasta del pan y acabar metiendo la pata tanto o más que esos doscientos (u más) estrategas políticos de la mano larga y la dignidad corta, muy corta, aun menos que su vergüenza y su honestidad públicas, insaciables depredadores históricos, como el cerdo asesino que pobló la tierra hace más de treinta millones de años. No sé… No sé….

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