DIA 20: CON VIRGILIO EN EL SOFÁ. DIÁLOGO DE BESUGOS por Miguel Ávila Cabezas
- ¿Tú vas a hacer huelga, Virgilio?
- ¡Fo! No empieces con tus chorradas, que te veo venir.
- Te hablo en serio.
- (Visiblemente mosqueado.) ¿Cómo puedes tener la jeta de decir que me hablas en serio? ¿Conoces algún gato que se haya puesto en huelga? Y además, ¿en huelga de qué?
- En huelga de celo, por ejemplo.
- ¡Mira tú qué original nos ha salido el… amo! En huelga de celo estoy desde que me llevaste al de la bata verde para que me capara.
- Sé más comedido en tu uso de la lengua, Virgilio. No se dice “me capara”; se dice “me esterilizara”.
- ¿Tú también con los eufemismos? ¿No tenemos bastante con los de los chichos barriletes del traje de Armani y la reducción de sus coches oficiales para que me vengas ahora con esas delicatessen lingüísticas? De toda la vida “capar” ha sido, y es, “capar”; y lo que entre tú y el melindroso de la bata cometisteis fue un delito de lesa capadura. Ni más ni menos.
- ¡Vale, vale, para el carro y vamos a lo que vamos! ¿Te vas o no te vas a poner en huelga?
- ¡Muchacho, me tienes hasta las mismísimas gónadas inexistentes con tu obstinación que es sinónimo total de “coñazo”! ¿Por qué insistes en hacerme pregunta tan absurda? ¿Qué le has echado al café para endulzarlo? ¡No te habrás confundido de pastillita!
- No me vengas con evasivas y responde de una vez por todas. ¿Te vas a poner en huelga? ¿Sí o no?
- Decididamente considero que te has equivocado de pastillita. Cual suele decirse en sermo vulgaris, tienes un colocón como un carro paja. (Aquí sin el pertinente enlace preposicional).
- ¡Déjate de gramatiquerías, Juan de Valdés pecador, y respóndeme ya, por la gloria de tu mare. ¿Te pones o no te pones en huelga?
- Y dale que dale lolailo… ¿Quieres una respuesta? ¡Pues aquí va: miau!
- ¿Miau? Eso no es una respuesta. Es, en cualquier caso, un maullido.
- ¿Y qué esperas de un gato? ¿El Discurso del Método? ¿La explicación de la Teoría Especial de la Relatividad? Tú sí que te muestras relativo, por no decir ambiguo, al insistir tanto con la preguntita de marras. Cantas más que el coro del “Va, pensiero” del tercer acto del Nabucco de Verdi. En este instante te me pareces al del flequillo rebelde cuando está en la ducha. Últimamente se le oye mucho por allí.
- ¿Pero qué dices? ¿A quién dices que me parezco?
- A quién va a ser. Al del flequillo insurrecto. A ese que le está echando el avío al potaje intragable de vuestro Pijus Máximus. Ya lo dijo otro César, este con ricitos de oro en su modulada cabellera: Divide et impera. “Divide y vencerás”. ¿Lo pillas, tío listo?
- ¡A mí no me hables así, que te suspendo de empleo y sueldo!
- Espera al menos a que me ponga en huelga, ¿no?
- (Claudicante. Tocándose en salva sea la parte.) Creo que me voy a echar un rato. Me ha dado aquí un no sé qué que qué sé yo.
- (Triunfante.) ¿Pero no te quedas para “Saber y ganar”? (Aparte.) Este se ha equivocado hoy de pastillita.
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