Se presenta "Ventanas con palabras", un libro de fotografía, poesía y música con fines solidarios
Este viernes 27 de diciembre, se presenta a las 21.00h en el Restaurante la Traviesa de Salobreña. La iniciativa cuenta con las plumas de Maruja Torres, Álex de la Iglesia, Santiago Auserón, Nacho Vegas, Lapido, Benjamín Prado. Su autor, Colin Bertholet, cede su recaudación al Banco de Alimentos.
El ideólogo se llama Colin Bertholet. Un diseñador interiorista que nació en Bélgica hace más de medio siglo y lleva el ochenta por ciento de su vida afincado en Salobreña, una villa blanca situada junto a las últimas plantaciones de caña de azúcar que quedan en Europa y el pedazo de Mediterráneo que baña la costa granadina.
Cuando la creatividad no tiene límites y alguien convierte su teléfono inteligente en un compañero de viajes infatigable, surgen ideas que nacen siendo un sueño y acaban poniéndose grandes, serias e incluso, convirtiéndose en un plato de comida caliente, sin raza ni religión porque la recaudación obtenida tras la venta del libro (casi objeto) se destinará a la Fundación Banco de Alimentos, con el objetivo de ayudar a las familias más afectadas por la situación económica actual.
Los misterios que esconden las ventanas han formado parte de la curiosidad de Colín desde su más tierna infancia. Siempre supo que tras ellas había mucha literatura aunque, lo suyo no es escribir sino tener ideas, traducirlas en imágenes, proyectar, diseñar el interior de hoteles, restaurantes, tiendas, ayuntamientos, oficinas o lugares de café y copas. Dibujar sobre papeles de diferentes texturas o pantallas táctiles y mirar desde una perspectiva peculiar y llena de un buen gusto que queda vigente en todas las fotografías que incluye ‘Ventanas con palabras’, un libro que huele a noche y música indie. Que sabe a cóctel molotov. Por eso de mezclar lenguas tan afiladas como la de Nacho Vegas o Álex de la Iglesia, con la escrupulosa prosa de Mayor Zaragoza o la delicada partitura del saxofonista Ernesto Aurignac, el Charlie Parker español; así lo llama Colín.
No es la primera vez que el interiorista lleva a cabo un proyecto de este tipo. Tiene a sus espaldas varios libros-objeto, entre ellos, ‘Música para una despedida’, sobre la última fábrica de azúcar europea.
Colin insiste en subrayar la carencia de técnica palpable en las instantáneas ejecutadas, en su mayoría, con un teléfono móvil. “Lo importante es lo que representan y también, lo que esconden”. Sensaciones descritas por los más de cuarenta colaboradores que se han unido a la causa y cuyos textos aparecen en el libro escritos a mano, con la caligrafía del propio Colín, “en un homenaje personal a los cuadernos de viajes, relatados por autores que apretaban al deslizar la punta del bolígrafo sobre el papel de la libreta”.
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