"Custodia Compartida antes y después de la ruptura"
Hoy en día nadie cuestiona la necesidad e idoneidad de que el padre colabore en las tareas domésticas y atención de los hijos de forma igualitaria a como lo hace la madre y viceversa, durante el matrimonio o la vida en común de las parejas. Dedicarse en solitario a la educación y cuidado de los hijos ha limitado durante años el desarrollo profesional de miles de mujeres. El nivel de exigencia y dedicación en exclusividad de las tareas domésticas ha provocado que durante años la mujer no tuviese un espacio en el mercado laboral y viese sus funciones reducidas a la crianza de los hijos. Ello suponía colocar a la mujer en una situación diferente a la del hombre y en inferioridad por la dependencia económica sobre este, encontrándose siempre sometida a los caprichos del mismo.
La sociedad evoluciona y se comienza a insistir repetidamente en la necesidad de que los hombres se impliquen en las tareas domésticas incluyendo el cuidado de los hijos. La revolución social silenciosa, ejercida por miles de mujeres en España para lograr ser iguales ante la sociedad y disfrutar de los mismos derechos, tiene sus frutos. Las mujeres han retrasado la edad de maternidad una década, que comienza generalmente a partir de los treinta años y se ha reducido el número de hijos de manera drástica. Proceso que se inicia por los años 80, con la irrupción masiva de mujeres en la universidad. Evolucionamos y vemos como los hombres van a supermercados, compran pañales, asisten a clases post-parto y decoran el nido del futuro descendiente. El día del nacimiento acompaña a la matrona para atender los cuidados higiénicos del menor, ombligo y cambio de pañal, etc. Por suerte los hombres blandengues de los que hablaba el Fary, en el siguiente enlace del canal youtube; ( https://www.youtube.com/watch?v=M8xfzsjB2jI ), han quedado para el recuerdo. Lo que la sociedad entendía en aquellos años, como algo peyorativo, ha pasado a verse como algo necesario y positivo hacia el sexo masculino y sobre todo, justo. Parece que hoy nadie cuestiona, que un padre que no se implica en los cuidados de sus hijos y colabora con su pareja en las tareas domésticas, es un hombre alejado de la realidad social y altamente criticable por todos.
Paradójicamente, cuando se rompe la relación y comienzan los problemas de convivencia, volvemos al modelo de participación antiguo, en el que el hombre aportaba dinero y se despreocupaba de la atención de los hijos y de las tareas domésticas (este modelo evita problemas judiciales y es protegido por tales, y bien visto). Es evidente, que tras la ruptura las tareas domésticas quedan totalmente repartidas al convertirse cada uno en independientes de su vivienda, sin embargo, en atención y cuidados de los hijos son o pretenden ser asumidas nuevamente de manera exclusiva por la madre. Lo realmente sorprendente de esta defensa, en el que la madre vuelve a una vida que despreciaba durante la vida en común, de casera y ama de casa, es que sea manifiestamente defendida por movimientos feministas, siendo en todo caso una visión machista de roles ya superados. La sociedad y el poder judicial, protegen un sistema retrógrado e involucionista donde los modelos parentales de años antiguos se reproducen. La madre queda al cuidado de los hijos durante 26 días al mes, otorgando al hijo el derecho de ver a su padre 4 días. Este sistema lejos de proteger cualquiera de los tres intereses que se deben vigilar, ocasiona múltiples perjuicios a todos cada uno de ellos. Por un lado y el más importante; el del menor, el cual queda privado del derecho a poder convivir con su padre de una forma estable que le permita crecer en afectividad y desarrollo psicológico. El padre queda privado de poder estar con su hijo unos tiempos equitativos que favorezca una relación estable y fortalezca los lazos entre sí. La madre, nuevamente queda relegada a una vida de dedicación exclusiva hacia sus hijos, impidiéndole un desarrollo laboral y social, donde la maternidad y el cuidado de sus hijos, no debe ser un obstáculo en su carrera profesional y su vida personal. Una vida social minimizada por la dedicación prácticamente en exclusiva.
Si preguntamos a cualquier ciudadano, ¿qué piensa usted de que el padre se involucre en las tareas domésticas diarias de la familia? La respuesta la sabemos todos... No se cuestiona si la misma se hace valorando una familia unida o separada. Por ello la custodia compartida debe ser antes y después de la ruptura, el modelo a seguir y priorizarla como lo deseable, pues nada ha cambiado en ellos. (*)
Afirmar que los hombres están negados por naturaleza para atender debidamente a los hijos (bebés incluidos), no está sustentado en ningún estudio que así lo avale, únicamente en prejuicios machistas.
A aquellos padres o madres, que no quieren hacerse cargo de sus hijos, deberían ser cuestionados socialmente y condenados a un pago de ayuda mayor, pues incumplen una responsabilidad y obligación hacia sus descendientes, siendo al contrario en la actualidad. En tales casos, la sanción económica debería valorarse para que el progenitor que queda a cargo de los hijos, pueda vivir una vida digna y recuperar una estabilidad con una vida social estable.
* Se debe partir de una custodia compartida y argumentar el porque no es conveniente otorgarla y el riesgo que existe de ser otorgada. Las sentencias deberán fundamentar el porque no se otorga y el riesgo existente de otorgar una custodia compartida y no a la inversa. Las peculiaridades de cada caso, los tiempos de los que disponen cada progenitor y el riesgo que podría sufrir el menor en caso de quedar al cuidado de uno de ellos, serán los motivos para evitar lo que debe ser genérico, la custodia compartida o corresponsabilidad parental igualitaria
Manuel Olivares Huertas
Abogado de Familia
Miembro de Granada por la Custodia Compartida YA!
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