OPINION: "Incoherencia y frivolidad en las peticiones de reforma de la Constitución" por Ramón Tamames

BLOG DE RAMON TAMAMES.- Dedicábamos hoy aniversario de nuestra Carta Magna, a la reforma de la Constitución, en línea con los vientos que soplan de las aspiraciones del Gobierno. Y sobre todo, por el quebrantamiento de la Carta Magna que algunos aspiran a conseguir a través de la reforma de ciertos Estatutos vía el artículo 147.3. De la manera más fraudulenta, tratando de obtener la mayoría simple del Congreso, en vez de tener que pasar por el mecanismo de los artículos 167 y 168.

Hoy es la fiesta nacional de la Constitución, que se quiera o no, está amenazada por las aludidas apetencias centrífugas –o si se prefiere, soberanistas— del Plan Ibarreche, primero, y del proyecto de nuevo Estatuto de Cataluña, después. En ese sentido, en la víspera de los 27 años de la Constitución, la cosa de conmemorar ese aniversario no debería quedar en el habitual vino español en el Congreso de los Diputados. O en un ojo más del viaducto de esta semana surrealista a efectos laborales, que un día Paco Umbral llamó el Puente de la Purísima Constitución. Por lo demás, tanto que se ha recomendado la lectura de El Quijote en su cuarto centenario, que ya está en fase de postrimerías, podría preconizarse también que se lea la Constitución, que buena falta hace.

En pocas palabras, nuestra Ley de leyes, para la inmensa mayoría de los ciudadanos, es un libro sagrado; tan sacro, que muchos ni siquiera la han abierto por su primera página. Como ha sucedido históricamente, y sigue sucediendo, con la mayor parte de los católicos españoles, que todavía ven la Biblia, y especialmente el Antiguo Testamento, como una Historia sagrada que más vale simplificar en un librito escolar con dibujos más o menos esclarecedores.

La Constitución debe servir para muchas cosas, y en esa dirección, hace pocos días, el eurodiputado Vidal-Quadras invocaba su artículo 102 para exigir responsabilidades políticas al Presidente del Gobierno por sus actuaciones, que tienen al país en un mar de inquietudes e incertidumbres. El PP se desmarcó de su representante en Bruselas y Estrasburgo, considerando la iniciativa muy poco apropiada. Pero lean o relean Vds. ese artículo, y tal vez apreciarán –como ocurre con el artículo 155—, que para algo está en el íter constitucional. Y que la idea de invocarlo frente a tanta incoherencia y frivolidad como vemos cada día, podrá llegar a ser oportuna si se prosigue por el camino político emprendido a no se sabe dónde.