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CON VIRGILIO EN EL SOFÁ

DÍA 41. CON VIRGILIO EN EL SOFÁ: LA PRINCESA ESTÁ TRISTE. ¿QUÉ TENDRÁ LA PRINCESA? por Miguel Ávila Cabezas

DÍA 41. CON VIRGILIO EN EL SOFÁ: LA PRINCESA ESTÁ TRISTE. ¿QUÉ TENDRÁ LA PRINCESA? por Miguel Ávila Cabezas

Ya nos lo venía advirtiendo Rubén Darío (1867-1916), el padre del modernismo literario, en su celebérrima “Sonatina” y nosotros sin caer en la cuenta. Desde el fondo proceloso del alma lo digo aquí y ahora: no es que la princesa lo “esté”, no, sino que de un tiempo a esta parte lo lleva estando…, sí, triste, digo. Desde que el Hola es el Hola, el Diez Minutos el Diez Minutos y el Pronto el Pronto (por citar), tres de los pilares fundamentales en los que se sustenta el afán crítico de nuestra Hispania fecunda, la princesa, nuestra princesa Cristina, está más triste que un torero al otro lado del telón de acero (¿¡!?) y así nos lo trasluce en las portadas de papel cuché con lo que, en una de esas, no sería de extrañar que nuestro corazón republicano se resquebrajara del todo por causa de la pena penita pena que ella, y ello, nos produce.

Aunque, a fuerza de ser sincero, siempre he pensado que Virgilio es (aprovecho ahora que no nos lee) un chaquetero de tomo y lomo gris perla y se arrima con su impostada altivez al sofá que más calienta. ¿El motivo de su abatimiento? (…) ¡El de la princesa, becaria mía, no el de nuestra elocuente Ana Mato, quien, con tarjeta sanitaria o sin ella, no deja de ser la Ana de aquí te pillo aquí te Mato que hoy tantos conocemos! Quería decir que el motivo de su abatimiento, el de la princesa Cristina, podría ser, aunque yo no me atrevería a afirmarlo al cien por cien, su condición de consorte sin suerte y no, como algunos cultos piensan, por la ausencia del príncipe de Golconda o el otro, el de China. Bastante tiene la pobre con el fantasmón de su marido: un listillo-tonto al que le gusta más un calambur que un partido de balonmano, un billete de veintidós (22) euros o un helado de fresa. Y, abundando en lo dicho, he de confesar que últimamente Virgilio opina menos que la columna de Trajano. Mira que intento tirarle de su rasposa lengua pero… nada, como máximo se limita a ronronear mirándome ambiguamente con esos ojos insondables que Dios le ha prestado o bien a tararear por lo bajini el estribillo de “Libre”, aquella canción de Nino Bravo que a tantos y tantas de nuestra quinta nos hiciera vibrar de auténtica, si utópica, emoción camino de ningún sitio en el dos caballos de color rojo. ¿O es que la princesa adolece de pesadumbre porque está hasta el mismísimo teclado de su clave sonoro de ser eso, princesa, y de verse a estas alturas de siglo compuesta, pillada en falta de omisión y sin calle? Tengo para mí que este matrimonio va a durar menos que un sobre del Bárcenas en el próximo Consejo de Ministros. De su disolución (¡la del matrimonio no la de la princesa en sí!) dependerá sin duda la estabilidad y el futuro de la corona, que nunca ha sido nuestra sino de ellos, siempre de ellos. Ni falta que nos hace.

(…)

-          ¿Qué cambie de canal? Pero si todavía no ha comenzado “Saber y ganar”.

(…)

-          ¿Y a qué canal te refieres, si puede saberse?

(…)

-          ¿Eso piensas de mí? ¿Que soy un carretoso de mucho cuidado? De algo habrá que hablar, digo yo.

(…)

-          Pues duerme. Pero que sepas una cosa: que arrieros semos y en el camino nos encontraremos.

(…)

-          Con Andelson o con Cristóbal Montoro. Tal para cual.

(…)

-          Tú mismo.

DIA 40. CON VIRGILIO EN EL SOFÁ: "LA MEJOR DEFENSA, EL ATAQUE" por Miguel Ávila Cabezas

DIA 40. CON VIRGILIO EN EL SOFÁ: "LA MEJOR DEFENSA, EL ATAQUE" por Miguel Ávila Cabezas

Estábamos Virgilio y el menda en lo que estábamos, es decir, en lo de siempre: mano y pata sobre el sofá de terciopelo rojo, yo con el cetro en la derecha cual monarca de las ondas hertzianas apuntando a la línea de flotación del telediario, cuando en el aparatejo de nuestras sobremesas se presenta con toda la crispación de su labrada jeta un furibundo Carlos Floriano, vicesecretario de organización territorial del PP, amenazando con aquello de: “Los que la hacen la pagan. Y más de uno y de dos, incluido el Rubalcaba, se van a enterar de lo que vale un peine, por chivatos, por acusicas y por mentirosos”.

Ni que decir tiene que, sin que se le moviera un pelo de su poblada cabellera, estaba disparando su andanada a quienes pensamos que el asunto de los papeles, incriminatorios, del Bárcenas cada día que pasa está más claro que el caballo blanco de Santiago, que un amanecer en el Polo Norte o que el alba que para el oficio de la misa nuestro Sumo Pontífice lleva sobrepuesta al hábito y al amito más allá del bien, del mal y del oxígeno activo, que para algo aqueste es infalible y los demás unos falsos, guarrones izquierdosos y, en su defecto, unos pijos ácratas.

Como quiera que el mentado más arriba afirmase en comparecencia pública que van a ir “A por todos” y que de esta no se va a salvar ni el Potito, nuestra becaria de marras le pregunta, con su quebradizo tono de voz de jarrón de Sèvres, a quiénes se refiere cuando dice “todos”. Si es que dan ganas, Virgilio, de ponerle a la criaturica una presentación de los Goya y dejarle a Eva H la de los informativos de las 3. Con esta sí que nos íbamos a descongojar cuando anunciara, urbi et orbe, que el listón del paro en nuestro país ha batido el récord de los cuarenta minoyes y a continuación el gesto se le congelara como ella tan bien sabe hacer con la seja izquierda levantá. ¡Ay, Dios, qué cándida, qué angelical e inocente es nuestra becaria en prácticas! ¡Y cuánto la queremos cuando abre esa boquita de piñón dulce que dan ganas de comérsela a bocaditos labiodentales y, ya puestos, bilabiales! ¿Quiénes van a ser “todos”, alma de cántaro, sino todos, o sea, todos los que pensamos, porque sabemos, que el concepto es el concepto y la desfachatez de su ademán (el del florido pensil) la evidencia más clara de que en esos asientos contables hay algo más que algo, y muchos gatos (y gatas) garduños encerrados que en su día extendieron, con perdón, Virgilio, su ambiciosa zarpa para que fuese untada, como corresponde, por el tío Gilito de turno?

En consecuencia vamos daos cuando nos cite el juez instructor para pedirnos explicaciones de por qué nosotros (quiero decir: todos) dudamos de la honorabilidad de los que aparecen en los apuntes del Bárcenas si esos papelajos son más mentira que las que ellos (o sea: ellos) prometen en sus programas electorales copiados letra por letra de las memorias de aquel Karl Friedrich Hieronymus, barón de Münchhausen, que salió de una ciénaga tirándose de su propia coleta, aunque estos/ellos también lo intentan, para mí que inútilmente, haciéndolo con la lengua bífida y envilecida.

No sé si me explico con la debida corrección. Así que ya podemos a empezar a atarnos bien los machos porque la que se avecina va a ser de órdago cuando empiecen a citarnos, uno por uno, los jueces instructores designados para tal fin. Por lo que a mí respecta he decidido limitar mi curiosidad informativa a las gestas del Granada C.F., que este sí que nos va a sacar del hoyo tirando de chute y gol, aunque sea en propia puerta por el triste doncel apollardado. Esta vez no voy a solicitarle a Virgilio su juiciosa opinión no vayamos a eso, es decir, a pollas. Mientras exista “Saber y ganar” habrá esperanza. Y vida.

DIA 39. CON VIRGILIO EN EL SOFÁ. "LA APOTEOSIS DE LOS CRETINOS" por Miguel Ávila Cabezas

DIA 39. CON VIRGILIO EN EL SOFÁ. "LA APOTEOSIS DE LOS CRETINOS" por Miguel Ávila Cabezas

En verdad en verdad te digo, Virgilio, que vivimos tiempos extraños. Lo insólito se ha instalado en nuestras existencias y el grado de estupor es tal que nos hemos vaciado por completo de la voluntad de análisis, crítica, observación y, lo peor de todo, de nuestra capacidad de reacción ante este absurdo cotidiano en que se ha precipitado la cada vez más apática, anémica y esdrújula España. A los seis millones de parados, a los turbios negocios del doncel em… Palma… do, a la lesión de Casillas en el metacarpiano de la mano izquierda, al desmantelamiento de la sanidad, la educación y la dignidad públicas y, por supuesto, a la rima en consonante de los millones perdidos y hallados en los vacantes bolsillos del contribuyente, se suma -agárrate bien al cojín del sofá de terciopelo rojo y deja de ronronear como si contigo no fuera la cosa- la programación por el Centro del Profesorado (CEP) de Valencia del curso “Apariciones y milagros de Nuestra Señora”.

Son sesenta (60) las plazas ofertadas y a día de hoy (siempre es ayer) se han presentado, según relación precisa de la prensa canallesca, sesenta y tres (63) solicitudes, y suben y suben y siguen subiendo, más que la líbido de un calamar en celo o más que el alma del místico buscando respuestas en un dios ausente. “¡Qué fuerte! ¿No?”, exclamarán algunos a los que ciertamente no habría de extrañar que, tal y como están las cosas, y tan de convulso el patio, lo único que nos podría salvar de la débacle definitiva sería un verdadero milagro, ¡y ya!, realizado por cualquiera de las, como mínimo, once mil vírgenes que jalonan nuestro dispar, si variopinto, reino mariano y que conste que esto último lo digo sin retranca alguna. (…) ¡Lo de “mariano”, listo; no como improcedente referencia a Apollinaire! Bien, a lo que íbamos.

Puestos a buscar salidas ante el más que inminente apocalipsis, evidentemente la única tabla de salvación no la hallaríamos construyéndonos un búnker en Bérchules, junto al del belga rampante, o, en su defecto, en Puerto Banús, bajo el cielo protector de la mafia rusa, sino regresando, una vez más, al seno materno, es decir, encomendándonos a la Mater et Magistra Universalis para que nos auxilie y proteja de la penuria y la desesperación y haga que nos reincorporemos a la Unidad, al Todo, de donde nos sacaron a patadas los despiadados dioses de la codicia y el dinero. ¡Un milagro, sólo un milagro! ¡Una señal de que esto, como los yogures que se comen el Arias Cañete, Pedro Barato (¿¡), el presidente de ASAJA, y tantos (y tantas) más, tiene fecha de caducidad! Volver al origen, al principio del hombre agónico, que diría… ¿Parménides? Licuarse. No ser. Y que salga el sol por Antequera y la Virgen (con mayúscula) se aparezca en lo alto un naranjo de la Huerta de Valencia. Así, la marca “España” quedaría más que revalidada ante los descreídos bárbaros del norte. ¡No todo va a ser jamón ibérico, alonsos, nadales, pedrosas, champions o aceite de oliva virgen extra! Sin ningún género de duda, con lo aprendido en este curso, el docente valenciano podrá instruir a sus nunca lo suficientemente aleccionados alumnos de la gran importancia y trascendencia que posee el tema en estos aciagos tiempos.

Y consecuentemente podrían ilustrar sus explicaciones sobre qué es un sintagma (y por qué), la insoportable levedad del cero o el alma ínsita de las fanerógamas con la proyección de películas tales (ya clásicas) como La señora de Fátima, de Rafael Gil, La canción de Bernardette, de Henry King, o, en su defecto, la de Luis García Berlanga, Los jueves, milagro, con un Pepe Isbert inconmensurable en su papel de San Dimas y un tanto de lo mismo para José Luis López Vázquez en el del cura. Para que vean y… entiendan de una vez por todas. La estratagema del espejo. Los sueños de la sinrazón. ¿Tú qué piensas?

-          Que estáis locos y no tenéis remedio.

-          ¿Eso es todo?

-          ¿Y qué quieres más? Como diría Santiago Sierra, vivís la apoteosis de los cretinos. A falta de pan, buenas son hostias.

-          Las que nos da la vida.

-          ¡No! Las que recibís gustosamente con la cabeza gacha y el culo en pompa.

-          ¡¡Virgilioooo, que me pierdes!!

-          Tú mismo.

DIA 38. CON VIRGILIO EN EL SOFÁ. "EL QUINTO ESPERPENTO" por Miguel Ávila Cabezas

DIA 38. CON VIRGILIO EN EL SOFÁ. "EL QUINTO ESPERPENTO" por Miguel Ávila Cabezas

Cada día que pasa la tal Cospedal (con mantilla o sin ella) se me va pareciendo, Virgilio, y no sé si sospechosamente, al José Mota de sus imitaciones. Quiero decirte que cuando la secretaria general de la cosa nostra aparece en televisión para dar explicaciones, que las tiene, por supuesto, sobre el asunto ese de los sobres del Bárcenas (¡que levante la mano a quien no le hubiese gustado que el dichoso tesorero del PP le hubiese pasado por debajo de la mesa de camilla, o a la remanguillé, uno de los invisibles sobres, aunque tan sólo hubiese contenido cinco mil euros del ala derecha de la gaviota azul!), digo que cuando se pone a dar explicaciones a mantilla quitá y con esa parsimonia manchega de arreburro que nos pillan se transforma en una caricatura de sí misma. “No lo sé. No lo sé. Pero si hay algo, se sabrá”, responde la interfecta a preguntas de los periodistas sobre aquello de ¿qué se fizo el rey don Juan? / Los infantes de Aragón / ¿qué se ficieron? Hay que ver, Virgilio tuyo, qué bien modula esta señora cuando se trata de responder a preguntas tan retóricas. ¿Y qué hay de los sobres?, insisten los folicularios. ¿Otra vez con eso de los sobres…? ¿Pero de qué sobres me hablan ustedes? De qué sobres va a ser, insisten los reincidentes, de los del Bárcenas. ¿De quién? De los del Bárcenas. ¡Ah, de ese! Ese ya no es de los nuestros. Hace tiempo que se pasó al PSOE. Pero… pero… Lo que yo le diga, si es que les das la mano y acaban quitándote hasta el anillo de casada como Dios manda. Si quiere que le sea sinsera, a mí no me consta sobre alguno y, si lo hubiera, sepa usted que, caiga quien caiga, cada palo deberá aguantar su vela o cada jumento su Álvarez Cascos. ¿Incluido el Bribón del Rey?, pregunta ingenuamente una becaria en prácticas que, ante el gesto de estupor de sus compañeros de fatigas informativas, aclara: Me refiero al barco. ¡Ah!, exclaman todos al unísono. Y la Cospedal, sin cambiar de sitio ni una tirita de su impertérrita expresión, replica fríamente: Señorita, aquí no hemos venido a hablar de barcos. ¿Y qué quieres que te diga yo, gato narcoléptico? Que este país nuestro se va pareciendo cada vez más a una corte de los milagros en la que hasta el más enano juega de pívot en la NBA y al más tonto se le elige presidente de gobierno. ¡Ay, si Don Ramón María del Valle-Inclán levantara la frondosa cabeza y con sus ojos de luz profunda viera lo que está pasando… Entonces, antes de regresar corriendo al universo paralelo del no-ser, aprovecharía “la más alta ocasión que vieron los siglos” (Cervantes…, siempre Cervantes…) y no perdería ni un segundo en tomar buena nota de esta grotesca deformación de la realidad reflejada en los espejos cóncavos de la política, la economía, la justicia, la sanidad, la educación… España siempre como esperpento, la poética del naufragio, la ruina total. ¿Tú cómo lo ves?

-          (De espaldas al interlocutor, vuelve lentamente su perlada cabeza.) De tanto cerrar los ojos a lo que impunemente se estaba fraguando ante vuestras atrofiadas narices os habéis quedado completamente ciegos y sin olfato. Ciegos de no querer ver. Ciegos complacidos y consentidores. Y de aquellas anosmias… estos lodos.

-          Max, digo Virgilio, no te pongas estupendo con el vocabulario. Se hace lo que se puede y lo que nos dejan. Ahí tienes, sin ir más lejos, el 15-M y todas las demás plataformas reivindicativas, que las hay hasta esotéricas y paracientíficas.

-          No me vengas con cachondeos, que no está el horno para bollos. Y menos que lo va a estar como no os decidáis de una vez por todas a tomar verdaderas cartas en el asunto y limpiar de basura e inmundicias los sacrosantos altares de la patria.

-          ¿Pero… cómo, si todo está tan borroso?

-          (Comprensivo.) Anda, enciende el televisor que van a dar las cuatro menos veinte. 

-          (Contento.) Menos mal que siempre nos quedará “Saber y ganar”.

-          (Irónico.) O “Gandía Shore”.

-          (Vencido.) Ya.

DIA 37. CON VIRGILIO EN EL SOFÁ "EN PELOTICA VIVA" por Miguel Ávila Cabezas

DIA 37. CON VIRGILIO EN EL SOFÁ "EN PELOTICA VIVA" por Miguel Ávila Cabezas

Virgilio, “en pelotica viva” están los nietos de la mujer de 40 años que fue detenida el otro día por haber apandado 100 euros en prendas de ropa infantil de una “conocida”, según los papeles, franquicia. Lo proclaman a los cuatro vientos informativos, y huracanados, todos los medios de comunicación de nuestra costa tropical, que como persistan en soplar (los vientos) con la fuerza con la que lo están haciendo en estos días de enero, también acabarán por dejar “en pelotica viva”, con todas sus vergüenzas inconcebibles al descubierto, a más de uno y de dos o, si me apuras, a más de trescientos mil millones, si metemos también en el lote a la “conocida” franquicia de marras.

Sobre la pobretica abuela ha caído de inmediato todo el peso de la ley por haber sido sorprendida con la mano dentro de donde nunca tendría que haberla metido, es decir, en la ropa infantil de la innombrable franquicia, y sin pasar por caja como es de rigor -¡habrase visto!-. Porque, vamos a ver, ¿a quién se le puede ocurrir idea tan peregrina y absurda de querer liberar a sus nietecillos (por cierto, ¿cuántos nietecillos?) de su estado de desnudez total, o sea, “en pelotica viva”, arriesgándose a que lo pillen con las manos en la masa del jersey o de los zahones de lana, algodón y/o fibras sintéticas, y más en época de rebajas como estamos? (Y conste que esto último no lo digo con doble intención, te lo juro por lo más grande). ¡Ay, Virgilio, Virgilio, yo no sé adónde vamos a ir a parar! Se empieza por pretender que unas criaturicas cualquiera no pasen frío, o sea, que dejen de estar “en pelotica viva” (¡qué gracia!, ¿no?, “en pelotica viva”) y se acaba por no querer que pasen hambre, incluso hasta que, cuando caigan enfermos (por estar “en pelotica viva”, claro; y perdona tanta frase incidental), sean atendidos por un médico de la Seguridad Social, ¡y de gañote! O, peor aún, aspiran, ¡además!, a estar guarecidos bajo un leve techo, y ello sin los correspondientes permisos de Bruselas o la anuencia de, por citar, la Secretaría de Estado de la Vivienda y otros marrones de los que por aquí campan a ladrillo quitado. ¡Ya puestos a querer que se queden con el ático de Ignacio González y los 770.000 euros que le costó en su día al pobre hombre o con los 22 millones de ese tal Luis Bárcenas que, además de tesorero (por eso guardaba a buen recaudo tan ripiosa cantidad; otra vez me pierden los anacolutos), tiene apellido de Parque Natural, por la gloria de mi madre. ¿Es que también la abuelica y sus nietecillos quieren ir a Suiza porque son amantes del esquí y del alpinismo? ¡Qué ironía más grande! ¿Para qué nos ha servido la amnistía fiscal si de seguro que la abuelica no llegó a regularizar los tres euros (¡tres!) que por las blancas navidades obtuvo con la venta de una ristra de ajos en la Plaza del Mercado Municipal de la Muy Noble y Leal Ciudad de Motril? Así, ¿cómo vamos a mantener a raya la prima de riesgo y a reducir el déficit y generar empleo? Menos mal que nuestras fuerzas de seguridad de uno y otro signo, es decir, tanto la pública como la privada, vigilan a todas horas como el centinela alerta-alerta el centinela-alerta está que son para que ninguna mano aviesa “se vicie y se desmande”, como le ocurriera al alma del intrépido poeta de Orihuela tras el beso raptado a una desprevenida, si casta y sencilla, mujer. ¿Qué te parece lo que digo, Virgilio?

(…)

¿Que te pasas la ley y el orden por el forro de tus entelequias? ¡Tampoco es forma esa de hablar! Si no hubiera ley ni orden nos gobernaría el caos. Y saldrían abuelicas y nietecillos “en pelotica viva” hasta de debajo de las piedras.

(…)

¿Y más que van a salir, dices? ¿De debajo de las piedras?

(¡…!)

Oye, oye, sin insultar, ¿eh?

DIA 36. CON VIRGILIO EN EL SOFÁ: PARTE METEOROLÓGICO por Miguel Ávila Cabezas

DIA 36. CON VIRGILIO EN EL SOFÁ: PARTE METEOROLÓGICO por Miguel Ávila Cabezas

He de reconocer, Virgilio, que tengo la suerte de que “Saber y ganar” comienza, con puntualidad prusiana, a las cuatro menos veinte y por fortuna ello me evita tener que tragarme en la 1 las interminables previsiones del tiempo que vienen después de las noticias del telediario nacional y que duran… no precisamente lo que duran dos trozos de hielo en un güisqui on the rocks, sino más, una eternidad, Virgilio, entre isobaras y anticiclones, lluvias, chubascos, vientos de componente norte, sur, este y oeste y aumentos moderados de temperatura en el solar patrio, y allende sus fronteras también, junto con imprevistas olas de frío que pillan desprevenidos hasta a quienes jamás firmaron una hipoteca o invirtieron en participaciones preferentes (¡Ay de mí!). ¿Tú qué piensas sobre el particular, gato hedonista?(…)

¿Una “estrategia de la distracción”, dices? ¿Para adormecer a la gente con tanta ida y venida meteorológica de tal manera que olvide lo que inmediatamente antes ha visto y oído en las noticias, aunque sea, como en puridad lo es, edulcorado y pasado por el tamiz de lo políticamente correcto? ¿Tú crees? ¿O no será con la intención de que cambien de canal o, peor aún, para que apaguen, de una vez por todas, la televisión e inducirlos así a la gratificante lectura? Y que conste que no hay ni una pizca de ironía en esto último que digo.(…)

En realidad, no me extraña ya nada, caro mío. Mi capacidad de asombro ha alcanzado las cimas más altas a las que pueda acceder la condición humana. Los noticiarios de la 1, apostilla Tina, se están convirtiendo a marchas forzadas en un programa de variedades. Y eso es tan rotundamente cierto como que tú eres un gato y te llamas, por derecho consuetudinario, Virgilio a secas, y no como el autor de la Geórgicas, Publio Virgilio Marón, quien en número (3) casi ostentaba la mitad de nombres que Picasso. (No todo va a ser “Eneidas” o “Bucólicas” en este mundo).(…)

Tan cierto como que es imposible que la tal Infanta Cristina, tan comedida y discreta ella, desconociera los tejemanejes mangoneantes del burro de su marido, el tal Hurtangarín, junto con el espectacular crecimiento de su patrimonio inmobiliario, palacete de Pedralbes incluido.(…)

Por supuesto. “Dios los cría y ellos se juntan”. Tienes más razón que un santo o, en su defecto, que monseñor Antonio María Rouco Varela cuando abre la boca y afirma que está dispuesto a pagar el IBI y lo que haya que pagar a algunos ayuntamientos indóciles, aunque en lo más hondo de su eclesiástico ser aliente aquello de “Arrieros semos y en el camino nos encontraremos”. Vamos, digo yo.(…)

¿Que qué tiene que ver la pertinacia meteorológica de después de las noticias con toda esta retahíla de patrimoniales agravios y otras corruptelas? Si quieres que te sea sincero, no tengo ni la más mínima idea. Me ha salido de manera espontánea. Así, como el que no quiere la cosa. Aunque…, a decir verdad, puede ser que lo que ciertamente pretendan los de la omertá televisiva, es decir, los turiferarios de las falsas noticias, sea marearnos con el incienso de la banalidad y la repetición, ad libitum y ad limite, de esto, lo otro y lo de más allá. O sea, de nada.(…)

Efectivamente, para que solamente percibamos la punta del iceberg y nunca podamos ver el bosque que se oculta detrás de tanto árbol podrido.(…)

Sí, más de lo mismo y la casa hecha unos zorros.(…)

¿A la calle? ¿Con el frío que hace?

DIA 35. CON VIRGILIO EN EL SOFÁ: "ENTRE EL CLAVEL Y LA ROSA…" por Miguel Ávila Cabezas

DIA 35. CON VIRGILIO EN EL SOFÁ: "ENTRE EL CLAVEL Y LA ROSA…" por Miguel Ávila Cabezas

Estoy pensando seriamente en tirarme un detalle con Virgilio, ahora que ya ha pasado el año entre etílicos efluvios y tan buenos como sinceros deseos de paz, bonanza y felicidad para este 2013 que ya ha comenzado su ¿nefasta? andadura.

Hoy es día… no sé qué día es hoy de enero y Granada ha quedado temporalmente atrás después de unas Navidades en las que ha habido de todo, especialmente mudanzas, de amistad, de casa y de intenciones para un nuevo año del que los agoreros dicen que será peor, en lo económico y en lo sicológico, que aquel que arrojamos al vertedero de la historia como un dechado de infamias, corrupciones y puñalás de la más variada índole. Y de ruedas de molino además. España va bien… dada. Y lo que le queda por sufrir.

Bueno, a lo que íbamos, que como un barón rampante cualquiera siempre termino yéndome por las ramas enmarañadas de la palabra y no me centro en lo que tiene que ser que no es otra cosa que lo que Dios y sus emisarios terrestres mandan, o sea, que me pienso tirar el susodicho detalle y, a camello pasado, echarle algo por Reyes al gato indolente. Puesto que el pasado año 2012 no aprestamos árbol de Navidad alguno ni la casa del adiós disponía de chimenea por donde el gordinflón ese de los renos hubiese podido, nunca mejor dicho, enredarse la luenga, si falsa, barba, con su “¡Oh, oh, oh!” coñazo y pedofílico, estoy seriamente pensando en escribirles una carta, con acuse de recibo, a sus majestades los Reyes Magos de Oriente (los de toda la vida) para que se dejen caer de nuevo por… ¿Salobreña, Granada, Ceuta? y, ya sea por paje interpuesto o por comparecencia directa, le traigan a Virgilio un algo, no sé, algún tipo de juguete especialmente ideado para gatos flemáticos y, ya puestos, hasta dos u tres ingenios d’esos, que diría nuestro gramático cortijero.

Tal vez una alfombrilla rascadora, una familia de ratones (pero de los de verdad), un juego de pelotitas de diversos tamaños o, el más sofisticado de todos, un cat activity fantasy board (for the glory of my mather) para gatos inteligentes y con el lomo gris perla.

Pensar en las obras completas de Don Marcelino Menéndez y Pelayo o en el “Manual de las buenas prácticas alcaldables” de Ana Botella, que, todo hay que decirlo, en lo que le afecta etílicamente nada tiene que ver con aquel Pepe, tildado de “Intruso” y de “Pepe Plazuelas” por las ingeniosas lenguas del Madrid decimonónico, sería harto arriesgado por mi parte y no sé si encajaría en los gustos de personaje tan exquisito, compañero infatigable y dormilón frente a mis fervores televisivos. Fundamentalmente de, ya digo, “Saber y ganar”, siempre igual a sí mismo y que no cambie, y de los documentales de animales, a ser posible de habitantes de las zonas abisales, o abisopelágicas, tales como -léase con la entonación tan peculiar de nuestro jamás olvidado Félix Rodríguez de la Fuente- el Melanocetus Johnsonii, el Amphitretus Pelagicus o, el más insondable de todos, el Rodrigus Raterus Bankialatrus, que en muy contadas ocasiones se aproxima a la superficie pero que, cuando lo hace, con esos dientes tan largos que tiene, hasta el mismísimo gobernador del Banco de España se pone a temblar y los propios de Economía y Hacienda dejan al albur de su inescrutable estómago las cañas de pesca para curricán de fondo con las que tan buenas capturas obtienen desde hace un tiempo que se nos antoja, de eterno, incalculable.

En fin, que estoy hecho un verdadero lío pues, hablando de niveles abisales, en lo más hondo de mi pelágica persona, se revuelven la inquietud y la zozobra de no atinar con el detalle, es decir, de no dar con la canasta del pan y acabar metiendo la pata tanto o más que esos doscientos (u más) estrategas políticos de la mano larga y la dignidad corta, muy corta, aun menos que su vergüenza y su honestidad públicas, insaciables depredadores históricos, como el cerdo asesino que pobló la tierra hace más de treinta millones de años. No sé… No sé….

DÍA 34: Con Virgilio en el Sofá "DE LA MALAFOLLÁ VIRGILIANA" por Miguel Ávila Cabezas

DÍA 34: Con Virgilio en el Sofá "DE LA MALAFOLLÁ VIRGILIANA" por Miguel Ávila Cabezas

Hoy es uno de esos días en que Virgilio tiene, cual suele decirse, la malafollá subía. Ni que fuera yo su majestad el gato… Ya sé que la malafollá imprime carácter y que no hay un malafollá auténtico que ose renegar de su condición granaína. Lo otro (la mosca malafollá (vulgo, cojonera), el clavo malafollá, el finlandés malafollá…) son meros sucedáneos, burdas imitaciones de un rasgo idiosincrásico (¿se escribe así) que es privativo, exclusivamente privativo de los naturales de este reino de taifas que al norte limita con el Sacromonte, al sur con el Suspiro del Moro, al este con la Sierra esa y al oeste… vaya usted a saber con qué pollas desemantizadas limita al oeste Graná… Como no sea con la Virgencica… o El Cerrillo Maracena… Paraíso cerrado para muchos, jardines abiertos para pocos…, dejó escrito Don Luis Soto de Rojas, un malafollá emblemático y literato (gongorino para más señas), en inequívoca referencia a la ciudad que lo vio nacer y morir, allá entre los siglos XVI y XVII. (Vid Enciclopedia Larousse).

Virgilio no nació en la ciudad de los tres ríos (Genil, Darro, Beiro) sino a unos sesenta kilómetros más al sur de donde esta limita y junto a un mar que en verano se adorna con familias gritonas, contenedores y papeleras inexistentes y cenefas de sospechoso color marrón. Y, sin embargo, como excepción universal y gatuna, Virgilio es un malafollá de mucho cuidao al que en sus momentos de inflexión dramática no hay quien le eche la palma de su mano izquierda encima… del lomo gris perla, digo. ¿Por qué? Es un misterio. Tan grande o más que el de las Pirámides de Egipto o el de si habrá vida después de la vida y de los infinitos recortes, y no quiero profetizar nada tras el chasco del 21-D y en fechas tan entrañables y espirituales como son las navideñas. La malafollá se tiene o no se tiene. Es algo intrínseco y consustancial al ser que la posee. Y he de confesar aquí que, cuando le da, Virgilio la distribuye a espuertas. ¿Que tiene un componente genético? Por supuesto que sí. El de la malafollá es uno de los fenómenos más estudiados (por no decir el que más) por las cinco ramas de la genética: la citológica, la fisiológica, la evolutiva, la aplicada y, por supuesto, la humana. Hay, incluso, una sicología genética que estudia la evolución de los caracteres sicológicos del individuo, entre otros, y sin ir más lejos, la malafollá. Y como remate, he de añadir que la teoría sicológica del genetismo defiende el desarrollo progresivo e influido por la experiencia de la noción de espacio en el hombre. (Vid Enciclopedia Larousse de nuevo).

El que Virgilio no sea un gato genuinamente granaíno no le resta ni un ápice de su pertenencia al grupo de los malafollás congénitos. Lo de “congénitos” es un decir pues la palabreja opera, simplemente, como una amplificatio verborum con el vano propósito de que el sintagma quede más elegante y culto. En realidad, estoy convencido de que la malafollá se instaló en Virgilio por contagio directo. De la misma manera que podemos intercambiarnos unos y otros los virus de las mil gripes o el bacilo de Koch, también lo podemos hacer con el indetectable microbio de la malafollá, eso sí, siempre que su primer transmisor sea un granaíno de los de pura cepa y, como mínimo, hasta la cuarta generación reculando en el tiempo.

Quizás haya exagerado un tanto con este último asiento diferencial y mi velada pretensión sea la de pontificar (aunque, ya digo, inconscientemente) sobre un rasgo de carácter cuya razón de ser ni los más reputados psicoanalistas y sociólogos del mundo entero han podido explicarse por más vueltas y revueltas citológicas o evolutivas que le han dado a la privilegiada cabeza. Entonces, ¿de qué fuente ha bebido Virgilio su malafollá sin freno? De la del Avellano no, ni de la de Las Batallas tampoco, por supuesto. Virgilio nunca se ha aventurado a ir más allá del cuadrado o de la zona de los contenedores, por mucho que en un principio pareciera lo contrario aquel aciago día 4 de infausta memoria. Yo creo, humildemente, que a Virgilio la malafollá le viene por ósmosis directa a través de la membrana permeable del sofá de terciopelo rojo. Sin trampa ni cartón. La energía interna. La sustancia.

DÍA 33: Con Virgilio en el Sofá "SI YO FUERA RICO…" por Miguel Ávila Cabezas

DÍA 33: Con Virgilio en el Sofá "SI YO FUERA RICO…" por Miguel Ávila Cabezas

Si yo fuera rico, no lo sería por derecho de herencia ni tampoco porque hubiese metido la mano donde únicamente lo hacen los ladrones, chorizos y patanes que tanto menudean últimamente por los pasillos de la Audiencia Nacional.

Tampoco lo sería por haber tenido los santos… ¡uy! de haberle robado a cualquiera de los que fizieron el paño, Don Juan Manuel, de la burbuja inmobiliaria y propiciaron sus catastróficas secuelas. Lo sería, Virgilio mío, porque me hubiera tocado la lotería, la de Navidad, por ejemplo, y por haber recibido en su momento oportuno la revelación terminada en 8, y no en 0 como el inasequible a su apodo “cenizo”.

Que conste que la otra tarde, volviendo yo de mi quincenal visita al médico de cabecera, a la altura de la Plaza de la Constitución me vino a la cabeza con porfiada insistencia que el gordo tocaría en 8, en 8 como el del Covirán del 92 creo recordar (en el Mercadona no se vende lotería navideña y menos en el Lidl, que es alemán), y fue entonces que después de pensármelo mucho me acerqué a la primera administración que se interpuso en mi camino y me decidí a comprar un décimo acabado en 8 de los dos que le quedaban a una joven lotera que no paraba de hablar por el móvil.

La compra del otro décimo se la cedí a una ilusionada pareja con la falsa excusa de que en estos tiempos de crisis hay que compartirlo todo… y entre todos. En realidad, llevaba en mi magra cartera tan sólo un billete de 20 euros. Bien, supongamos que en vez de haber caído el gordo en 8, éste hubiera reculado hasta el cero y, más específicamente, se hubiese concretado en las cinco cifras de “el cenizo”. ¿Qué hubiera sucedido entonces? Pues simple y llanamente que, en lo que a mí respecta, ahora sería rico, rico de verdad.

Así de claro: tan rico como un Borbón menguado. Porque no te vayas a pensar, caro amigo, que del cenizo yo llevaba participación escueta o un décimo tan sólo, no, llevaba más de uno y más de dos y, si me apuras, hasta menos de seis y más de cuatro. Pero “el cenizo”, por su funesta condición, nunca toca pues, si lo hiciera, no sería llamado así por el paisanaje salobreñero y aun de allende sus fronteras sino, no sé, tal vez “el ponderoso” o, mejor, “el filantroposo”.

Esto no es hablar por hablar, Virgilio. Es, humildemente te lo digo, ponderar la realidad, ponerla en la balanza de los deseos y reconocer, con todo el dolor de mi ilusión frustrada que, como ha sido lo propio desde que arribé a esta generosa costa granadina, “el cenizo” nunca ha tocado, al menos hasta este 2012 que, de momento, no se ha acabado y ni con él el mundo, sus pompas y sus miserias. Pero supongamos que sí, Virgilio, supongamos que por una vez en la historia de la humanidad y, por extensión, de la lotería nacional, “el cenizo”, nuestro familiar “cenizo”, la oveja negra de nuestra mala suerte, hubiera contradicho la realidad semántica de su nombre y hubiese caído aquí con todo el peso del azar generoso. Imagínate: todo el mundo reunido en La Pontanilla (incluidos tú y yo) celebrando, ¡al fin!, la parusía de la buena estrella, repartiendo sonrisas y abrazos (algunos, de lágrima fácil, llorando) y descorchando botellas de cava discreto con el que regar la simulada y no tan falsa alegría de los allí congregados, incluido el fantasmagórico enviado especial de Tele Madrid. ¿Y después qué haríamos tú y yo con tanto jandepeich? Muy diversas y encontradas son las opciones.

Veamos: 1ª. Invertirlo en el Banco Malo. 2ª. El más tradicional: hacer un zulo en el garaje y guardarlo allí junto con las obras completas de Díaz Ferrán. 3ª. Comprarnos a tocateja una casa y dos y tres y cuatro. 4ª. Clonarnos para poder habitar las cuatro o cinco casas que nos hayamos comprado gracias a la opción 3ª. (¿Daría el premio para tanto?). 5ª.Irnos de farra hasta que el cuerpo estalle y el alma, así, se recomponga. 6ª. Comprar parcelas en Marte, el próximo destino de una humanidad prófuga de su locura. 7ª. Crear una fundación que lleve tu nombre junto con el de un Centro de Estudios Gatunos. 8ª. Ingresarlo en un Banco Bueno.

-          (…)

-          ¿De qué te ríes ahora?

-          (…)

-          Claro, como tú no juegas.

DÍA 32: Con Virgilio en el Sofá "DIÁLOGO ORNITOLÓGICO" por Miguel Ávila Cabezas

DÍA 32: Con Virgilio en el Sofá "DIÁLOGO ORNITOLÓGICO" por Miguel Ávila Cabezas

-          Virgilio, ¿tú sabes algo de los estorninos de la Plaza de la Trinidad y de la de Bib-Rambla?

-          ¿Ya empezamos con las preguntitas?

-          No, no empezamos. Continuamos. Sobre algo tenemos que platicar tú y yo. No todo va a ser estar pegados al televisor viendo, embobados, cómo se las apañan unos y otros en el Serengueti o, previamente, cómo en “Saber y ganar” el de Peñíscola (Alicante) se cabrea consigo mismo porque no ha completado las nosecuántas operaciones de la calculadora humana.

-          Siete por doce…

-          Ochenta y cuatro.

-          Menos veintinueve

-          Déjate de coñas y respóndeme a la pregunta. ¿Sabes o no sabes algo de los estorninos esos?

-          ¿Pero cómo quieres que yo sepa algo de, como tú dices,  “los estorninos esos” si ni siquiera sé lo que es un estornino?

-          (Asombrado.) ¿Qué no sabes lo que es un estornino, tú, un gato? 

-          Sí, yo, un gato. ¿Qué te parece? 

-          Pues me parece algo in-concebible.

-          En dos palabras, ¿no?

-          ¿Cómo en dos palabras? ¿Qué quieres decir?

-          Nada. Olvídalo.

-          Pero, bueno, ¿sabes o no sabes algo de los estorninos?

-          ¡¿Pero no te acabo de decir que no sé nada de los estorninos… esos porque ignoro qué sea un estornino?!

-          Pues te diré que es una especie de ave paseriforme de la familia Sturnidae con pico cónico, amarillo, cuerpo con plumaje negro de reflejos verdes y morados y pintas blancas, ala y cola cortas y patas rojizas…

-          ¡Para, para el carro con la wikipedia y la madre que la parió!

-          ¡¡Virgilio!! ¿Qué boca es esa?

-          Ninguna. En todo caso la de cortar y pegar. (Se da la vuelta. Aparte.) Corto por aquí y pego por allá y soy el más listo de la clase. (Expulsa por salva sea la parte una sibilante flatulencia.)

-          Además de mal hablado también tienes tu punto escatológico, gato indomable.

-          Y a muncha honra.

-          Y encima vulgar. Yo no quería que llegáramos a esto cuando al principio te pregunté por los estorninos de la Plaza de la Trinidad y de la de Bib-Rambla.

-          Claro, tú lo que quieres es hablar conmigo de pajaritos, que es un tema con mucho morbo y enjundia para un gato como yo. Veamos, puesto que ya me has ilustrado sobre lo que es un estornino, me gustaría saber por qué motivo me preguntas por los estorninos de marras.

-          Porque han desaparecido. Nadie sabe cómo ha sido.

-          Como el de la primavera.

-          No comprendo.

-          Acabas de hacer un pareado. “desaparecido” – “venido”. ¿Lo pillas?

-          Claro que lo pillo. A ver si pillas este: “Estoy de tu necia gatunez / hasta la mano del almirez”

-          ¡Qué tontería más grande acabas de decir! ¿No se te ocurre algo más… poético, más… retórico? Por ejemplo, algo así como: “¿Qué se fizo de los estorninos / que ya no escucho sus trinos?

-          ¡Ostras, Pedrín, digo Virgilio! ¿De dónde has sacado eso?

-          De mi seso.

-          (Estupefacto.) Eso… eso… es un ovillejo.

-          No tanto, pero sí una esquirla. Para que veas. Uno será un gato pero, cuando la ocasión lo requiere, se transforma en un discreto cortesano. Ya sabes: “Don Quijote”, primera parte, capítulo XXVII. Internet en estado puro.

-          ¿Y de los estorninos, qué?

-          De los estorninos ni idea… Lo mismo sabe algo ese que tú ya sabes.

-          ¿Ese?

-          Sí, ese manque te pese.

-          ¡Coño con los recortes!

¡Esa boquita, muchacho, esa boquita!

DÍA 31: Con Virgilio en el Sofá "EL HÁBITO HACE… AL ASESINO" por Miguel Ávila Cabezas

DÍA 31: Con Virgilio en el Sofá "EL HÁBITO HACE… AL ASESINO" por Miguel Ávila Cabezas

Yo no sé, Virgilio, si en verdad los mayas nos habían dejado impresa en su calendario la fecha (¿regeneradora?) del 21 de diciembre de 2012 como la última, la concluyente, la del fin del mundo. No lo sé, ni me preocupa. Yo sigo en lo que sigo, en lo mío que es lo tuyo, y estoy en lo que estoy, en el sofá de terciopelo rojo contigo, y aliento, aún, la esperanza no sólo de que Juan Ignacio Carrasco, de Peñíscola (Alicante), alcance el lunes 17 la condición de magnífico sino que el mismo día 22, viernes sin ir más lejos, pueda brindar contigo, y con la discreción que tanto nos caracteriza, el que por fin nos haya tocado la lotería (¿caerá el gordo este año en “el cenizo”?) y así pueda poneros un piso a ti y a mis libros, que bien que os lo merecéis, gato paciente.

Ni que decir tiene que el sofá de terciopelo rojo ocuparía posición preferente en la mudanza. Hoy, Virgilio, no voy a hablarte de los últimos infortunios y desmanes producidos acá y acullá por los de la cosa nostra, ni espero hacerlo en muchísimo tiempo a no ser que en su momento yo lo considere absolutamente necesario.

Te lo digo con toda la sinceridad de la que soy capaz, que no es poca; tú lo sabes. Y es que resulta que estoy harto, aburrido y cansado del mismo tema, un día tras otro, y de lamer también con expresión de poeta delicuescente mis espirituales heridas en “la soledad de mi gabinete”, que diría Aleixandre, Don Vicente, claro.

voy a referir hoy un suceso que se produjo exactamente anteayer, día 15, viernes también, en la multirracial y variopinta Norteamérica. Ocurrió en Newtown, Connecticut, a la hora (peninsular) exacta en que tiene su comienzo en la 2 nuestro programa favorito. No hace falta que te diga a qué programa me refiero, pero si no cayeras en la cuenta, te diré que se trata del que precede al de los animalitos, tan ingenuos e incautos ellos estén donde estén y vayan por donde vayan.

Supongo que ya te habrás enterado por la prensa o el telediario de las tres que en aquel lugar, donde nunca había sucedido prácticamente nada, pasó en menos de una hora el infierno tan temido, y a manos de un sujeto de 24 años por cuya desnortada cabeza pasaría…, yo no sé lo que pasaría por su enajenada cabeza para indiscriminadamente matar a tiros en la escuela Sandy Hook a 20 niños y seis adultos.

Un nuevo récord que sumar a los incontables logrados por la sempiterna locura humana. Yo no sé… No sé… Lo que sí sé, y no es un tópico, es que las armas de fuego las carga el diablo (las otras, las empuña) y quien posee un arma tarde o temprano la terminará usando y no precisamente para encender la chimenea o abrir avellanas.

Siempre se ha dicho que si un tonto se pone sobre su tonta cabeza una gorra de plato, al cabo del tiempo acabará creyéndose, como mínimo, general de brigada. Y tú sabes, lo mismo que yo, Virgilio, que los tontos con gorra de plato son legión “en este mundo absurdo que no sabe adónde va”. Pues por la misma regla de tres ese mencionado tonto, de punzante apellido y nombre de actor histriónicamente enamorado, con problemas de socialización, retraído como él mismo, delgaducho y pálido, cargó una mochila con su imaginario asesino y se disfrazó de Rambo para perpetrar la matanza.

De seguro que estaba resentido contra la humanidad y especialmente contra la madre naturaleza por no haberlo dotado con la elegancia de un Tom Clancy, la fuerza de Kratos, el valor de Nathan Drake, la inteligencia de Phoenix Wrigth, el atractivo culturista de Jonhy Cage y la sensual compañía de Chun Li. Ciertamente, Virgilio, lo que no te dan los videojuegos te lo proporciona la puta realidad. Y cada cierto tiempo hay alguien que levanta los ojos al cielo y exclama: “¡Ya me siento preparado.

Es la hora!”. Como en la Escuela Secundaria de Columbine o en la Universidad de Virginia Teach, también en los Estados Unidos de América, cuna de la democracia, patria de la libertad, engendradora fatal de la segunda enmienda. No te voy a preguntar ahora qué es lo que piensas. Tus dos ojos concretos me están dando la respuesta.

DÍA 30: Con Virgilio en el Sofá "DOMINIQUE NIQUE, NIQUE" por Miguel Ávila Cabezas

DÍA 30: Con Virgilio en el Sofá "DOMINIQUE NIQUE, NIQUE" por Miguel Ávila Cabezas

Hay algunos (y algunas), Virgilio, que, ya sea en el nombre ya en el apellido, llevan de por vida la marca indeleble de su condición, su pecado y su penitencia. No es por referirme al pasmao de nuestro Pijus Maximus, que más que recortar nos está rajando a todo quisque por los cuatro puntos cardinales de mi España y el alma nos deja llena de costurones y heridas sin otra cauterización posible que no sean las de la de la soga, el hambre y la cadena; y ello durante, al menos, los próximos mil años.

Tampoco es que quiera hacerlo con la santa esa que cuando habla (y calla sin estar en sí callada) nos mira tan fijamente que tal parece que estuviera poseída por una luz profunda que surge de la verdad más cierta, la suya, como un rayo cósmico de la conformidad absoluta que nos fuera a desintegrar arrasando las conciencias que aún quedan en pie por estos pagos. En fin, para qué continuar. Analogías se pueden hacer hasta con ruedas de bicicleta, que las de molino ya están muy sobadas de tantos desaguisados como nos quieren obligar a ingerir ellos, hoy por  mañana y mañana por siempre.

La última ha sido la de la Báñez con lo de los pensionistas… (Sí, gato mío, sí, me refiero a la congelación de las pensiones y, según ella, al consiguiente agradecimiento de aquellos por tan generoso detalle)… La última, te comentaba, es de antología, como mínimo para enmarcarla en pan de oro y ponerla en lugar preferente de Eurovegas, con permiso, eso sí, del señor Andelson, que es quien parte y reparte el bacalao de las prebendas… y, a la manera de El Cordobés-padre, hace el salto legal de la rana de forma tan olímpica que quita er zentío.

Y es que nuestra Báñez siempre ha sido muy de la escuela de Heráclito de Éfeso, aquel filósofo griego, que afirmó que “Ningún hombre puede bañarse dos veces en el mismo río”, si bien hay que convenir que no fue exactamente eso lo que dijo sino algo que, siendo pretendidamente parecido, resultaba en realidad bastante más farragoso y complicado de entender.

Tú me comprendes, ¿no? Habida cuenta de cómo se está poniendo el asunto de la cosa o la cosa del asunto (y lo que aún nos queda por ver y padecer), el aforismo heraclitiano, pasado por el fistro pecador de la asertiva Báñez, se podría concebir de la siguiente manera: “Ningún hombre cobrará dos veces la misma nómina… o la pensión, en su defecto”. Léase “hombre” en su acepción genérica de “ser humano” o, más concretamente, como españolito y/o españolita de a pie, sin que, para el caso, pueda prevalecer discriminación alguna por razón de sexo, según preconiza en la parte alícuota nuestro tan alabeado artículo 14 de la Constitución. Lo de la nómina, o la pensión, es un decir pues en verdad en verdad te digo, gato rumboso, que habrá de llegar el día en que no habrá nómina o pensión para nadie ni tampoco una gota más de agua para el mentado río y el cada vez más creciente número de bañistas haciendo infinita cola en sus orillas. Se está cayendo tan bajo que estamos “evolucionando hacia atrás”, según atestigua en uno de sus libros un poeta emergente. Cuánta razón tenía Góngora al certificar en su famosa letrilla satírica: “Da bienes Fortuna / que no están escritos: / cuando pitos flautas, / cuando flautas pitos”. Mientras unos, como Dominique Strauss-Kahn, exdirector del Fondo Monetario  Internacional y presidenciable francés, se quitan de encima el cargo de violación poniendo en manos de la violada, Nafissatou Diallo, unos cinco millones de euros, millón arriba, millón abajo (¿tan cara se cotiza la dignidad?), otros, pardillos como ellos mismos, se lo creen, van a por la lana del Parque de la Media Luna de Pamplona y vuelven trasquilados por el patrono alevoso.

Y estos que, en plan miura, embisten lo que haya que embestir (senyera incluida) con tal de regularizar como Dios manda las identidades lingüísticas. O ese guardián de la paz y la ley que nos avisa de que entró en el saloon “a hacer” y no “a estar”. O el tinglado de la amnistía fiscal, y su trilero mayor. O los administradores de la ciega justicia y sus fallos de fondo y forma con determinadas tramas orientales, O… o… Esto es una locura, Virgilio. Esto es una locura. No sigo. Por cierto, Virgilio, ¿tú sabes lo que quiere decir niquer en francés?

-          No, pero se lo puedes preguntar a Sor Sonrisa que es francesa.

-          ¡Hum! Ya… Te entiendo.

DÍA 29: Con Virgilio en el Sofá "EL FIN DEL MUNDO… O MENOS" por Miguel Ávila Cabezas

DÍA 29: Con Virgilio en el Sofá "EL FIN DEL MUNDO… O MENOS" por Miguel Ávila Cabezas

Después de lo del otro día (que si “capullos” por aquí, “ni pollas” por allá o “santos cojones” por acullá), Virgilio y yo hemos convenido ser menos lenguaraces y sí más comedidos en la selección de los vocablos que hayan de componer las respectivas versaciones. Ha sido el nuestro un acuerdo tácito, de los que no se concretan ni verbalmente ni por escrito, pero un acuerdo en toda regla, emocional sin duda, y eso por decirlo de alguna manera. Y es que nosotros dos somos, tanto en la forma como en el fondo y en todas las trazas y facetas de nuestro poliédrico ser, muy circunspectos, por no decir (ya alternativamente decididos a largar, insisto) circunspectos del todo. Menos cuando nos sale de lo más profundo el mamporrero cateto que nos ataraza (ver DRAE, Gabriel) hasta casi despellejarnos vivos. Entonces no hay quien nos pare ni…, ni eso.

Aunque se hará lo que se pueda. Viene toda esta retahíla a colación más que nada porque hoy mismo, unos minutos antes de que comenzara “Saber y ganar” (desde que Óscar Díaz alcanzó el Olimpo de los centenarios, … en ollas), tras el cafetito y el cigarrito, he abierto, así como el que no quiere la cosa, el periódico nuestro de cada día y me he topado de golpe con la noticia de que el Gobierno de los Estados Unidos de América (¡genial el chiste de Gila con su teléfono!) informa a apocalípticos e integrados que el mundo no se acabará el próximo día 21 de este mes que se precipita a su fin con la torpeza propia de un proboscídeo borracho o un cornudo consecuente. Y que nadie se dé por aludido, ¡vive Dios! Ni cometas, ni planetas ocultos, ni calendarios mayas, ni los otros de futbolistas o bomberos en pelotas. Nada de nada. Así que no hay por qué preocuparse. Más inquietud y angustia ha producido en las almas nobles el encontronazo, ayer, de Messi con un tal Artur, a la sazón portero del Benfica. En ese terrible momento nuestro todavía país, el mundo y, por extensión, el universo entero se paralizaron al unísono como si hubieran sido golpeados por una fuerza sobrenatural, por un apocalipsis inexplicable.

¡Messi lesionado! ¡No puede ser! ¡Si era de goma, como la Paloma de la canción! ¡Ahora que le quedaba tan sólo esto para batir el récord, mundial, de Torpedo Müller va el fistro pecador de la meta contraria y se la hace al argentino en plan duodenal! ¿Qué hubiera sido de todos nosotros si la rodilla de Messi se hubiese quebrado con la presteza del cántaro que tanto fuera a la fuente? Ni lo quiero pensar, Virgilio. Te lo digo con el corazón balompédico en la mano. Sin Messi, la prima de riesgo se hubiera puesto más casquivana y salida que nunca, el paro habría escalado la alta cima de los veinte o treinta millones (“todavía pocos”, piensan algunos) y, sí, se hubieran terminado de habilitar despeñaderos y abismos para darle una solución definitiva al problema de la dependencia. Ni que decir tiene que, asimismo, el índice de fracaso escolar hubiera alcanzado cotas inimaginables en todos los centros públicos hasta sobrepasar, por su propia fuerza paralizante, los ignotos confines del firmamento académico. (“Para que luego digan”, remacharán los mismos).

Menos mal, Virgilio, que todo quedó en un mero susto y tal parece que el próximo domingo Messi, tan imprescindible en la cancha de nuestro carrusel deportivo, volverá a jugar. Y si juega, y además marca, el mundo no se acaba sino que vibrará de emoción en una suerte de puro orgasmo colectivo que nos habrá de reconciliar con nosotros mismos, a la par que con la prima de riesgo, el nivel (“inasumible”, según otros) de paro y, sin PRISA pero con pausa, con el índice ese de marras en colegios e institutos (que para lo que sirven…). Y a partir de ahí la existencia será un paraíso y nadie caerá enfermo, ilustre Virgilio, pues esa es condición de marrulleros, zánganos y vividores. ¿Qué te parece? El fin del mundo con Messi eternamente en activo ya será menos. Messi de goma. ¿No opinas tú lo mismo?

-          Ronronronronron…

-          ¡Ah! Ya comprendo.

DÍA 28: Con Virgilio en el Sofá "¿CUMPLEAÑOS FELIZ? (DIÁLOGO IMPOSIBLE)" por Miguel Ávila Cabezas

DÍA 28: Con Virgilio en el Sofá "¿CUMPLEAÑOS FELIZ? (DIÁLOGO IMPOSIBLE)" por Miguel Ávila Cabezas

-          Venga, Virgilio, alegra esa cara, que hoy es fiesta y no hay que trabajar.

-          Ya. Te quieres quedar conmigo, ¿no?

-          Por favor, Virgilio, en absoluto. Solamente te digo que hoy, día 6 de diciembre, los españoles (y españolas) tenemos un más que sobrado motivo para sentirnos felices. Nuestra Constitución, la Constitución de todos (y todas) cumple, incólume, treinta y cuatro años, que se dice pronto.

-          Decididamente te estás quedando conmigo. A irónico y dual en este preciso momento no hay quien te gane. “Incólume”… Tú estás de coña, ¿no?

-          ¡Que no, hombre (digo “gato”), que no! Solamente tienes que levantarte del sofá de terciopelo rojo y salir a la calle, a la zona de los contenedores si quieres, para comprobar el día tan espléndido que hace.

-          ¿Y a mí qué me importa que haga un día, como tú dices, espléndido o no? ¿Tú crees que, a mis años y con mis incontables kilómetros recorridos a lo largo y ancho de este paraíso cerrado para muchos me voy a tragar eso de que hoy hace un día “espléndido” porque celebráis, vosotros (y vosotras), el trigésimo cuarto canto de cisne de una Constitución que en su día (un 6 de diciembre de 1978, ¿no?) ya nació herida de muerte?

-          Pero, Virgilio, ¿cómo puedes afirmar eso de “herida de muerte”? ¿A quién se le puede ocurrir tal despropósito?

-          A mí, por ejemplo. Mientras tú te tiras un día detrás de otro fallando más que la típica escopeta de feria en “Cada sabio con su tema” o, mejor ni pensarlo, en “La pregunta caliente”, con tu cafetito y tu cigarrito, yo no pierdo el tiempo y me cultivo. Que sepas que me he leído la (vuestra) Constitución de cabo a rabo, es decir, desde el Preámbulo hasta la Disposición Final, con sus 169 artículos y sus Disposiciones Adicionales, Transitorias y Derogatorias. Incluso te la podría recitar entera de memoria.

-          Me dejas de piedra, Virgilio. Eres más falso que un billete de ocho euros. Que conste que te lo digo con cariño. Pero si es imposible que tú sepas leer. Con el debido respeto y sin que parezca que te quiero dejar por mentiroso, no ha habido en la historia universal de los gatos (y gatas) ninguno que haya destacado por su hábito lector, aunque en competencia comunicativa tú estás siempre que te sales.

-          Insistes en cachondearte de mí, que no te he hecho nada ni te he dado pie para que iniciaras este diálogo de…, de…

-          De besugos…

-          ¡No, de besugos no! ¡De capullos, que viene a ser lo mismo!

-          Virgilio, últimamente estás echando una boquita que ni el más vulgar de los diputados (y no digo nombres) exhibiría en el correspondiente turno de palabra, por alusiones. Entre el “ni pollas” de ayer y los “capullos” de hoy te has columpiado de lo lindo en la lengua de todos (y todas) los españoles (y españolas). Catalanes (y catalanas) incluidos/-as.

-          ¿Y tus “santos cojones” dónde los pones? ¿En un portal de belén sustituyendo, respectivamente, a la mula y al buey?

-          ¡Virgilio, por Dios y por la Virgen Bendita! Además de soez, eres un impío blasfemo y apóstata. Que sepas que la expresión “santos cojones” está desemantizada, es decir, vaciada de su significado original. No es que mis cojones, o los tuyos, hayan sido santificados mediante el Espíritu Santo por su entrega y fidelidad a… a…

-          No te cortes. Dilo claro: “al sofá de terciopelo rojo”.

-          A lo que tú quieras: al sofá o al dolce far niente. En cualquier caso, es una licencia retórica por la que se toma la parte en sustitución del todo.

-          Una metonimia.

-          Pues sí, una metonimia.

-          Como vuestra ilusoria Constitución.

-          No entiendo.

-          ¿Acaso tú no la has leído?

-          Por supuesto que la he leído, aunque he de confesarte que, al contrario que tú, no me la sé de memoria. Como mucho, el artículo 14, que es el que más me gusta.

-          Ya. Y tú te crees eso de que “Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social.”

-          ¿Es que no es así?

-          No sé. Tú mismo. Si tienes dudas sobre el particular, ve y se las planteas al maestro armero o a su ayudante de campo, que se las sabe todas.

-          ¿A ese?

-          Sí,  a ese y a sus palmeros… y palmeras.

-          Pues ahora que lo dices…

-          El día en que, por ejemplo, ese artículo 14, que tanto te gusta, se imponga de verdad, tú y yo estaremos criando malvas o, en su defecto, jaramagos.

-          Llevas razón, aunque, por lo que a mí respecta, espero vivir hasta entonces en dulce compañía para verlo.

-          Amén.

-          Pues eso: amén.

DÍA 27: Con Virgilio en el Sofá "DE ESPAÑA VENIMOS, DE ESPAÑA SOMOS" por Miguel Ávila Cabezas

DÍA 27: Con Virgilio en el Sofá "DE ESPAÑA VENIMOS, DE ESPAÑA SOMOS" por Miguel Ávila Cabezas

De España vengo, de España soy / y mi cara serrana lo va diciendo. / He nacido en
España por donde voy.
(De “El niño judío”, zarzuela en dos actos).

Que la marca “España” en todo momento ha traspasado fronteras históricas, ideológicas y culturales da buena fe la revelación de nuestro infatigable, si inefable, Benedicto (XVI, por supuesto) quien, en su denodado anhelo de poner las cosas en su sitio, ahora afirma en el libro de los 17 euros de vellón que los Reyes Magos eran… así, sin más, andaluces, en concreto de la parte más osidentá, o sea, de Güerba, Cái y/o Sevilla por la gloria de mi mare.

Ese que tú y yo nos barruntamos, Virgilio, estará en estos momentos mesándose de puritito gusto la barba desertora y con él, sin duda, todos sus conmilitones, y conmilitonas sosas, raposas y culibienpuestas, a quienes se les estarán haciendo los dedos votos y los votos puñalás traperas con la revolucionaria noticia, más revolucionaria, incluso, que la congelación de las pensiones (“para que no se vicien y se desmanden”, que diría el poeta) o que la enésima ayuda a la banca… cuyos accesos bulímicos nunca tendrán fin, a no ser que todos ellos, banca, banqueros y mamporreros, revienten de puro hartazgo como le sucediera al señor Creosota de “El sentido de la vida”. Sí, la película de los Monty Python, Virgilio. La de los Monty Python.

No equivoco ni un fonema si te digo, gato catódico, que de aquí en menos de lo que canta el gallo o se ejecuta un desahucio seremos testigos, y por tanto, víctimas, de una nueva estrategia de reducción del déficit ideada por el único que en este país nuestro sabe poner las cosas en su sitio (Él de nuevo, sí) y que habrá de centrarse en la aplicación de un nuevo tipo de recargo marginal sobre las figuras representativas de los tres Reyes (¿Magos?) ya de Occidente, que en Oriente siempre han malvivido los malos y a ti te encontré en casa de mi amiga Pilar. A ver con tales mimbres quién se atreverá a montar un belén de los de toda la vida. Ya me barrunto al Dumbo de los dineros y las fallidas amnistías mortificando al respetable con lo que sigue: “Quien quiera Reyes que pague, y si no tiene ni para pan que coma buñuelos”.

Eso, al estilo de la impúdica María Antonieta de Austria y sin que nadie se atreva a guillotinarle aunque sea una oreja. Para que continuemos haciéndonos el raquítico cuerpo y por consiguiente podamos en verano lucir la esplendidez de una anorexia estimulada por el Antiguo Régimen. ¿Qué te parece? Incluso, si me apuras, también se están cargando nuestro noble refranero porque, con tanta criogenización de esto y de lo de más allá, ¿quién va a poder decir aquello de “Éramos pocos y parió la abuela?”. ¿Quedarán abuelas cuando se reduzca, de verdad, el déficit? ¿Quedará para entonces alguien en pie? ¿Permaneceremos tú y yo en el sofá de terciopelo rojo embobados ante una eterna carta de ajuste? Como las cosas sigan yendo como van no quedará para contarlo ni el mismísimo caganet, que ese sí que va concentradamente a lo suyo.

A no ser que antes, Virgilio, los damnificados hayamos decidido tomar de una vez por todas la Bastilla. Vale que, como el mentado señor Creosota (sí, Virgilio, el de la película de los Monty Python), ellos se lo guisen y se lo coman para acabar reventando con la chocolatina de menta. Y vale que del portal nos quiten la mula y el buey, que allí los pastores pasen de lo que pasa y que la noria nunca dé vueltas también, por qué no, vale, pero que nos obliguen a rascarnos las últimas excrecencias si se nos ocurre la peregrina idea de montar un belén con los tres reyes magos será, sin duda, el siguiente paso para cobrarnos peaje cuando pretendamos buscar refugio en sagrado huyendo, inútilmente, de la peste negra. La suya.

A ver así quién va a tener los santos cojones de montar un belén como Dios manda. Al paso que vamos me veo con otros cuarenta millones más metido en una patera que navegará en dirección opuesta a la del signo de la historia. Nos dirigiremos hacia las costas de la Nada y cuando en alta mar nos rescaten y de vuelta a casa nos traigan los salvapatrias, gritaremos de contento: “¡Espaaañaaa! ¡Inieeeestaaaa! ¡Casillaaaaaas!”. Y el último que apague la luz y tire de la puerta. ¿Tú qué piensas, Virgilio? ¿Crees que llevo razón en lo que digo?

-          Creo que ya es hora de que empecemos a organizarnos. Ni belén ni pollas. Lo primero que vamos a hacer es apagar la televisión. Estoy de carta de ajuste hasta el intestino delgado. Y de bribones, ladrones, matones y mamones… no te digo hasta dónde. ¡¡A las barricadas!!

-          ¡Virgiiiliooooo!

DÍA 26: Con Virgilio en el Sofá "TODOS GANAN, NADIE PIERDE" por Miguel Ávila Cabezas

DÍA 26: Con Virgilio en el Sofá "TODOS GANAN, NADIE PIERDE" por Miguel Ávila Cabezas

Dedicado a Manolo Toquero, con mi fraternal abrazo.

Perdona que te importune, Virgilio, pero es que no me puedo resistir a hacerte la pertinente (por pertinaz) pregunta: ¿Has visto la cara que tiene el honorable Jordi Pujol escrutando, con la mano derecha en visera, el horizonte político de Convergencia i Unió desde el balcón del Hotel Majestic de Barcelona (0-4) en la noche final de los re-cuentos, ayer mismo sin ir más lejos? (No me malinterpretes, Virgilio, por lo de “la cara”). Parece como si estuviera pensando: “¡Collons, mi vista a distinguir no alcanza los dieciocho (18) escaños que nos han faltado para conseguir la mayoría absolutista y hacer de nuestra capa el sayo de la rima independentista! ¿A dónde habrán ido a parar los dichosos dieciocho?”. Levanta tu organismo onanista del sofá de terciopelo rojo y acude raudo al ordenador para comprobarlo. Viene en parte inferior de la página de portada, sección de fotografía, del Órgano Oficial del Movimiento. Lo acabo de ver. Son las diez y veinticuatro minutos de la mañana y no es cosa que ya desde tan temprano estés ahí echado, cuan difuso eres, lamiéndote las menudencias como otros lo hacen en la intimidad con sus zafias heridas, sin que por ello en público se les mude un ápice el gesto de complacencia e impostada felicidad que con tanto cinismo exhiben desde las altas rocas innombrables. Léase, entre otros, el del flequillo inconsistente. Tal parece que con él no fuese la cosa y que el encaje del varapalo electoral  correspondiera a los aborígenes de Tasmania pues su reino ya no es de aquí sino del más allá transfronterizo de los dimes y diretes. “Me las pagarán. Tarde o temprano me las habrán de pagar los cabrones esos de El Mundo”, de seguro que masculla para sus adentros. ¿O más bien estará tarareando en el italiano original la canción homónima de Jimmy Fontana en su parte más heliocéntrica: Gira, il mondo gira nello spazio senza fine con gli amori appena nati…? Vete tú a saber lo que allá en lo alto maquina nuestra oveja negra de la nacionalpolítica. ¿Quizás esté pensando en volver al redil visto lo visto y dejar para mejor ocasión intemperancias secesionistas? ¡Ay, Virgilio, ya puestos a expresarse en la lengua de Berlusconi, yo respondo: qui lo sá! En verdad en verdad te digo que los caminos de la política son, como los del Señor y del Matrimonio, inescrutables. ¿Tú qué piensas?

-          Lo mismito que tú.

-          ¿Y qué es lo que yo pienso, si puede saberse?

-          Si tú no sabes lo que piensas, cómo lo voy a saber yo.

-          ¿Entonces?

-          Entonces nada. O sea, lo mismito que tú. Más de lo mismo, insisto.

-          ¿Tú crees que…?

-          Por supuesto. Resulta evidente. Como estrategia de distracción ha funcionado de escándalo.

-          Igual que lo del rey y su operación de cadera.

-          Sí, igualito que lo del rey y su operación de cadera con el pleno al quince de la visita familiar, incluido en el lote el yerno escuchimizado.

-          ¡Ah! Lo mismo los del balcón vendieron la piel del oso antes de cazarlo.

-          Deja los osos para los decrépitos. Mira, muchacho, en el negocio de la política todos ganan y nadie pierde. ¿Es que acaso aún no has caído en la cuenta?

-          Bueno… no sé… La realidad es tan confusa.

-          Ya. “Confusa” dices. Ni que de pequeño te hubieras caído de un guindo. ¿Y lo de los cuarenta y dos mil quinientos (42.500) millones de euros para la insaciable banca también es una realidad confusa? Como sigas así, veo peligrar mi ración diaria de pienso. Con tu permiso.

Y Virgilio se dio la vuelta en el sofá de terciopelo rojo y al punto cayó en el abismo de un ronroneo profundo del que esta vez ni siquiera pudo sacarlo un documental sobre la sardina y sus propiedades organolépticas. ¿No estará volviendo a las andadas?

DÍA 25: Con Virgilio en el Sofá "SE NOS JODIÓ EL BELÉN " por Miguel Ávila Cabezas

DÍA 25: Con Virgilio en el Sofá "SE NOS JODIÓ EL BELÉN " por Miguel Ávila Cabezas

A Gabriel, de la REPSOL de Salobreña, que me lee con diccionario.

Se acerca la Navidad, Virgilio, con su alegre parafernalia de aparentes abetos (y también de los de verdad), zambombas, panderetas, lucecitas parpadeantes, mantecados en oferta, turrones, peladillas, mazapanes, polvorones, radiantes bolas de plástico para colgar acá y acullá (sobre todo de los citados abetos), anises, anisetes, licores de menta, sidra, cavas (independentistas o no), sus langostinos y endivias con queso roquefort, sus ensaladas de brotes tiernos, sus angulas (¿) y, de unos tiempos a estas partes, esos papásnoeles subiendo por la indiscreta escala, si no a los aposentos de Melibea sí al imaginario de tanto infante (e infanta) que aún no cree en tales cosas, o acaso sí, vete tú a saber, pues habida cuenta de cómo se está poniendo el asunto que tanto a todos nos concierne van a quedarnos como último recurso de supervivencia nuestras Damas de la Caridad de toda la vida y la fe en un Cristo salvífico renacido un 24 de diciembre, una y otra vez, hasta que salgamos de esta o hasta que el mundo se apague… definitivamente.

Todo ello, bien es cierto, ad maiorem gloriam de El Corte Inglés, que es el que parte y reparte el bacalao en esto de las celebraciones y fiestas de guardar. ¡Ah, la Navidad! ¡Qué fechas terminales tan propicias para el reencuentro de padres, hijos, hermanos, cuñados, suegros, suegras, yernos, nueras, nietos, primos y otros miembros pródigos del clan familiar al que tanta cohesión y pertinencia le ha devuelto la sempiterna crisis! ¿No querías familia extensa? Pues toma crisis, y agárrate bien los machos que vas a tener familia extensa, y con bronca a los postres incluida, hasta en la cola del baño… y del paro.

La Navidad no es Navidad, Virgilio, sin el tradicional belén. A los tres proyectos básicos en los que debe fundamentarse cualquier existencia digna de tal nombre (lo del libro, el hijo y el árbol) habría que sumar uno nuevo, la cuarta pata dimensional del ser: el montaje de un belén. Como te lo digo. ¡Ay, cuánto añoro aquellos tiempos en los que Él habitaba entre nosotros y quienes a la sazón éramos niños sin saberlo, cegados por el resplandor de las cercanas fechas, en lugar preeminente de la casa habilitábamos un belén, el nuestro, como Dios entonces mandaba: con sus pastorcillos (y pastorcillas) de barro cocido, con sus gallinas picoteando en los puntos más dispares, la noria que no daba vueltas, el rebaño de ovejas, la nieve de arenilla, el musgo hiperrealista, el toque escatológico del caganet, el ángel volatinero sobre el portal (¿no fue antes del parto?),  los tres reyes magos de Oriente, sin motivo de discriminación alguna por el color de su piel, con los camellos y su séquito polícromo, el río de papel de aluminio, la estrella, que no era tal sino cometa de cartón con purpurina y, por supuesto, alumbrados al fondo por una breve lucecilla, San José, la Virgen María y el Niño Jesús en el pesebre, flanqueados los tres por la mula y el buey, gozosos con la emotiva escena. Y, sin embargo, el otrora Gran Inquisidor y agora Sumo Pontífice, en un revelador rapto biografista (La infancia de Jesús, a 17 euros para el que quiera entender), ha declarado, urbi et orbe, que de mula y buey nasti de plasti, es decir, nada de nada; que si había pastores no estaban allí sino para lo suyo y que lo de la estrellica de purpurina, la que señalaba el adónde había que ir con el oro, el incienso y la mirra, era otra cosa de mayor enjundia y más lejana procedencia: una supernova. ¡Ele ahí, con dos cojones astronómicos y la plena infalibilidad que le otorga su condición de interlocutor legítimo… del Espíritu Santo!

¿Y ahora qué? ¿Y mañana? Aquí no hay Dios que se aclare. Un belén no es belén sin su mula ni su buey. Eso lo sabe todo el mundo. Y esto es solo el comienzo. No te extrañe, Virgilio, que el día de mañana un Alguien Mayestático se deje caer con que el misterio de la Santísima Trinidad no es más que una simple ecuación cuántica que se puede comprar en las ferreterías por ná y menos. Lo que te digo: una Navidad descafeinada. El signo de los tiempos. Perdido me siento en un mar de tinieblas, Virgilio. Esto es lo que no hay en los escritos. El sursum corda.

-          Habemus ad dominum.

-          ¡¡??

DÍA 24: Con Virgilio en el Sofá "Las cosas de casa" por Miguel Ávila Cabezas

DÍA 24: Con Virgilio en el Sofá "Las cosas de casa" por Miguel Ávila Cabezas

Hoy, con toda la sencillez del mundo y la tranquilidad que da el tener nuevamente a la vera tuya del sofá de terciopelo rojo un interlocutor válido me he dirigido a Virgilio para comentarle las últimas nuevas con que nos deleita la prensa canallesca. Con lo que vale un café (y medio) de aquellos que in pectore (no de facto) tomaba nuestro incomprendido Zapatero, quien encontró su horma, en el de la barba de diez días, se puede comprar cualquiera un periódico con el que llenarse las manos de tinta y el alma de realidad, ¿qué más queremos?, menos da un falso ribera de los de a tres (3) euros la copa en uno de los innumerables bares que jalonan nuestra etílico territorio patrio (incluida, de momento, la díscola del “todos queremos Mas”).

Ya digo, me ha llamado poderosamente la atención la foto de portada en la que se ve a nuestro Líder Sibilante junto al más Mandamás, Herman Van Rompuy, que es meramente un calco del castor cascarrabias, como preguntándole, con descarada confianza, si él ha visto su peluco o que si, por ventura, fuérede “allá por las majadas al otero / decidle que adolezco, peno y muero”. Para mí que el peluco se lo trincó el Gran Mafioso de allende el Estrecho, le he confesado en uno de mis raptos de espontaneidad a un más que atento Virgilio.

Pero en lo que más me he reparado ha sido en la cara que se le está poniendo al Duque de Palma, un tal Iñaki Hurtan-garín con lo del mayestático caso Nóos, que tanto suena al proverbial “¡Quietoool” del inefable Chiquito. ¿Has visto la cara de malo psicópata de película de serie B que se le ha puesto al pavo de la mano larga y la vergüenza corta? Virgilio asiente y asiente con una entereza más propia del santo Job que de un gato de su condición y alcurnia. Y que conste que “Saber y ganar” ya va por “La pregunta caliente”. ¿Se habrá vuelto loco? ¿Le habrá dicho papá-elefante aquello de “Conmigo no cuentes para sacarte de esta. Lo siento”?

En fin, la vida, y con ella, una vez más, “los eventos consuetudinarios que acontecen en la rúa”, está llena de guapos de barrio, matones de esquina, maleantes pescadores y yernos mangantes, los Pedros Navaja del siglo XXI en este patio de Monipodio y Festín de las Miserias en que ha devenido la ebria España del Madrid Arena y los ciento sesenta mil euros de garantía por la concesión de un permiso de residencia a chinos y rusos pudientes esundecir. Y la del remate de la solanácea nos la ha enlatado nuestro nunca lo suficientemente admirado y comprendido menistro de la mala educación y el infundio, quien nunca deja de asombrarnos con su florida y elegante oratoria. Sucedió, sin corrernos de más en el tiempo, mismamente ayer en el foro sobre Brasil organizado por el órgano público del comité central del Movimiento se demuestra Andando.

Más o menos afirmó, sin que se le removiera ni un milímetro su ajustadíííssiiiimaaaa corbata de seda, que la educación desempeña un papel fundamental como “motor de crecimiento económico”. Oye, Virgilio, y se quedó tan pancho frente al distinguido auditorio que sin duda otorgó callando. ¿Qué te parece? ¿Tú que opinas? Desde las más elevadas profundidades del paraíso de su beatitud gatuna, Virgilio me mira directamente a los ojos (la concursante de Guarromán, provincia de Jaén, no ha superado “El reto”, sayonara baby) y me responde de esta guisa: “¿Qué voy a opinar? Que lleva más razón que el santo de arriba. Sin educación, no hay conocimiento ni aprendizaje. Ya lo dijo Alfred de Vigny: “Nunca he encontrado un hombre de quien no haya aprendido algo”. Y de tu José Ignacio se pueden aprender tantas cosas…Por ejemplo: “A palabras necias, oídos sordos”. “Por la boca muere el pez”. “Puta la madre, puta la hija, puta la manta que las cobija”, según vuestro refranero. Y en boca de Demóstenes: “Creo de buen ciudadano preferir las palabras que salvan a las palabras que gustan”. A este, como tú dices, “menistro” le cambias una letra de su apellido y lo haces presidente de la West Chester University, a member of the Pennsylvania State System of Higher Education, is a public, regional, comprehensive institution committed to for the glory of your mather, que Internet provee…”.

-          Estás más que puesto en competencias básicas.

-          Tú no lo sabes bien. Aunque más bien estoy de paso.

-          ¿De paso?

-          Sí de paso. Como tú.

-          ¿Hace unos crispis?

-          Más tarde. Ahora, si no te importa, con tu permiso me voy a dar la vuelta y a seguir re-pasando la lista de las aves migratorias. A ver si por casualidad cae alguna.

-          Como tú digas.

-          Agur.

DIA 23: CON VIRGILIO EN EL SOFÁ. " TRAS LA TORMENTA…" por Miguel Ávila Cabezas

DIA 23: CON VIRGILIO EN EL SOFÁ. " TRAS LA TORMENTA…" por Miguel Ávila Cabezas

Hoy por fin se ha producido el inevitable acercamiento. Se veía venir pero hasta ahora ninguno de los dos, bueno es reconocerlo, daba el brazo, o en su defecto la pata, a torcer. Ya digo: estaba la cosa a pique de un repique. Tanto desapego y distanciamiento entre una y otra esquina del sofá de terciopelo rojo lo estaban convirtiendo en un páramo más gélido e inhóspito que el Círculo Polar Ártico, por un poner.

Ha sido Virgilio, el Impredecible, quien ha dado el primer paso. Exactamente a las tres de la madrugada en que hemos regresado a casa tras pasar la soirée en la de Mario, para lo de la sesión de cine de los miércoles. Nada más abrir la puerta, Virgilio se nos ha plantado en la misma entrada y nos ha espetado de esta forma: “¡¿Qué horas son estas de llegar?!”. Ni que decir tiene que, de la misma emoción, he estado en un tris de desaguarme en llanto. Y en vista de que, como el Listo Tonto de las portadas de los periódicos, no gasto clepsidra, me he echado instintivamente la mano al bolsillo en el que suelo ocultar ese artilugio nefasto, ese híbrido de patata y móvil que, a pesar de los pesares, marca la hora, aunque con una notable diferencia respecto a la del tiempo real. La acción se ha desarrollado más o menos de la siguiente manera:

-          (Con la vista fija en la pantalla del móvil y expresión característica de quien ha sido pillado in fraganti.) Las dos y cinco.

-          (Contundente.) De eso nada, guapos, que son más de las tres.

-          (Respirón.) ¿Y cómo lo sabes si no llevas clepsidra, digo, cronómetro?

-          No tengo por qué llevar nada encima para que mi reloj biológico me informe en todo momento de la hora que es. Os lo puedo decir más alto pero no más claro. Hace más de (dirige la mirada al centro virtual de sus fragilidades) un cuarto de hora que dieron las tres en la Iglesia del Santo Cristo del Perdón.

-          Pero… en esta ciudad no hay ninguna iglesia con ese nombre. Me consta porque las he visitado todas.

-          No mientas como esos que tú y yo sabemos. Ni para ti ni para mí. Ni para mí ni para ti. Son las tres y las tres son.

Como Virgilio estaba derivando peligrosamente hacia los bajíos del retruécano, me decanté por no seguirle la corriente. Por ello cambié de tema con una de esas fintas dialécticas que bien la hubiese querido para sí Onesícrito de Astipalea, con perdón.

-          (Con expresión de falso interés.) ¿Sabes algo de la huelga?

-          (Sorprendido por lo inesperado de la pregunta, vacila un punto.) ¿Cómo voy a saber nada si hoy no he visto la televisión?

-          ¿Y qué has hecho entonces durante el tiempo que hemos estado fuera?

-          ¿Qué voy a hacer? Exactamente, el ganso. O sea: pensar y aburrirme, aburrirme y pensar. (Con la mirada perdida en ningún sitio.) O sea.

-          ¿Tú sabes algo?

-          Nada en absoluto. Vengo del cine.

-          Un poco achispado, parece.

-          Eso se lo dirás a todos.

-          No empieces.

-          De acuerdo. ¿Y qué película has visto?

-          “Azul oscuro casi negro”

-          Los colores de la depresión.

-          Y de la inminente locura.

-          Muy oportuna para los tiempos que corren.

-          ¿La locura?

-          Y la película.

(Pasa por entre ambos el ángel noctámbulo)

-          (Cayendo en la cuenta del desajuste dialógico.) Un momento. Aquí falla algo. ¿Quién hizo la primera pregunta?

-          Quien no estaba dispuesto a escuchar la necesaria respuesta.

-          Bueno, me voy a la cama.

-          ¿Te apetece algo antes de dormir?

-          Leche. Sí. Leche.

-          Nuevo retruécano o conmutación.

-          Eso. O sea. Eso.

-          Ahora te has vuelto palindrómico.

-          Leche. Leche fría.

Y sin dudarlo ni un instante he entrado en la cocina y he rescatado del frigorífico el cartón de leche de a cincuenta céntimos de euro.

-          ¿Del Mercadona?

-          No. Me he cambiado al Lidl.

-          ¡Ah!

Finalmente, allí mismo, en las profundidades de la cocina hemos sellado un nuevo pacto de amistad y no agresión, ni de palabra ni de obra. Ha sido, otra vez, Virgilio el que se ha adelantado:

-          Te he echado de menos. Pensé que habías ido a la manifestación y que te había detenido la policía.

-          Imposible. Mis pies no me hubieran dejado…

-          Ya. Lo tuyo, ¿no?

-          Sí. Lo mío.

Y en ese preciso instante la emoción me embargó más que los nuevos bancos-ONGs a sus morosos, después de haber probado todas las fórmulas, mágicas, de conciliación monetaria. Y al final no he podido reprimir el llanto. Y la vida es como es: azul, oscura… luminosa. Y Virgilio es Virgilio. Un hijo, un padre y un marido a la vez. Y nunca le estaremos lo suficientemente agradecidos por seguir con nosotros. (El tiempo es un polisíndeton).

DIA 22 CON VIRGILIO EN EL SOFÁ. "DE LA INSOPORTABLE INVISIBILIDAD DEL SER" por Miguel Ávila Cabezas

DIA 22 CON VIRGILIO EN EL SOFÁ. "DE LA INSOPORTABLE INVISIBILIDAD DEL SER" por Miguel Ávila Cabezas

“El grado de invisibilidad que alcanzan ciertas personas (por no decir personajillos de deambular por casa) es directamente proporcional a su ingenio para sortear los problemas que ellos mismos ocasionan con su infinita estupidez, si no congénita sí consentida por los que les temen o desean.” (De la loquinaria núm. 311).

Con el conflicto aquel de la huelga, Virgilio y yo nos hemos vuelto definitivamente invisibles. Tanto el uno para el otro, y viceversa. Mientras la mayoría de trabajadores, y trabajadoras, que aún quedan en este apaleado país, se bate el cobre de la dignidad y los más elementales derechos en las calles y plazas de nuestra asediada España, nosotros (Virgilio y yo) nos lo montamos de prima donnas fantasmonas de la opereta bufa en que hemos convertido esta relación que está alcanzando ribetes de simplona ojeriza como en ciertos programas culturales de Tele 5 o Antena 3. Vale que lo mismo yo no tenía por qué haberle hecho aquella pregunta, pero vale también que él no me tenía que haber respondido como me respondió: con el envanecimiento egoísta de quien carece de razones para justificar lo injustificable y perderse, si no por los cerros de Úbeda (provincia de Jaén), sí al menos por los contenedores del puerto de Algeciras (provincia de Cádiz).

Es que Virgilio es más delicado que la mítica calle la Colcha y cuando se le pone donde se le pone, nadie (ni la vecina del ostentoso plato de jamón en la encimera) se salva de sus mudas y sordas tarascás. Malafollá que le sobra al interfecto. Más que a la mosca de la siesta o al taladro del vecino del 5º; y nadie me malinterprete por este último símil.

Yo me siento muy mal, pero que muy mal. Que conste que me quejo tan sólo para mis adentros, pero es indiscutible que me niego a compartir sofá con alguien que me ignora como si yo no existiera; como si no me encontrara, allí, discretamente sentado, “esperando una mano de nieve” que venga a rescatarme en este naufragio de los días iguales. Y espero el momento de una epifanía, no para que Virgilio tome presencia humana sino para que se incorpore y deje tras el lomo grisperla la larga sombra de su gatuna indiferencia. No quiero que él finja lo que nunca será, y menos si al principio del telediario de las tres, en uno de sus muchos tristrás cacofónicos, un apesadumbrado ministro del Interior informa a los informadores de que ya son dos los policías heridos como consecuencia de los disturbios que se han producido nosédónde y sísécómo durante la celebración de la huelga. ¿Con quién y cómo voy a comentar entonces tamaño desvarío informativo y puñalada tan trapera contra quienes hacen valer su sacrosanto derecho, no digo ya a comer, sino al descontento, la indignación, el grito, la protesta?

Esto de soportar a mi vera un espectro de ultratumba, y no un interlocutor válido, me está resultando insufrible. ¡Cuánto echo de menos aquellos momentos únicos en que Virgilio y yo desmenuzábamos las claves de la razón práctica del mercado y sus mangantes! Y ahora, por un quítate tú que me pongo yo, me veo aquí, abocado al abismo de un documental insulso de leones en el Serengueti que lo único que hacen es espantar moscas con el rabo.

Virgilio, Virgilio, ¿estás ahí o has abandonado de nuevo el cuerpo para realizar otro de tus viajes astrales por los derroteros de este universo en crisis en el que estamos sumidos? No quiero sentirme tan solo, fané y descangayado como el Desmañado Gerente que en portada sigue preguntándose a dónde fue a parar el peluco que hasta ayer mismo llevaba uncido a su  mano derecha. Tempus fugit y tú… pasando. Al final acabaré de aquella manera.

Si ya lo dejó escrito el hiperactivo Félix Lope de Vega y Carpio: A mis soledades voy, / de mis soledades vengo, / porque para andar conmigo / me bastan mis pensamientos.

¡Virgiliooooooo!