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CON VIRGILIO EN EL SOFÁ

DIA 21 CON VIRGILIO EN EL SOFÁ. "COMPAÑEROS IRRECONCILIABLES" por Miguel Ávila Cabezas

DIA 21 CON VIRGILIO EN EL SOFÁ. "COMPAÑEROS IRRECONCILIABLES" por Miguel Ávila Cabezas

Desde lo del otro día estamos Virgilio y yo que no nos dirigimos la palabra. Ni a la cara siquiera se nos ocurre mirarnos. Para qué, si nos evitamos a todas horas el uno al otro, incluso cuando coincidimos en el sofá de terciopelo carmesí que, no sé yo por qué extraña coincidencia, suele ser siempre a las cuatro menos veinte en punto, la hora aproximada (minuto arriba, minuto abajo) en que comienza a emitirse “Saber y ganar”, con un Jordi Hurtado que a buen seguro ha hecho un pacto simbólico con el diablo pues cada día que pasa se le ve más joven, radiante y afanoso. (¿Será por la misma esencia y dinámica del programa que tantos, y tantas, deseamos que nunca llegue a su fin? Vaya usted a saber por qué será, será).

Lo que yo no sé es a si a él también le sucede, pero a mí me queda muy claro que este retorterío de encuentros y desencuentros está minando seriamente la relación, por lo que no sería de extrañar que el día menos pensado cualquiera de los dos intentara apropiarse, manu militari, del sofá entero y pretendiera cobrarle al otro un canon, arbitrio o cuota por el uso y disfrute de su esquinita.

A imagen y semejanza, por supuesto, de lo que por estos pagos se denomina con el muy solidario nombre de “copago”. Y valga la redundancia. Como quien dice, por todo el prominente morro y con la pilona de lado. ¿Que quieres disfrutar sabiendo y ganando? De acuerdo, pero antes paga. Y a mayor abundamiento: ¿Que tienes que pagar? Muy bien: paga más y sigue, eternamente, pagando. ¿Que quieres vivir? Paga. ¿Que quieres respirar? Paga. ¿Que te quieres morir? Nadie se va a negar a que disfrutes de un derecho tan… vital, pero paga antes de que vayamos a embargarte hasta el aire mismo que de gorra respiras.

Paga y calla. En verdad en verdad me digo que de esta guisa no se puede vivir, ni aún menos disfrutar con los más que entretenidos lances de nuestro amable programa. (Superiores a los de “La Voz”, “Pasapalabra”, “Amar en tiempos revueltos”, “Tu cara me suena”, “Isabel”, “Ahora caigo” o “La que se avecina”, por citar).

Como no se produzca un inmediato acercamiento entre nosotros dos puede ocurrir cualquier cosa, y no precisamente positiva, sobre todo habida cuenta de que ambos, cada cual a su estilo y manera, somos el paradigma de la tozudez y la intransigencia, cuando de tocarnos las inmanencias se trata. Sin ir más lejos, hoy mismo he intentado un discreto arrimo respondiendo en voz alta a todas y cada una de las preguntas que Juanjo Cardenal le hacía a los concursantes en “Cada sabio con su tema” y cuando he rematado acertadamente la última, he mirado al innombrable como para recibir su felicitación y, sí, lo ha hecho pero con una de sus sibilantes flatulencias, en la banda de los 10.000 hertzios, tirando por lo bajo. (Que conste que la última vez que en esta casa se comió lentejas fue hace más de una semana).

En fin, no sé qué vaya a pasar entre Virgilio y yo. Todo en esta vida tiene un límite y lo que se dice asertivo-asertivo no lo es en absoluto este gato indolente, insolente y pedofílico. Y todo por una cándida pregunta, que no tenía más intencionalidad ni trascendencia que la que cada quisque le quiera dar. La típica estrategia del agraviador agraviado.

Esto no es vida. Miradlo. Ahí, echado en el sofá, pasando de todo. ¡Virgilio, di algo!

-          Miau.

-          ¿Otra vez?

DIA 20: CON VIRGILIO EN EL SOFÁ. DIÁLOGO DE BESUGOS por Miguel Ávila Cabezas

DIA 20: CON VIRGILIO EN EL SOFÁ. DIÁLOGO DE BESUGOS por Miguel Ávila Cabezas

- ¿Tú vas a hacer huelga, Virgilio?

- ¡Fo! No empieces con tus chorradas, que te veo venir.

- Te hablo en serio.

- (Visiblemente mosqueado.) ¿Cómo puedes tener la jeta de decir que me hablas en serio? ¿Conoces algún gato que se haya puesto en huelga? Y además, ¿en huelga de qué?

- En huelga de celo, por ejemplo.

- ¡Mira tú qué original nos ha salido el… amo! En huelga de celo estoy desde que me llevaste al de la bata verde para que me capara.

- Sé más comedido en tu uso de la lengua, Virgilio. No se dice “me capara”; se dice “me esterilizara”.

- ¿Tú también con los eufemismos? ¿No tenemos bastante con los de los chichos barriletes del traje de Armani y la reducción de sus coches oficiales para que me vengas ahora con esas delicatessen lingüísticas? De toda la vida “capar” ha sido, y  es, “capar”; y lo que entre tú y el melindroso de la bata cometisteis fue un delito de lesa capadura. Ni más ni menos.

- ¡Vale, vale, para el carro y vamos a lo que vamos! ¿Te vas o no te vas a poner en huelga?

- ¡Muchacho, me tienes hasta las mismísimas gónadas inexistentes con tu obstinación que es sinónimo total de “coñazo”! ¿Por qué insistes en hacerme pregunta tan absurda? ¿Qué le has echado al café para endulzarlo? ¡No te habrás confundido de pastillita!

- No me vengas con evasivas y responde de una vez por todas. ¿Te vas a poner en huelga? ¿Sí o no?

- Decididamente considero que te has equivocado de pastillita. Cual suele decirse en sermo vulgaris, tienes un colocón como un carro paja. (Aquí sin el pertinente enlace preposicional).

- ¡Déjate de gramatiquerías, Juan de Valdés pecador, y respóndeme ya, por la gloria de tu mare. ¿Te pones o no te pones en huelga?

- Y dale que dale lolailo… ¿Quieres una respuesta? ¡Pues aquí va: miau!

- ¿Miau? Eso no es una respuesta. Es, en cualquier caso, un maullido.

- ¿Y qué esperas de un gato? ¿El Discurso del Método? ¿La explicación de la Teoría Especial de la Relatividad? Tú sí que te muestras relativo, por no decir ambiguo, al insistir tanto con la preguntita de marras. Cantas más que el coro del “Va, pensiero” del tercer acto del Nabucco de Verdi. En este instante te me pareces al del flequillo rebelde cuando está en la ducha. Últimamente se le oye mucho por allí.

- ¿Pero qué dices? ¿A quién dices que me parezco?

- A quién va a ser. Al del flequillo insurrecto. A ese que le está echando el avío al potaje intragable de vuestro Pijus Máximus. Ya lo dijo otro César, este con ricitos de oro en su modulada cabellera: Divide et impera. “Divide y vencerás”. ¿Lo pillas, tío listo?

- ¡A mí no me hables así, que te suspendo de empleo y sueldo!

- Espera al menos a que me ponga en huelga, ¿no?

- (Claudicante. Tocándose en salva sea la parte.) Creo que me voy a echar un rato. Me ha dado aquí un no sé qué que qué sé yo.

- (Triunfante.) ¿Pero no te quedas para “Saber y ganar”? (Aparte.) Este se ha equivocado hoy de pastillita.

DIA 19: CON VIRGILIO EN EL SOFÁ: "No somos nadie" por Miguel Ávila Cabezas

DIA 19: CON VIRGILIO EN EL SOFÁ: "No somos nadie" por Miguel Ávila Cabezas

“¿Qué está pasando en este país?”, se pregunta, atónita, la gente. ¿Y mañana qué va a pasar?, no dejamos de preguntarnos. Que sepas, Virgilio, que lo del otro día te lo disculpo, aunque tú no me hayas pedido excusas de ningún tipo. Y ya que hablamos de pasar, bien que te pasaste, mínimo, los catorce pueblos reglamentarios con lo de que “Saber y ganar” debería durar lo que dura un nirvana, más o menos. Seguro que te sobrevino entonces uno de tus prontos de gato malafollá, de esos que te dan cuando abro la boca para hablar de… temas.

Pero no todo va a ser dormitar, comer puré de lentejas o pienso para gatos esterilizados y con tendencia al sobrepeso, marcar territorio, cazar con la imaginación y ronronear. Digo yo que de vez en cuando, no a todas horas, se pueden tantear otros asuntos de más profundo calado, es decir, menos alimentarios o escatológicos. Tú ya me entiendes. Yo, en el fondo, no soy de los que adoptan la típica estrategia del avestruz que hunde su cabeza en el plato de sopa aún caliente para de esa forma no enterarse de lo que pasa ahí afuera.

Como si ello fuera posible o viable por mucho que pulsemos el botón de apagado del televisor en esos infaustos tramos horarios de los informativos; o por mucho que destinemos el euro treinta (¡doscientas dieciséis de las antiguas pesetas!) del periódico a obras de caridad tales como comprar un ¿kilo? de plátanos en el colmado de la esquina (todas las esquinas que de tales se precien tienen su colmado) y repartirlos uno a uno en las puertas de los colegios que aún permanecen en pie, que el fósforo es muy bueno para encender las ideas y mantener siempre viva la memoria de lo que habrá de llegar…(…)

¿Que por qué no lo hago? ¿Por qué crees tú que no lo hago, Virgilio? Porque soy un cobarde acomodado que, con las manos sucias de tinta, ve el mundo a través de las páginas de un periódico o desde la ventana indiscreta que siempre tenemos abierta frente a nuestro sofá de terciopelo rojo. El mundo al revés. La mentira. Lo grotesco. La realidad deforme. El esperpento.

Virgilio, España se está convirtiendo a marchas forzadas en un triste esperpento de sí misma. Nuevamente en el figurín de la miseria europea. La Europa de los mercaderes. España se mira un día tras otro, y sin remedio, en el espejo cóncavo del infortunio y la desesperación. Y del salón en el ángulo oscuro aún no ha surgido una voz que, como a Lázaro, le diga “¡Levántate y anda!”. Así, las mafias de vario pelo campan a sus anchas por el solar patrio hozando entre las cenizas que han producido sus políticas de reducción del déficit, ajustes presupuestarios y otras austeras contingencias. No somos nadie, Virgilio, y menos en pelotas, que es como nos están dejando los amos de la cosa nostra, esos jerarcas absolutistas del desahucio y la porra.(…)

¿Ahora me preguntas tú qué hacemos para arreglar tamaño disparate? Nada, te respondo. Unos por comisión y otros por omisión han arrojado a España por el sumidero del pesimismo y el desamparo.  ¿Qué hacer? Lo mismo habría que dejar de mirarse al espejo deformante de la autocompasión y romperlo, ya, en mil pedazos. Después, quizá, salir a la calle o echarse al monte para liársela parda a esos mafiosos diversos que, además de la calderilla, nos están arrebatando la poca dignidad que aún nos queda. Y, por último, poner en su lugar a otros mafiosos que intenten arreglar el estropicio que causaron sus antecesores. La vida es así, muchacho. Cíclica. Es el imperativo del eterno retorno.

-          ¿Sabes una cosa? No tenéis solución. Te lo dice un gato fajado en las mil batallas libradas del sofá de terciopelo rojo al terrario y del terrario a la escudilla, por no decir cuando me da por marcar territorio en los alrededores del dulce y cálido hogar. Y ahora deja ya de carretearme con tus melodramas, que están echando por la 2 un documental de aves exóticas y mi imaginario y yo nos estamos relamiendo de gusto. 

-          ¿Pero a qué viene esta reacción tuya, Virgilio? ¿Por qué me hablas así ahora? Contigo no hay quien se aclare. Cómo se ve que eres el típico gato posturitas, que pasa de todo, un ácrata de andar por casa. Eres, permíteme que te lo diga, un redomado cansino. 

-          ¡¡Despajico conmigo, eh, despajico, despajico!! ¡¡Que tiro de cheira de abajo a arriba y te echo las tripas en un canasto!! 

-          ¡¡??!! Pero…, Virgilio, ¿estamos locos o qué?

DÍA 18: CON VIRGILIO EN EL SOFÁ. LOS UNOS Y LOS OTROS por Miguel Ávila Cabezas

DÍA 18: CON VIRGILIO EN EL SOFÁ. LOS UNOS Y LOS OTROS por Miguel Ávila Cabezas

Este mundo en el que tú y yo vivimos, Virgilio, está atiborrado de canallas y mentecatos. No es que yo te quiera decir con esto que todos sus habitantes humanos (millón arriba, millón abajo) seamos unos canallas y/o unos mentecatos, pero bien es cierto que a partir de una determinada fase del ciclo natural de adaptación al miedo, y no te digo a partir de cuál pienso yo, lo necio y canallesco se revuelve en lo más profundo de nuestro ser pidiéndonos a puro grito que lo dejemos salir de una vez por todas al exterior para que así pueda libremente hacer de las suyas, que no son pocas.

La crueldad, la mala leche, la estupidez sin tasa ni medida por decirlo en su más clara acepción de uso, están impresas a sangre y fuego en nuestro código genético (¿el pecado original?) y son incontables las oportunidades que se le presentan a lo largo de una vida para revelarse en su más funesto esplendor. ¿Es el instinto de supervivencia lo que nos hace ser como somos? ¿A “salir de la madriguera con astucia, maña y desconfianza”? ¿Y qué sentido tiene tamaño sinsentido? Nos crecemos, somos grandes (dioses) en la maldad y la gilipollez. Ante el débil porque violentarlo nos hace fuertes; ante el otro porque el otro, como afirma Sartre, es el mismo infierno por ser a nosotros ¿diferente?; ante lo bello por el rencor a que nos mueve nuestra fealdad congénita, nuestra incapacidad de reconocernos como parte de un todo que es, como lo que fue, único; ante la libre y clara existencia, nuestra pulsión de muerte porque, ya lo dijo Freud, es tendencia inherente que nos impulsa a buscar más allá de esos límites físicos y temporales que tanto nos traen y llevan de dios en dios, de horca en horca y de contradicción en contradicción.

Una vez muertos, Virgilio, a nadie tendremos que darle explicaciones de nada de lo que en vida perpetramos e hicimos, ni de nuestros sueños ni de nuestros deseos más ocultos, ni de nuestra envidia ni de nuestro odio, ni de nuestra codicia ni de nuestra locura, ni tampoco de nuestros inconcebibles faltas que nunca recibieron el debido reconocimiento y la oportuna absolución, por lo que, a partir de ese punto de no retorno tendrán que pagar la hipoteca del convento los pobres inocentes que se hayan quedado dentro.

Es decir, tendrán que apechugar ellos con las consecuencias. De la siniestra fauna no puedo echar en olvido la peor especie de todas, la de los devoradores de almas que, por ejemplo, ante la candidez de quien ignora dónde se mete cuando enciende su ordenador y se conecta a Internet, noche y día están al acecho, siempre ojo avizor para en el momento propicio pegar la dentellada en la parte más endeble y así poder minar, poco a poco, la frágil capacidad de resistencia de presa tan vulnerable, la cual acabará siendo machacada en la tolvanera de una perversidad sin límite.(…)

Llevas razón, Virgilio, llevas razón. Todos ocultamos un algo turbio en la trastienda de nuestro particular negocio. Algo que no queremos que se sepa o se descubra, pero considerar por ello que el hecho de ir en el mismo barco (renqueante) también nos obliga a sentirnos dentro de un mismo saco me parece como mínimo de una frivolidad impropia en un gato de tu linaje. Y el que esté libre de pecado que arroje fuera de sí el sentimiento de culpa. Unos, por esto; los otros, por aquello.(…)

De acuerdo. De acuerdo. También sucede en la casa, el colegio y el lugar de trabajo, los tres pilares fundamentales en que se asienta el implacable sistema de acoso… y derribo del otro. Ahí tienes, sin ir más lejos, los ejemplos de Amanda Todd, de Karen Klein, de Tim Ribberink, de los crímenes de honor en ciertos países del entorno islámico, del caso de Malala Yousafzai, que por defender su derecho a estudiar fue tiroteada por un cretino integrista, de…, de los de aquí y de los de allí, de… (…)

Sí, mejor lo dejamos para otra ocasión que ya están los de “Saber y ganar” en “Cada sabio con su tema”. Delenda est Cartago. 

DÍA 17: Con Virgilio en el Sofá " A vueltas con lo mismo" por Miguel Ávila Cabezas

DÍA 17: Con Virgilio en el Sofá " A vueltas con lo mismo" por Miguel Ávila Cabezas

“El responsable de la policía autonómica afirmó esta semana que, en caso de conflicto, los Mossos estarían "al servicio" del Gobierno catalán. Santamaría ha lamentado también que el consejero haga estas manifestaciones mientras, ha asegurado, "crecen los chinches y las ratas en la prisión Modelo de Barcelona". Anoche, el Departamento de Justicia de la Generalitat de Cataluña ha admitido que en los últimos meses se han detectado casos aislados de presencia de chinches y ratas en la  cárcel, y que se han combatido mediante los correspondientes protocolos de desinfección.” (DE “EL PAÍS”, 19-10-12).

¡Ay, Virgilio, las palabras van y vienen por mi interior con igual ritmo e idéntico brío que las chinches y las ratas en la prisión Modelo de Barcelona. ¿Has visto? No somos nadie y aun menos si ejerciéramos de inquilinos en esa paradigmática cárcel que ya en el nombre lleva su prestancia, por lo que de seguro resulta menos dura la penitencia de los que en ella hoy habitan y mañana… quién sabe quiénes. Ya sé que tú no eres de esos que se la cogen con papel de fumar para marcar territorio por los campos de amapolas como ciertos asnos antropofílicos hacen en los libros de lectura obligatoria a fuerza de dar saltitos por los predios de Moguer.

Y si no que se lo pregunten al tal cuadrúpedo que por pequeño no dejaba de ser peludo y suave como el algodón de la China efervescente. Y otras cosas era, que aquí nombrar no quiero, el burrito de marras. Por cierto, ¿a qué conflicto se refiere el de arriba? No será al que, por el dominio de las celdas, pueda estallar entre las chinches y ratas del ejemplar talego, según lamenta nuestra pequeña coronela…

A cada cual lo suyo, Virgilio, a cada cual lo suyo, que todavía queda sitio para todos, e incluso nos sobraría espacio. Tengo para mí, caro Virgilio, que detrás de esa afirmación “autonómica” se esconde algo así como un gato anfibológico, y que me perdone el esdrújulo, si paradógico, Schrödinger por la felina presunción. Ya sé que a ti todo te da igual pues a descreído no hay quien te gane. ¿Qué los tirios amenazan con eso y los troyanos responden con aquello? ¿Y qué? Para ti (me consta) tanto unos como otros están hechos a imagen y semejanza de una misma pastosidad. Y que a nadie se le ocurra proponerte para el cargo de recipiendario/exterminador de chinches y ratas en el supradicho maco.

Que tú no eres ni negro ni rojo, sino de un gris perla en verdad independiente y ácrata, sin rey, amo o señor que venga a decirte cuánto suman dos y dos o a cantarte, cual suele decirse, las cuarenta en bastos. En bastos. ¿Lo pillas? (…)

Sí, sí. Ya sé que los caminos del subconsciente son de inescrutables como los de Aquel que mora allá Arriba. Te entiendo con toda claridad. Pero convendrás conmigo en que las palabras (no sé si en su caso los maullidos) están cargadas de dinamita semántica, dependiendo del contexto en que se digan y de la intención con que se pronuncien. Porque tú sabes lo mismo que yo que lo de “los correspondientes protocolos de desinfección” tiene también su cosa, por no decir su intríngulis y, si me apuras, su mala leche. Los hunos por un lado, y los hoscos por el otro, ahora se hallan enfrascados en la llamada “fase del tanteo dialéctico”, que consiste en ver quién dice más sin decir nada o, para expresarlo de golpe (y porrazo), en quién planta primero las cartas sobre la mesa (la sota de bastos o el as de espadas, por citar) echando el resto con la pareja de tontos o el Sermón de las Siete Palabras. No sé si me explico. Tú me entiendes, ¿no? (…)

¿Que los manumitan? ¿A quiénes dices? ¿A las chinches? ¿A las ratas? ¿A los arrendatarios de la Modelo? ¿Al burrito de la postal literaria?

-          ¡A todos juntos, incluidos los hoscos y los hunos; y deja ya de darme el coñazo con tus politiquerías! ¡No durara “Saber y ganar” veinte años seguidos!

-          ¡¿Tú también, Virgilio, gato mío?!

DIA 16: CON VIRGILIO EN EL SOFÁ. Pruritos Independentistas por Miguel Avila Cabezas

DIA 16: CON VIRGILIO EN EL SOFÁ. Pruritos Independentistas por Miguel Avila Cabezas

Virgilio, sigo con eso que tú ya sabes desde la última vez que nos vimos (no te me apareces en el sofá) y “eso” rebrota en mí una y otra vez como las malas noticias o la consoladora mentira de quienes la dicen impunemente subidos a los altos estrados y sin que se les caiga de vergüenza la pesadísima carga de su jeta. Como no puedo independizarme de los mis pies y las mis manos (tampoco lo pretendo, aunque a veces me entran tentaciones de cincelarme con el soplete hasta el alma incluso), contrito como estoy convivo con ellos (y con ellas) como mejor puedo: ora ignorándolos, ora consintiéndolos y ora (et labora) contemplándolos fijamente durante un eterno minuto como preguntándoles qué mal les he hecho yo para merecer este triste pago que desde hace un tiempo inmemorial (cuando los trigos encañan / y están los campos en flor) sin tregua alguna me dan.

Tú bien lo sabes: yo no soy esos que al primer envite del fatal destino abandona la nave sin tener al menos la deferencia de gritar antes aquello de “¡Los andaluces y ceutíes, primero!”. Cumplo a rajatabla lo que me recomiendan especialistas, otros galenos y las buenas normas de la urbanidad, y entre esta cremita hidratante, aquel irrisorio antihistamínico o la morosa gragea de por las noches antes de acostarme me las veo y me las apaño en este proceloso mar de lo mío. (¡Cuán dura se me muestra la palabra gragea!). Hoy toca lluvia y más lluvia por lo que me ha sido imposible, marcando el abatido paso del dolor, salir ahí afuera y llegarme al estanco de La Marina para comprar la prensa canallesca.(…)

Sí, ya sé que ahora me vas a decir lo de siempre: “Para lo que hay que leer…”. Pero es que resulta que desde este mismo lunes (ayer, sin ir más lejos) estoy guardando en su cartilla los cupones de la oferta de los vinos por lo que haya de venir, y perdona por el falso políptoton. Tú bien sabes que, desde que yo era así de chico, siempre me ha gustado tener a las palabras por compañeras de juego, de forma limpia, no pienses lo contrario, pues nunca pretendí trastocar sus genuinos significados como tan alegremente algunos hacen, han hecho y, si nuestra incomprendida Mazagatos (Sofía) no lo remedia, seguirán haciendo per saecula saeculorum. (¡Ay, la semántica!).(…)

Estamos atrapados en pleno temporal (es otoño) y hay quienes, con su vista de lince puesta más allá de la nada, distinguen en el horizonte “brotes verdes”. “¿Brotes verdes? ¿De qué?”, yo me pregunto y les pregunto, recibiendo el implacable vacío por respuesta. Otros, los más alelados, no tienen empacho en afirmar, monarcas del hartazgo, que de ésta saldremos sí o sí, y con el cuchillo en la boca. Yo que sus anfitriones me cuidaría muy mucho de organizarle una protocolaria visita a la reserva de proboscídeos más a tiro pues nunca se sabe con qué oscura, y oculta, intención quieren llevar, placado en su impoluta dentadura, el susodicho cuchillo.

En fin, ya ves, aquí estoy hablándole de nuevo al fantasma de la indiferencia. “Saber y ganar” hace más de media hora que terminó. Rodrigo I, el Grande, no sigue. Y el concursante de Valencia tal como llegó se marchó, es decir, ligero de equipaje, aunque con veinte euros de ganancia en su magro bolsillo que, habida cuenta de cómo están las cosas, estirándolos dan para mucho, hasta para mercarse en lo de los chinos un juego de falsas navajas de Albacete, esas que, bellas de sangre contraria, relucen como los peces. Y para muchas más, si me apuras.

DIA 15 CON VIRGILIO EN EL SOFÁ. "La Huelga" por Miguel Ávila Cabezas

DIA 15 CON VIRGILIO EN EL SOFÁ. "La Huelga" por Miguel Ávila Cabezas

Cual suele decirse en román paladino, mi querido y ensimismado Virgilio, “éramos pocos y parió la abuela”, la cual, en el caso que nos ocupa, se ha travestido de menistro para el singular evento ginecológico. Y es que un día sí y el de en medio también nuestro interfecto nos ofrece sobradas razones para salir corriendo a la panadería y charcutería del barrio a fin de abastecernos copiosamente de pan y chopped con aceitunas, respectivamente, al menos durante el tiempo que él ostente el monedero de Educación, no vaya a ser que los precios de tales productos básicos de consumo alcancen la estratosfera e, incluso, la ionosfera.

La suya es sin ningún género de dudas una vocación del tipo lagomórfico (ver DRAE). De parida en parida nuestro señor menistro nos tiene últimamente más que acostumbrados y, por consiguiente, ya ni el estupor ni siquiera el más inocuo de los asombros viene a auxiliarnos con su retórica fanfarria expresionista.(…)

¿Que a cuenta de qué te suelto esta retahíla, con lo agustico que estás en el sofá? ¿Es que no oyes la radio ni tampoco lees la prensa? (No te digo que sigas el telediario de las 3, el cual se agita en nuestros escépticos televisores como lo que en verdad refleja: la irresistible ascensión de Arturo Ui, o sea, la incomparable voz de nuestro amo. De “Saber y ganar” mejor no te hablo, que sobre nuestro amable y pacífico programa pende una espada más letal que la de Demócrito, según apostillara en glorioso momento la inefable Mazagatos).

Queda claro, Virgilio, que tú ni oyes la radio ni lees ningún tipo de prensa, tanto la que todavía resiste en papel como la que hoy gana tantos imaginarios en su proyección digital. Como no éramos pocos, viene nuestro José Ignacio y le coloca la guinda al pastelón, es decir, se pone en plan coneja. Así, las pare (las paridas, digo) a pares. ¡Qué digo a pares! ¡A mogollón! Si ayer fue lo de “españolizar a los alumnos catalanes”, hoy  se nos explaya mintiendo como lo que es: como un bellaco.

He aquí algunas de sus perlas relucientes. Te las ofrezco en cursiva y humildemente postrado ante tus garras.

1ª. Lo que se ha hecho no ha sido subir la ratio sino flexibilizarla en un 20%. De eufemismos está el universo de los despropósitos lleno.

2ª. Los estudios de la OCDE dicen que se pierde eficacia solo a partir de grupos de más de 45 a 50 alumnos. Al paso que vamos, las clases habrá que impartirlas en polideportivos, basílicas o estadios de fútbol, con el mismísimo Messi de conserje y Sergio Ramos de Jefe de Estudios.

3ª. No es cierto que se hayan disminuido las becas. Esta no merece glosa alguna. Por su propio peso se diluye en la nada.

Y 4ª. La CEAPA se ha sumado a una huelga de carácter exclusivamente político convocada por la asociación más radical dentro de las asociaciones de estudiantes, el Sindicato de Estudiantes. ¡Ele ahí, con dos ovarios! Esta es, Virgilio, para enmarcarla y tenerla indefinidamente expuesta en el Museo Universal de la Infamia y el Desatino. De una tacada nos pare cuatrillizos de los que aparta a una pareja de siameses (padres e hijos) para satanizarlos, insultarlos y escupirles a la cara, que viene a ser lo mismo. Menos mal que la monja de los niños robados, Sor María Gómez Valbuena, no andaba en tal entonces por el paritorio que si no me coge a los siameses de sus quebradizas extremidades inferiores (cuatro piernas, dos cabezas) y se los endosa a granel a la Clínica de Patologías Genéticas “Nuestra Señora del Perpetuo Socorro”.

Ya para casi terminar apuntaré que lo del Delegado de la clase (flexibilizada a tope) posee un mismo tono malintencionado y perrero (con perdón de los perros, que en esta historia, de momento, no cuentan nada). Su perla (negra) la trajo hasta nosotros desde el fondo del mar… de la arrogancia: “En mi tiempo las huelgas las hacían los de Batasuna”. Aquí sin comentarios, Virgilio. Al ritmo que estos facturan llegará el día en que todos sin excepción (padres, hijos, espíritus santos y hasta gatos inopes como tú) seremos acusados de crimen de lesa humanidad, simplemente por el mero hecho de existir. ¡Cuánta razón llevaba Rubén Darío!

Ser, y no saber nada, y ser sin rumbo cierto, / y el temor de haber sido y un futuro terror.(…)

¿Qué pasa? ¿No dices nada?(…)

Tú mismo.

DÍA 14. CON VIRGILIO EN EL SOFÁ: "LA MUNDIAL" por Miguel Ávila Cabezas

DÍA 14. CON VIRGILIO EN EL SOFÁ: "LA MUNDIAL" por Miguel Ávila Cabezas

Es algunos abrir la boca y no sólo sube el pan sino también el chopped con aceitunas y hasta la prima de riesgo, si me apuras. ¿Te has enterado de la última, Virgilio? (…) Sí, la del ministro Wert, el que, dadas las onerosas circunstancias actuales, ostenta no la cartera sino el monedero de Educación. Sucedió en el último Pleno del Congreso de los Despistados y hace de ello, ahora, un rato, un minuto, un siglo. Y, claro, se lió la mundial. Desde su escaño, sin cortarse un pelo de los que aún le quedan presidiendo su cráneo previlegiado y con el gesto explícito de quien se apresta a disparar contra su oponente dialéctico una andanada de fonemas, como mínimo, labiodentales, nuestro José Ignacio dejó caer aquello de que el Gobierno ¡de Es-pa-ña! tiene un marcado interés en “españolizar a los alumnos catalanes”. Y quedose tan pancho.

¡Qué bien se expresan nuestros políticos, sobre todo cuando se trata de soltar memeces! (Por la boca moría el salmón que los buzos le ponían a Franco en su caña de pescar). ¡Y con cuanta clarividencia y sentido de la oportunidad y afán historicista lo hacen! “Españolizar a los alumnos catalanes”. ¿Sabes tú, gato mío, qué significa eso de “españolizar”? Por lo que a mí respecta no tengo ni andaluza idea. ¿No te suena más bien a evangelizar, esto es, a convertir a la Gran Religión de la Unidad a los zurriburris nativos de su bandera a rayas, el seny (o la mala rauxa) y el territorio común? Tal vez lo que quiso decir es que en la nueva (por enésima) Ley de Educación (una tal LOMCE) se contempla la im-ple-men-ta-ción de unas Misiones Pedagógicas que recorran la Hispania Citerior, de col.legi en col.legi y de institut en institut, para adoctrinar a sus impíos galopines sobre la importancia de saberse, y sentirse, español, una de las pocas cosas serias que se pueden ser en el mundo. España como marca registrada con una presencia en el mercado de más de quinientos años. Casi ná.

¿Te imaginas, gato apátrida, al grupo de enviados espaciales, con sus monos azules, cantándoles las excelencias de… de… de…, no sé, del arte de Cúchares, del rosario en familia, de la castidad antes, durante y después del matrimonio (hay que aligerar la nave), de la tortilla nuestra, de la ensalada imperial (la rusa, no), de las alegres sevillanas, del toma arsa y olé, del Rocío y su Blanca Paloma, por supuesto; ítem, de la Pilarica, del Camino de Santiago y cierra España, de la Roja (con perdón), de los callos a la madrileña (y no de la butifarra que produce gases innobles), del huevo de Colón, de El Dioni y los dos suyos, de Mario Conde, que escondió lo suyo, de Julián Muñoz, de un tal Camps, de apellido extenso, de la Pantoja, la Faraona, el Príncipe Gitano (ese sí que sabía pronunciar la lengua de la pérfida Albión al más puro estilo de Oxford; ¿has escuchado alguna vez, Virgilio, su versión de “In the ghetto”?: ¡portentosa!), de Julián Muñoz versus la Pantoja, de Almodóvar, bien sûr, de los dos Roca (el blanco y el negro, que aquí no hay racismo), de Manolo el del Bombo, de Cine de Barrio, de Millán Astray, de… de… de Pemán (y no el gris de Plá), de… de… la cabra de la Legión que allende los mares amamantó al Gran Vigía junto al monte Gurugú?

Y por supuesto de nuestros innúmeros héroes, de Indíbil y Mandonio, de Marisol, Joselito, Pablito Calvo y Rocío Dúrcal, de Guzmán el Bueno, el Cid Campeador y Sofía Loren (no, esta no entra), de los Reyes Católicos, de Andrés Diego Torrejón García, alcalde de Móstoles, de… de… de… de la División Azul, por qué no.

Esta sí que sería la más pura formación de un espíritu nacional y no tanto taca-taca independentista. (¿Quiso acaso decir eso el señor menistro?).

En fin, Virgilio. Son tantas las preguntas que nunca obtendrán respuesta… Y tú ahí echado en el sofá, indiferente a todo y sin decir esta boca es mía.

(…)

¿Cómo?

(…)

Hombre, digo gato, ni tanto ni tampoco. No sé qué tiene que ver en este zafarrancho de combate el Barça como impulsor de unánimes voluntades secesionistas.

(…)

Tú mismo.

Españolear, españolear / es lo que hacen los turistas / cuando vienen por acá. Españolear, españolear. / Ellos saben que lo nuestro / les da la felicidad. (Luis de Lucena)

DIA 13. CON VIRGILIO EN EL SOFÁ; La Romería por Miguel Avila Cabezas

DIA 13. CON VIRGILIO EN EL SOFÁ;  La Romería por Miguel Avila Cabezas

 Fui testigo de lo de la Virgen, Virgilio. Volvía yo a la casa de echar un Gordo y una Primitiva en lo de los frutos secos (no me malinterpretes) cuando allá a lo lejos, en la parte alta de la calle que lleva el nombre de nuestro universal poeta, divisé la parpadeante luz de un coche de la Guardia Civil que abría el cortejo con sus claros clarines de salerosa entrega y piedad marianas. Tras aquella estática figura que en su trono parecía ensimismada, como si aquel creciente tropel no fuese en nada con su alma de madera, iban los caballistas, enhiestos y orgullosos en sus monturas y, detrás, las carretas de las que acerté a contar, Virgilio, del orden de dieciséis o diecisiete, tal vez alguna más,

remolcadas, la mayoría, por rugientes tractores y engalanadas todas con el colorista aparataje que exige un acto de semejante calibre. Incluso había una que pretendía imitar cierta estancia de nuestra Alhambra (no sé, mi memoria arquitectónica no es muy fiable que digamos, pero remedaba la Sala de los Reyes o, en su defecto, la de Las Damas), con su peristilo exterior, sus arcos de medio punto, sus mocárabes, su artesonado geométrico y no recuerdo ahora si también una sura del Corán en la parte frontal correspondiente.

(…) Ahora que lo insinúas, sí, yo estaba con Jaro, el perro de la niña, que a flaco, obediente, escatológico y discreto no hay otro que le supere, sobre todo si se sabe controlado por la mirada de su ama.

No te he de negar, caro Virgilio, que al paso de los romeros (y romeras) de inmediato me sentí hermanado con aquella fervorosa, si festiva, comunidad que cantaba, bailaba, reía y bebía, lanzando a discreción vivas y loas a la Mater et Magistra.

Finalmente, la comitiva llegó a la playa donde se oficiaría la Santa Misa que fue seguida por el más absoluto de los silencios, roto de vez en cuando por el zureo de alguna paloma, y con gran recogimiento sin duda. ¡Cuánta beatitud y dicha emanaban del gesto de los asistentes! ¡Hasta el mismísimo cielo se había puesto guapo para honrar a la Señora! Y en la arena pedregosa ni tan sólo un olvidado papel o impúdico preservativo deslucían su gris prestancia conseguida al amanecer por los Servicios de Limpieza del Excmo. Ayuntamiento.

Por lo demás, el resto del día transcurrió sin que se produjera ninguna contingencia que pudiera yo calificar de negativa. Así pues, como en años anteriores, la prudencia y morigeración presidieron el comportamiento general. A la noche, los fuegos artificiales remataron, con su traca final, una jornada de paz y concordia. No te creas por tanto los falsos comentarios de quienes pretenden denigrar festividad tan arraigada en el corazón virtuoso del pueblo. Nada cierto es lo que algunos van propalando por los mentideros de la villa de que gente borracha y vocinglera hubiese roto la unánime armonía. Te lo digo yo que estuve allí. Y fui testigo.

(…)

¿Y ahora qué te pasa? ¿Por qué me miras de esa forma, Virgilio? Últimamente no hay quien te entienda.

Día 12. CON VIRGILIO EN EL SOFÁ: "El agravio" por Miguel Ávila Cabezas

Día 12. CON VIRGILIO EN EL SOFÁ: "El agravio" por Miguel Ávila Cabezas

¿Te has enterado, Virgilio, de lo que ha dicho el mandamás de los cartagineses americanos en una de sus infamantes peroratas? (…) Efectivamente, el Mitt Romney ese. (…) ¿Qué no seguiste aquella madrugada el debate en directo entre el cara alcuza y Obama? Mientras que el interfecto se niega en rotundo a seguir “la senda de España”, a todos los españoles de bien, entre los que tú y yo sin duda nos contamos, se nos revuelven las machadianas entrañas con desaires tales, que no consiguen otro efecto que el que nos pongamos todos muy nerviosos.

De ahí la proliferación de tanto eritema y dermatitis tanta entre el pueblo llano y menos llano: el anguloso, digo. Ahora que reyes, príncipes, patronos y otros prebostes de la patria van de aquí para allá perdiendo por doquier la parte anatómica donde la espalda pierde su púdico nombre para intentar vender la marca “España” (que es, y no es, una gaseosa o una lata de espárragos; por citar), viene el listillo de turno y con su lengua salaz e incontinente va y dice que no quiere seguir la senda de España. Así, como suena. ¡Ay, Virgilio, ese lo que quiere es chafarnos el invento, que la invertebrada España no se hizo en dos ni tampoco en tres días, y si no que se lo pregunte a Don Pelayo! ¿Qué será de todos nosotros, tú incluido, si el Gran Emperador de Occidente se empecina, una y otra vez, en no querer seguir la senda de España? ¿Terminaremos siendo arrojados de nuevo al tragadero de la Historia?

De aquí a nada me veo fundido en el pueblo llano, Virgilio, ataviado a la folklórica usanza, y marcando el alegre paso al ritmo de la tonadilla aquella, interpretada por una esplendente Lolita Sevilla, flanqueada por el alcalde apócrifo, Manolo Morán, y el inconmensurable Pepe Isbert. (…) Sí, aquella cuyo estribillo rezaba de la siguiente guisa: “Americanos, vienen a España gordos y sanos, viva el tronío de ese gran pueblo con poderío, olé Virginia, y Michigan, y Viva Texas, que no está mal…”. ¿No te suena a algo muy de ahora el conato de discurso de Pepe Isbert, en su papel de Don Pablo, desde el balcón de la alcaldía: “Vecinos de Villar del Río, como alcalde vuestro que soy, os debo una explicación, y esa explicación que os debo, os la voy a pagar.

Que yo, como alcalde vuestro que soy, os debo una explicación, y esa explicación que os debo, os la voy a pagar, porque yo, como alcalde vuestro que soy...”. Y así hasta el infinito. ¿Otra vez el culo del mundo, Virgilio? ¿De nuevo aquello de “África empieza en los Pirineos? ¿Y qué culpa tiene África? ¿Cuándo terminará la horrible pesadilla? Adivino en lontananza las motos de los escoltas y los magnánimos heraldos de allende los mares en sus negros coches de cristales opacos. Llegan… Ya se escucha el ronroneo de los motores… (…) Y pasan de largo. Como siempre, Virgilio, como siempre. Ayer es hoy todavía.

¿Entiendes lo que digo, Virgilio?

(…)

¿Pero adónde vas ahora? Dime algo.

(…)

A Eduardo Berdeguer, valleinclanesco amigo.

Día 11. Con Virgilio en el sofá: "El rescate" por MIGUEL AVILA CABEZAS

Día 11. Con Virgilio en el sofá: "El rescate" por MIGUEL AVILA CABEZAS

Virgilio, desde la última vez que nos vimos y animadamente departimos (que por mayo era por mayo…), una pertinaz psoriasis, que no sequía, me tiene atado, y bien atado, al lecho del dolor. Con franqueza te lo digo. Yo, que soy de natural hipocondríaco (un “mijicas”, dirían algunos, me debato un día sí y el otro también entre ser o no ser, y no precisamente porque en ello radique la cuestión sino porque “los mis pies y las mis manos ya no son de mí señores”, que manifestaría nuestro inmortal Arcipreste de Hita ante la visión de Doña Endrina.

Y es así que a la mañana me veo convertido en un proboscídeo cualquiera (¡los dioses nos libren de reyes aburridos!) y al caer el día en un impúdico ofidio. Los entendidos en el asunto, que son legión, afirman que lo mío es del estrés, es decir, de los nervios. ¡Qué ironía más grande, Virgilio! ¿Desde cuándo he sido -y soy- yo una persona (o un elefante) estresado? Yo, que siempre me distinguí por el ejercicio de la prudencia en todos y cada uno de mis actos y que guardo la debida distancia con la realidad a fin de que nunca me llegaran a salpicar y por ende a emponzoñar sus mil y una miasmas y excrecencias.

Desde que, insisto, yo era así de chico, Virgilio, la realidad, la verdadera realidad (no esa que nos han querido vender siempre los trujamanes de la política y las finanzas), ha sido en todo momento mi, insisto de nuevo, yo, reflejado sin pausa en el espejo cóncavo de los días y proyectado como un superego ajeno a todo lo que me rodeaba e incluso, si me apuras, a mí mismo.

No sé si me entiendes. Siempre estuve, cual suele decirse “en Babia”, con ese mi imaginario danzando de acá para allá, esto es, de una a otra orilla del río caudaloso de los deseos, y entremedias el secarral de la existencia… que no dejaba de pasar. Pero ahora las cosas han cambiado radicalmente.

Estoy liberándome de todo el lastre acumulado durante estos sesenta años casi de imposible huida… a ningún sitio. De ahí que ciertos pruritos cutáneos, incluida la elefantiásica hiperqueratosis, me lleven y traigan hoy a mal vivir por mucho corticoide y antihistamínico que le echemos al “saco de vísceras y humores”. ¡Ay, si tú supieras cuánto me pica y lo mucho que yo me aguanto! Ya ni me rasco y, aun menos, ajos como. No pienses,

Virgilio, que te estoy hablando en clave y que, en consecuencia, mis palabras están cargadas de un doble, si artero, sentido. Nada más lejos de mi intención… y de la pura realidad. Las cosas son como son y están como están, o sea, como Dios manda, que refrendaría nuestro admirado presidente de la cosa… ajena. Por cierto, ¿has visto la foto de Reuters en la que el interfecto le estrecha la mano al Príncipe de los Creyentes? Tal pareciera que con la punta de los dedos ocultos ambos, a la vez, pretendieran distraerse el respectivo rólex de oro, que no vemos pero que haberlo haylo.

Entre infalibles anda el juego. ¿Y en la página siguiente nos ves a nuestros cerúleos maderos repartiendo estopa más a siniestro que a diestro el pasado día 25 de septiembre en la mismísima Estación de Atocha? De “brillante”, “extraordinario” y “ejemplar” ha calificado el operativo (¿) nuestro Ministro de la Porra Gorda y su conmilitón, el Director General del Pelotazo de Goma. (No diré sus nombres para no herir espurias susceptibilidades).

Sí, Virgilio, estoy contigo. La cosa no está precisamente para tirar cohetes sino para encomendarse, como mínimo, a San Saturio, San Cosme y San Froilán. ¿Qué por qué a estos tres? No lo sé. Me ha venido así: de improviso. La cosa está mal, y yo con esta psoriasis de mis congojas. Estoy contigo. Lo mismo ya es llegada la hora de que piense en modularme. Para ello, viajaré a la capital del reino vertebrado para pedirle consejo a la Delegada de los verdaderos alborotadores. No diré nombres, que al final todo se sabe… y pasa lo que pasa.

Pero… Virgilio. No te vayas ahora, Virgilio. (P.l.g.d.m.m.)

A Ramón Rodríguez Casaubón, con mi fraternal abrazo

DIA 10. CON VIRGILIO EN EL SOFÁ por Miguel Ávila Cabezas

DIA 10. CON VIRGILIO EN EL SOFÁ por Miguel Ávila Cabezas

DÍA 10: Tal parece que todo se desmorona, Virgilio. La prima de riesgo (que no la de Riego, ésa era otro cantar) se ha puesto a mediados de semana por las nubes amenazantes de la tormenta absoluta, más del doble que hace un siglo. El paro sube y sube y no para de subir.

Ya no quedan tijeras para tanto recorte, ni afilaores que las pongan debidamente a punto. Y de lo de Bankia, mejor no hablar porque de eso ya, pecata minuta, ni se habla. Debemos, dicen, hasta de callarnos.

Y más que vamos a deber cuando tengamos que empezar a reintegrar a los cuervos esos de las finanzas los cien mil millones dicen, también, que prestados a los bancos (¿), con sus intereses espúreos incluidos. Y que no se nos ocurra morirnos de hambre (o de asco) porque capaces son de enviarnos a otros cien mil, para la ocasión hijos de San Luis, con el mismísimo Duque de Angulema a la cabeza visible gritando en las Cortes y por los eriales de la tierra patria aquello de “Tout le monde tranquille!” y “Asseyez-vous, coño!”.

En fin, que el patio está hecho un estercolero invadido por las ratas de siempre, y nosotros tan tranquilos y campantes en este sofá de terciopelo rojo que algún día se habrá de comer la polilla. ¿Tú qué opinas de esto que te digo, Virgilio?”. Y evidentemente Virgilio salta con sus zarpas erizadas como cuchillos.  “¿Y a qué cuenta de qué me cuentas todo esto? ¿No te das cuenta de que ahora no estoy para metafísicas estrambóticas y menos aún para nuevos cuentos? Eso se lo cuentas a otro gato, o perro si te place, que yo quiero más una morcilla que en el asador  reviente, y ríase la gente”, me dispara a bocajarro el Gongorino, Inescrutable y por momentos Reiterativo compañero de modorra. No hará falta decir que los concursantes de “Saber y Ganar” llevan unos cuantos programas sin dar ni una.

El que más y la que menos se vuelven a casa con una mano atrás y otra alante, tal vez para que vayamos haciéndonos a la idea. Así de fácil. “Entre otros motivos -le respondo no sin un cierto toque de rabia en mi voz-,  porque lo mismo el día mañana nos despertamos todos con la intangible evidencia de que a la noche vinieron Ellos a separar definitivamente nuestra cabeza del cuerpo místico que antes éramos y sólo nos dejarán, como en el chiste de Forges, los ofuscados pinreles, eso sí, frente al televisor.

Y, si me apuras, Virgilio, hasta de los zahones seremos despojados, en cuyo cobijo temeroso guardábamos los cuatro euros perreros ganados con el sudor de nuestras neuronas y los espasmos del vil colon. Y tú, Virgilio insensible, en vez de morcilla caliente, comerás a partir de entonces arándanos de la China. ¿Te parece poco?”. Tras la retahíla me quedo sin resuello. Tengo serias dificultades para respirar. Y permanezco expectante.

Transcurre un tiempo eterno y Virgilio no dice nada. Simplemente ha saltado del sofá y se ha llegado a paso lento a su terrario dispuesto a evacuar consultas con su ángel de la guarda que vaya usted a saber si no es el mismísimo presidente de la Comisión Europea o el otro, el listo con cara de tonto y apellido de lateral derecho de la selección belga. Sí, ése, ése. ¿No se habrá pasado Virgilio al otro bando? ¿Pero a qué bando, por cierto? Estoy hecho un lío.

DIA 9: CON VIRGILIO EN EL SOFÁ por Miguel Ávila Cabezas

DIA 9: CON VIRGILIO EN EL SOFÁ  por Miguel Ávila Cabezas

DÍA 9: Cuando Virgilio determina hacer mutis por el foro no hay dios humano que lo convenza de que la obra sigue desarrollándose con el mismo decorado que presentara en su comienzo, e igual utilería y luminotecnia, y que él, le guste o no, es un personaje de primer orden, un protagonista de los de antes que es como decir de los de siempre.

Lleva Virgilio más de diez días cumpliendo voto de silencio y por más que lo intentamos todos los habitantes, ausentes y presentes, de esta casa que no es casa sino piso que mira a la mar preciosa, no conseguimos sacar de él ni un pobre maullido, ni siquiera un leve ronroneo. “¿Qué te ocurre, Virgilio? ¿Se te ha comido la lengua el gato? Aunque, siendo tú el gato, dudo mucho que el modismo tenga sentido aplicado a tu ser, que no a tu persona”.

Y, abundando en las mismas, es decir, en las lenguas muertas, Virgilio calla y calla y no tiene al menos el detalle de decir “esta lengua es mía”. Pero yo no me arredro y me dirijo a Virgilio en su condición de interlocutor válido, el único en estos tiempos de incuria, sentado a mi diestra en el pertinente sofá de terciopelo rojo. Tengo para mí que en sus últimas entregas “Saber y ganar” avanza a un ritmo inconsistente, un tanto errático, y quitando en parte al de Moratalaz, que tiene cara de listo, y lo es, no hay concursante con el empuje y la gracia de aquel de Palafrugell, que un aciago día determinara dejarnos al no acertar, intencionadamente estoy seguro, ninguna de las siete propuestas de “El reto”. Con tal de ganarme a Virgilio para la causa comunicativa saco arrestos del fondo proceloso del sopor y le planteo el siguiente reto (a la inversa, por supuesto).

“A ver, Virgilio, ¿qué te parece si jugamos un poco al juego de las palabras decapitadas? Sería como un reto al revés”. Y Virgilio, nuevamente, ni fu ni fa. “Venga, hombre, digo gato, es muy fácil. En vez de acertar la palabra por arriba lo hacemos por los dos lados. (…) ¿Es fácil, no?”. “¿Rebozadas las palabras de su mierda semántica? No es mala idea, por Misifú”. (¡Virgilio ha hablado! ¡Virgilio ha hablado! ¿Con qué gatada de las suyas me sorprenderá a continuación? Voyons). “¿Quién empieza?”, añade con los ojos encendidos de sana excitación logotópica, término este último que no sé qué pueda significar pero que aquí encaja como prima de riesgo en trasero de españolito te guarde dios.

“Empieza tú”, le exhorto ansioso. “Vale. Ahí va: “Puñetazo en testuz de rumiante. La última gran mentira del gran impostor”. Y al punto ni cala chapeo ni requiere espada sino que me mira de soslayo, me ofrece a la contemplación mística su lomo indiferente y pasa, simplemente pasa de mí y del universo entero. Ando aún buscando la solución al enigma por entre las frondas de la ignorancia y el miedo.

Tendré que apuntarme a los próximos ejercicios espirituales que se organicen por estos pagos, a ver si la blanca paloma me ilumina y no acaba cagándose, como siempre, en mi también errática cabeza. (Como las últimas entregas de “Saber y ganar”).

DIA 8: CON VIRGILIO EN EL SOFÁ por Miguel Ávila Cabezas

DIA 8: CON VIRGILIO EN EL SOFÁ por Miguel Ávila Cabezas

DÍA 8: Héteme aquí que me encontraba yo repantigado en el sofá de terciopelo rojo dándole un repaso a la prensa canallesca cuando en uno de sus profundos artículos de opinión leo atentamente lo que sigue: “… como lo mejor es enemigo de lo bueno y la política el arte del mal menor y de las soluciones imperfectas, los momentos de crisis serán una ocasión óptima para implantar de una vez la imperfección”.

¡Cuánta lucidez la de Antonio Valdecantos al mostrarnos una de las muchas caras ocultas de la falsa moneda que nos quieren endilgar como auténtica, es decir, como las que aún corren por su curso legal! Con la coartada de la espuria crisis, Virgilio, la involución está servida y Ellos (siempre Ellos) van a hacer de los demás, es decir, de nosotros (de ti y de mí, por ejemplo) lo que mejor les venga en gana: desde esperar alegremente a que nos muramos de asco, ahogados en el vómito hediondo de nuestro estupor, hasta usarnos como un trapo viejo para limpiarse las témporas excrementicias de su insaciable voracidad.

Ya no servimos para otra cosa que no sea sentarnos con la eternidad por compañera frente al televisor, o tener activados, sine die, esos ingenios demoníacos a los que otrora hacía yo referencia y que no abandonan ni para concebir en sus soledades mangurrinas el celestinesco humo de pajas. Se harán apuestas, y estas serán cada vez más elevadas, suicidas casi, con yogures caducados, condones de segunda mano y los añosos manuales de Educación para la Ciudadanía.

De perdíos al río, y yo te encontré en el estercolero de la Historia. ¿De qué hablo, me preguntas? ¿De qué voy a hablar, Virgilio? De la inminente Eurocopa, del último Festival de Eurovisión (¡uyyyy!) y, por supuesto, de la final de Gran Hermano.

En todos los cenáculos, cofradías, patios de vecindad, ateneos literarios, academias de buenas letras, prostíbulos de alto, medio y bajo standing, sacristías, conferencias episcopales, palacios, palacetes, tabucos y zaquizamís, encuentros mundiales de familias y comisiones de control (por citar) no se habla de otra cosa. ¿Crisis? ¿Qué es eso de la crisis? Puesto que se hace preciso volver a rescatar las esencias patrias, se va y se rescatan, con todos los eufemismos que hagan falta.

Y para ello se monta uno, ¡con dos cojones!, la Universidad de Verano de Quintanilla de Onésimo, con propuestas académicas y disciplinares de la siguiente enjundia y jaez: “Los toros y su casuística universal”, a cargo de la Aguerrida Guerrera Sin Antifaz; “La polisemia trilera del vocablo banco”, impartida por dimisionario Rodrigo Rato del Rey Abajo Ninguno; “Por el Deporte hacia Dios: Esgrima a la navaja, una alternativa patriótica donde las haya”, a cargo del primo del otro primo del cuñado del ministro de la Cosa Curta; “Gibraltar español”; por el otro menistro de más afuera; “El Inglés y la madre que lo parió”, por el catedrático y académico de la lengua Chiquito de la Camada; “Echarse al monte o la insoportable levedad del ser”, ofrecido, al alimón, por los Milá y adláteres. Y el curso estrella, que se habrá de seguir como trabajo de campo en la selva de Botswana, “Matar al proboscídeo”, con Él como mortificado responsable del mismo. Fecha de comienzo: 18 de julio de 2012. Fecha (probable) de finalización: 1 abril de 2015. (…) ¿Cómo dices, Virgilio? ¿Qué estoy loco? ¿Qué con tanta divagación se me ha pasado “Saber y ganar”? ¿Y el de Palafrugell, sigue? (…)

DIA 7: CON VIRGILIO EN EL SOFÁ por Miguel Avila Cabezas

DIA 7: CON VIRGILIO EN EL SOFÁ por Miguel Avila Cabezas

DÍA 7: Van con sus artilugios ausentes del mundanal ruïdo, que diría el ascético de guardia. Y como en el villancico, “marcan y marcan y vuelven a marcar” en un estado tal de concentración y apartamiento que al cabo transmutan en “errada muchedumbre”. Fray Luis de León, un visionario sin duda, lo percibió a su manera. He aquí los versos que precisan lo que apunto: Vivir quiero conmigo, / gozar quiero del bien que debo al cielo, / a solas, sin testigo, / libre de amor, de celo, / de odio, de esperanzas, de recelo.

 Y en consecuencia, para ellos, no hay farola ni socavón ni ninguno de los eventos consuetudinarios que acontecen en la rúa, decíamos ayer, que se resistan a interponerse en su ensimismado camino. Mientras pienso esto, coartado por mi natural insolvencia para imprimirle a las palabras voluntad de sentido (el sopor me vence cada día más; creo que me estoy haciendo viejo), Virgilio se ha encaramado al televisor con la intención de atrapar entre sus garras alguna de las innumerables aves que revolotean allende la pantalla.

Y es que hoy echan uno de flamencos, y flamencas, enanos, con su vistoso plumaje rosáceo y enhiesto cuello, más enhiesto aún que el ciprés de Silos, con el permiso de Don Gerardo. “Saber y ganar” ha pasado sin pena ni gloria.

Ya no hay magníficos como los de antes. Los de ahora son un punto más que torpones en resolver la parte por el todo y así, en su desbocado afán por trincar el todo, acaban tan sólo llevándose una pírrica parte: el dabo. No sé si me explico. Pero… a lo que iba. Mientras Virgilio estaba patéticamente en lo suyo dale que te pego a un imposible, a mí me dio por meditar sobre el fenómeno WhatsApp, que no es otra cosa que un software propietario multiplataforma de mensajería instantánea para smartphones.

Casi ná. E insisto: no sé si me explico. Además, el que tenga dudas que busque en el mar de los Sargazos el tomo de la W y lo abra en la entrada correspondiente. Verá lo que encuentra. Nada. Pasan unos neurasténicos minutos y Virgilio tan sólo ha cazado el vacío, que viene a ser como una especie de WhatsApp enchufado inútilmente a su ánimo frustrado.

Vuelve Virgilio al sofá y el muy ingrato, sin dignarse siquiera emitir el más insignificante ronroneo, se echa cuan soberbio es dándome la espalda. ¿Los gatos tienen alma? ¿Vuelve el polvo al polvo? / ¿Vuela el alma al cielo? / ¿Todo es sin espíritu, podredumbre y cieno? ¿Habrá un paraíso diseñado tan sólo para gatos, con miles de millones de flamencos, y flamencas, enanos, de enhiesto cuello, y de verdad? ¿En qué punto de la evolución nos hallamos? ¿Dónde los hombres? ¿Qué hora es? Definitivamente me he quedado dormido. Y Virgilio como si tal cosa.

DIA 6: CON VIRGILIO EN EL SOFÁ por Miguel Ávila Cabezas

DIA 6: CON VIRGILIO EN EL SOFÁ  por Miguel Ávila Cabezas

DÍA 6: “Hay que ver, Virgilio, cuán simples y superficiales me parecen los perros que llevan a sus dueños (y dueñas) de una correa atados al cuello por el Paseo de la Marina. Toda una vida, de perro, dedicada casi exclusivamente a olisquear y más olisquear, a mear y más mear, a comer y más comer, y a defecar en ese tan inoportuno momento en que no hay bolsa en que guardar la prueba irrefutable de su canina condición, la del delito defecatorio.

¿Y cuando uno de sus congéneres se cruza en su horizonte de sucesos? Nunca he llegado a entender su reacción alérgica, es decir, ese su afán en abroncarse mutuamente con ladridos intraducibles y en irse los unos a por los otros, y viceversa, con más histrionismo que valiente decisión. Y qué distintos sois vosotros los gatos, Virgilio, tan pintureros, tan, como diría el otro, exteriores y, en boca del castizo, tan "ehtilozoh".

Siempre que me cruzo con vosotros, ajenos, inmanentes, estáis como para una foto de un reportaje tipo fashion de Christian Dior; sí, el mismo que os hizo para que, cuando os viene a lo mejor en gana, seáis acariciados como uno desearía en verdad hacerlo con un tigre de Bengala, por citar. Y sobre vuestras deposiciones, para qué extenderme. Cuando hacéis eso, la discreción, el apartamiento y la apostura adornan vuestra pulcra divisa; sí, cagar en la soledad de vuestro gabinete, que diría el otro... poeta, viene a ser lo mismo que hacerlo con el poema mismo, tirando de ese primer verso parasimpático que los dioses graciosamente, según Valéry, nos conceden.

En fin, ¿tú qué piensas de esto que digo, Virgilio? Más que "exterior" te percibo ahora intrínseco. No estarás... deprimido”. Y Virgilio, abriendo tan sólo uno de sus ojos color amarillo-ocre, me mira como el que mira la caquita de un perro no retirada del paseo por el criado negligente, tras haber sido pisada por el incauto peatón. Y entonces dispara sin misericordia: "Esta vez no te voy a preguntar de qué errática neurona perdida en la inmensidad de tu vacío cerebro sacas tanta versación para tan nula semántica.

No quiero saber nada de vuestras cogitaciones escatológicas en torno a perros y gatos antitéticos. Que sepas, si es que en algo tienes capacidad para ello, que en asuntos excretorios vosotros, los humanos, sois los primeros inconsecuentes pues no paráis de pisar una y otra vez la misma mierda”.

Dicho esto, cierra el mencionado ojo y vuelve a su soledad y sus asuntos. Y yo, nuevamente, me quedo de piedra, tal un moái rapanui mirando hacia el vacío cuadrangular de la televisión. (Después de “Saber y ganar” emiten uno de buitres necrófagos). Sin embargo, no me resisto a hacerle un último envite. “¿Y a qué mierda te refieres, si puede saberse?”. Y Virgilio, sin dignarse siquiera a abrir ninguno de sus ojos, muy a pesar de que hoy se ha atiborrado de puré de lentejas, me responde con su proverbial estilo: “¿A qué mierda, preguntas? ¿Quieres en verdad saberlo? Pues te lo voy a decir. A la que ciscan vuestros perros amos en vuestras cobardes existencias. Ya no quedan bolsas de plástico para recoger tanto excremento. Toma nota”. Y vuelve a continuación a lo suyo, que vaya usted a saber qué sea. Este Virgilio está últimamente de un impenetrable que para sí lo hubiese querido Santa María Goretti, laica y mártir italiana. (Vid Wikipedia).

DIA 5: CON VIRGILIO EN EL SOFÁ por Miguel Ávila Cabezas

DIA 5: CON VIRGILIO EN EL SOFÁ  por Miguel Ávila Cabezas

DÍA 5: Ayer domingo, antes de que dieran las diez de la noche, el Granada C.F. se salvó por tres minutos y medio de bajar al séptimo círculo infernal de la 2ª división. En lo que dura un suspiro el universo puede hundirse en el colapso definitivo y, por esas cosas del azar o del destino (un balón emponzoñado al poste y un remate de cabeza de uno que pasaba por allí), se pueden perder por el sumidero de la Historia Nacional la ilusión y expectativas de miles de personas cuyo sentido vital no es otro que el que implacablemente toma el balón camino de la red.

Menos mal que a unos quinientos kilómetros de distancia la bota de uno que también pasaba por allí, al que llaman Falcao y, para más señas, del Atlético de Madrid, nos salvó in extremis de la débâcle. “¿Te imaginas, Virgilio, la que se hubiera armado si al delantero colombiano no le hubiera dado por empujar el esférico a donde en justa lógica correspondía, es decir, al fondo de la portería contraria?”. Entonces Virgilio me mira con su milenario escepticismo rayano en el insulto y como única respuesta me lanza su habitual tirada reduplicativa: ronrón ronrón.

Es sin embargo tal la fuerza de mi enardecimiento que no caigo en la cuenta de que, fiel a su condición gatuna, a Virgilio jamás le ha gustado el fútbol sino el criquet, el tenis de mesa y el chessboxing, y en este orden de preferencias antagónicas. A Virgilio le van los extremos como a mí, dicho sea en el mejor de los sentidos, los delanteros centro. “¡Salvados, salvados, estamos salvados!”, gritan a los cuatro vientos de la recesión y la prima de riesgo avecindada con los cirrocumulus las multitudes enardecidas. ¿Salvados? El día en que bajemos a la división inferior nos vamos a enterar de lo que vale un euro. Y ya falta muy poco, dicen por ahí.

En fin, no conviene ser derrotistas. Al menos tenemos toda una liga por delante para corregir errores y desfacer entuertos, bien sea echándose al monte o bien invocando el auxilio de aquel caballero de la triste figura que salió al mundo y se lo encontró hecho unos zorros (y unas zorras). “¿Y tú qué opinas, Virgilio?”. Y Virgilio ni se digna mirarme. A saber lo que se estará cociendo en su inextricable cerebro. Falta muy poco para que dé comienzo el programa y ya me estoy quedando dormido…

DIA 4: CON VIRGILIO EN EL SOFÁ por Miguel Ávila Cabezas

DIA 4: CON VIRGILIO EN EL SOFÁ por Miguel Ávila Cabezas

DÍA 4: Me he pasado todo el fin de semana buscando a Virgilio. Y nada. Virgilio (hay quien, por ajuste fonemático, lo llama Virilio) no aparece por ningún sitio. He mirado y remirado en cajones, oquedades, falsos fondos y en los lugares más recónditos de la casa, allí incluso donde nunca llegó la mano afanosa, y nada. Tan sólo oscuridad, desolación y vacío. Y es que cuando al interfecto le da por desaparecer, lo hace con un arte que para sí ya lo quisiera el capitán del Concordia, por citar.

En el oficio de la espantá, Virgilio es todo un maestro, por más que el mundo entero reclame su presencia para dar explicaciones de por qué se ha comido el plato de jamón que junto a la ventana de la cocina estaba expuesto a la envidiosa contemplación de la vecindad. ¡Ay, Virgilio, Virgilio, contigo no hay quien pueda, así se ponga la prima de riesgo más alta que la chulapería y soberbia de una que yo me sé! A lo que iba.

Cuando le da por lo que le da, Virgilio se torna escurridizo y volátil, y aquí que cada cual haga el símil que con mayor ímpetu le venga a las mientes. Es en esos críticos momentos del día (o de la noche, vaya usted a saber) cuando el Don saca paradójicamente a relucir su cualidad más oculta: la de la invisibilidad, que es igual que decir la de la inexistencia, tal y como le ocurriera a aquel Agilulfo Emo Bertrandino de los Guildivernos y de los Otros de Covertraz y Sura, caballero de Selimpia Citerior y Fez, uno de nuestros antepasados, de quien en el año de gracia de 1960 (O tempora, o mores!) ofreciera cumplida noticia nuestro Italo Calvino.

Así que decidí tirarme a la calle, procelosa, casquivana e impredecible como ella misma, y seguir la búsqueda allende el dulce hogar. Lo primero que hice fue acercarme a la zona de los contenedores que se encuentran alineados en la parte trasera del edificio por ver si al incontenible Virgilio le hubiera entrado el ansia de contemporizar con sus colaterales felinos. Pero nada de nada.

Quienes allí contendían por un triste yogur caducado o por un chusco de pan más duro que acostarse con un rinoceronte que ya no te quiere eran los Intocables del Nuevo Ciclo, algunos de ellos licenciados, con perdón, en Psicología y hasta en Física Cuántica, si me apuran. Bajé después a lo del Caimán, que todos los días del año tiene abiertas sus fauces desde las ocho de la mañana hasta la medianoche (los viernes, cuscús), pero allí nadie quería saber nada de nada que no tuviese que ver con la última jornada de liga en la que más de uno, y más de dos, se habrán de jugar su más que promisorio futuro. En la tienda con ínfulas de supermercado, la Pepi me clavó hasta el cogote sus dos ojos inquisitivos cuando le pregunté si por ventura había visto pasar a aquel que yo más quiero y por el que día tras día adolezco, peno y muero.

Su respuesta fue un ejemplo preciso de larga cambiada: “¿Pero es que tienes un gato, hijo?”. La respuesta de la estanquera fue sin embargo un modelo de finura y gran capacidad de ejecutoria en el lance de la suerte contraria (vid Cossío): “¿Virgilio, el autor de La Eneida, dices?”.

En mi torpe, si inútil, búsqueda, Marina arriba Marina abajo, alcancé la Plaza de la Libertad donde, a la sazón, los Ministros de la Cosa Nostra, es decir, los de Economía y Competitividad (¡Presente!), Empleo y Seguridad Social (¡Presenta!), Hacienda y Administraciones Públicas (¡Presente!), Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad (¡Presenta!), Interior (¡Dentro y Presente!) y, por supuesto, Educación Cultura y Deportes (¡Presente!), acompañados del ubicuo Presidente del Consejo General del Poder Judicial (¡Omnipresente!), todos ellos y algunos Padrastros de la Patria, de cuyos nombres ahora no puedo acordarme, procedían a la inauguración de una nueva Comisaría de Policía, dotada, como Dios manda, de los últimos avances en personal robótico y más que sofisticado material antidisturbios para la reprehensión de los locos indignados. Ni que decir tiene que Virgilio no se encontraba entre el más que apático público también allí presente. Abatido, opté al cabo por regresar a casa y cuán grande fue mi sorpresa (y, por qué no decirlo, mi alegría) al ver al cachazudo de mi gato dormitando en el sofá de terciopelo rojo. (La televisión, apagada). “Pero, Virgilio, ¿en dónde te has metido? ¿A dónde has ido? Te he estado buscando por toda la ciudad. Con decirte que hasta le he llegado a preguntar por ti a un grupo de municipales que contemporizaba alegremente en una esquina con uno al que habían detenido por intento de resistencia y obstrucción a la autoridad”.

Abriendo uno de sus ojos amarillo-ocre, esta fue la respuesta que recibí del aludido: “Yo soy tú y tú eres yo. ¿Quién es más gato de los dos?”. Está visto que el día cabalga al trote de preguntas por respuesta. Hay momentos en los que tengo para mí que me estoy volviendo realmente loco, si es que no lo estoy de veras. Y ya ha pasado el tiempo de emisión de “Saber y ganar”. Un desastre.

DIA 3: CON VIRGILIO EN EL SOFÁ por Miguel Ávila Cabezas

DIA 3: CON VIRGILIO EN EL SOFÁ por Miguel Ávila Cabezas

- DÍA 3: A este Virgilio no hay quien lo entienda. (Ni que hablara latín). Sin ir más lejos, ayer mismo estaba que le salían chiribitas por los ojos, y por la boca nada más que arrebatados fonemas palatales, remedos exactos de los eructos que expele cuando come puré de lentejas, y como si ayer no hubiera ocurrido nada, el muy ladino se me arrima al sofá en el que, para no variar, sesteaba yo estre-mecido por la voluntad de ser y la certidumbre del no-estar. No sé si me explico correctamente.

Cuando abrí los ojos, por aquello de que a mi diestra noté una presencia extraña, la donosa Pilar Vázquez estaba aclarando la única pregunta a la que no había sabido responder el último de los concursantes de “Saber y ganar”, éste también de Palafrugell y, cosas del azar, primo del anterior, quien, por cierto, más adelante superaría el reto. A la sazón era la siguiente: “¿Qué es un cash flow?” Seis eran las respuestas posibles. No me resisto a trasladarlas aquí. Helas pues: 1. Un polo de limón. 2. Un expediente de regulación de empleo (ERE) de los controladores del aeropuerto de Castellón. 3. Un polo de fresa. 4. Una marca de palomitas de maíz con sabor a vacío. 5. Una contracción de beneficios como consecuencia de un proceso de diversificación en las transacciones de capital. 6. Un lance del juego de la petanca.

“¡Ninguno de los cheich!”, exclama inesperadamente Virgilio, quien asimismo adelanta su cabeza en un exasperado intento de querer meterla por el televisor para morderle los rizos a la curtida azafata con quince años de servicio, y a grandes voces añade: “¡¡Mientech como una bellaca, traidora, pecadora, candemora de la pradera!!”. De puro evanescente pasé en tan sólo un segundo a convertirme en dura piedra ante la procacidad del gato orate. “Pero, Virgilio, cómo te da por lanzarle esos insultos, esas… memeces de chistoso enajenado a una mujer que lo es todo en el mundo de los concursos televisivos, una auténtica señora, modelo de eficacia y discreción donde los haya. ¿Acaso has bebido?”. Y Virgilio ere que ere: “

¡Te digo que no es ninguna de las seis! ¡Están aplicando la estrategia del despiste y tú sin querer enterarte! ¿No te das cuenta de que la tomadura de pelo alcanza ya niveles universales? Todo es una infame componenda terminológica. Detrás de las palabras se esconden los ladrones de guante blanco, los que os están arrastrando al precipiciooooooo!”. Con su rostro incendiado por la ira, Virgilio ha recuperado de pronto su equilibrio fonético y ya no palataliza. Ha vuelto a la normalidad vocal, aunque me tiene muy hondamente preocupado. A veces tengo la impresión de que Virgilio no se entera de lo que ocurre ahí afuera. ¿O será el único que sí sabe lo que se cuece en la olla de las falsedades? ¿Será entonces Pilar Vázquez la portavoz del Gobierno? ¿Pero no era la Saénz de Santamaría? ¿Qué ya no lo es? ¿Y quién es ahora? (¿Inestrillas tal vez?). ¿No será Virgilio un agente disfrazado del CNI? ¿O acaso lo que sucede es que nos quieren hacer ver molinos de viento, con sus ruedas incluidas, donde en verdad hay despiadados e insaciables gigantes? Cervantes al revés. Como siempre. ¡Ah!, se me olvidaba, ¿sabe alguien lo que es un cash flow? (¡Virgilio!, ¡Virgilio! ¿Dónde estás? ¿A dónde has ido?).  

DÍA 2 "CON VIRGILIO EN EL SOFÁ" por Miguel Ávila Cabezas

DÍA 2 "CON VIRGILIO EN EL SOFÁ" por Miguel Ávila Cabezas

DÍA 2: Fiel a lo exclusivamente suyo, es decir, a su costumbre invasora, Virgilio vino de nuevo a echarse junto a mí en ese preciso momento en que el concursante de Pala…, Palagru…, Palafrugell (provincia de Girona) cayó eliminado en la prueba del reto pues se mostró harto lento y desmañado para dar con la última palabra de las siete cuyas respectivas definiciones le presentaba, en off y a velocidad de vértigo, Juanjo Cardenal.

Aquí consigno sus tres primeras letras y la definición propia por si hay alguien al otro lado que se atreva a adivinarla: CAM- = Hipócrita, astuto, embustero, que miente o tiene tendencia a mentir. Ni que decir tiene que, ya puestos, el sagaz de Virgilio dio a la primera con el término en cuestión: CAMANDULERO, y no CAMALEÓN como vanamente apuntara el palafrugellense, que tal es su gentilicio. “Pero, Virgilio, ¿cómo es posible que tú, un simple gato cuya única preocupación es no tener ninguna, sin comerlo y sin beberlo (que más quisieras, perillán…) haya dado con un vocablo tan abstruso? Y no me preguntes qué significa “abstruso”, pues no hay en el mundo entero nada ni nadie más abstruso que tú”. Con un instinto claramente palatalizante, sobre todo en la pronunciación del fonema fricativo coronal alveolar /s/, y no de arrebato falto, erizando su falso lomo se me encara entonces el minino máximo y tonante me lanza, a la guisa marianil, la proverbial epanadiplosis: “¡¡Inchidiach, echo chon inchidiach!!”.

Pasmao, o aun más que ello, atónito, es-tu-pe-fac-to digo, me quedo ante la intempestiva reacción metamórfica de quien un minuto antes no fuera invitado a echarse de nuevo a mi diestra adormilada. “Pero Mariano… digo Virgilio, ¿qué dices? ¿Por qué me gritas de esa forma tan… gatunamente incorrecta? Tú sabes, y lo sabes muy bien, que abstruso es adjetivo que hace referencia a algo (o alguien) que posee la cualidad de lo recóndito, de lo que es de difícil comprensión o inteligencia. Y si no lo sabes, mira el diccionario que para eso está”.

No quiero herir sensibilidades y por ello omitiré lo que al punto salió por la boca de Virgilio (ron-ron-ron) como réplica a mis palabras. Tan sólo referiré que sus pupilas se incendiaron de rabia y tomaron la vertical forma de dos navajitas plateás que en la quietud del salón-comedor (“Saber y ganar” ya había pasado el testigo a un documental sobre tiburones) no me perfilaron el gesto porque el dios del mercado no quiso que acabase convertido en un activo tóxico. Menuda se las gasta el felino cuando se mosquea.

Desde entonces permanece en su rincón como un Don Tancredo, inasequible al desaliento e impasible el alemán; y se niega en rotundo a conceder entrevistas. Tengo para mí que este gato está triste… y azul. En fin, ya veremos lo que me deparará el mañana, vacío y por ventura pasajero. (¡Ay Machado, Machado, Don Antonio, cuánta razón tenías!).